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Mesa de Pesca del Río Sogamoso, un modelo de transformación desde la comunidad

La historia de la Mesa de Pesca del Río es una prueba de que los procesos comunitarios, cuando son genuinos, sostenidos y acompañados con respeto, pueden transformar realidades.

ISAGEN

25 de junio de 2025 - 05:00 p. m.
La historia de la Mesa de Pesca del Río es una prueba de que los procesos comunitarios, cuando son genuinos, sostenidos y acompañados con respeto, pueden transformar realidades.
Foto: ISAGEN

A orillas del majestuoso río Sogamoso, en Santander, donde las aguas han sido por siglos el sustento de cientos de familias ribereñas, se teje una historia de resistencia, organización y transformación social. Allí, en la confluencia del agua y la voluntad colectiva, nació hace más de quince años la Corporación Mesa de Pesca del Río Sogamoso, una iniciativa que ha ampliado los horizontes de la pesca artesanal en la región y que es un ejemplo de cómo la organización comunitaria puede abrir nuevos caminos de desarrollo sostenible.

Este proceso ha sido posible gracias al liderazgo de los propios pescadores y pescadoras, y al apoyo constante de la generadora de energía ISAGEN, empresa que ha apostado por un modelo de relacionamiento basado en la escucha, la confianza y el compromiso de largo plazo.

Desde 2009, cuando la Compañía inició la socialización del Proyecto Hidroeléctrico Sogamoso, comprendió que su presencia en el territorio debía ir más allá de lo técnico y lo normativo. Había una oportunidad —y una responsabilidad— de sumar al fortalecimiento social de quienes por generaciones han habitado y cuidado estas aguas.

Del acuerdo a la organización

La historia de la Mesa de Pesca comenzó en 2009 con los primeros “Acuerdos de Pesca” entre líderes comunitarios. Lo que en un principio fue una estrategia para proteger la actividad pesquera frente a los impactos del proyecto hidroeléctrico, fue evolucionando en una plataforma robusta de diálogo y concertación. En 2012, con el impulso de ISAGEN y el apoyo de aliados como la Fundación Humedales y la Corporación Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, se dio forma institucional a la entonces llamada Mesa Regional de Pesca.

En 2019, el proceso maduró con la formalización de la Corporación Mesa de Pesca del Río Sogamoso ante la Cámara de Comercio, y con ella, la agrupación de nueve asociaciones de pescadores de los municipios de Barrancabermeja, Puerto Wilches, Sabana de Torres y Girón. Esta organización sin ánimo de lucro es hoy un organismo representativo, que articula esfuerzos desde el diálogo, la inclusión y la construcción colectiva.

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Un proceso con rostro humano

El acompañamiento de ISAGEN ha sido clave para canalizar recursos, conocimientos y oportunidades. Pero, sobre todo, ha sido un facilitador para que sean los mismos pescadores quienes definan sus prioridades y conduzcan sus procesos.
Foto: ISAGEN

La Mesa de Pesca no es solo una figura jurídica o una estrategia técnica. Es una comunidad viva, tejida con historias de río, manos curtidas por las redes y el sol, y sobre todo, con sueños de dignidad. Las asociaciones que la integran —APALL, Asopescamas, Apetras, Amulpeasog, Asoped, Asopesluch, Aspaac, Asopesboso y Astupesmar— han asumido un papel protagónico en la defensa de la pesca artesanal, la soberanía alimentaria y la cultura ribereña.

El acompañamiento de ISAGEN ha sido clave para canalizar recursos, conocimientos y oportunidades. Pero, sobre todo, ha sido un facilitador para que sean los mismos pescadores quienes definan sus prioridades y conduzcan sus procesos.

Pesquera Sogamoso: economía popular, sostenibilidad y territorio

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Uno de los frutos más visibles de esta apuesta conjunta es la Pesquera Sogamoso, una iniciativa que ha transformado un predio de 54 hectáreas en Puerto Wilches en un centro productivo, formativo y comunitario. Allí, se han construido nueve estanques, un canal reservorio, una bodega, una casa para visitantes y espacios de reunión. La pesca de bocachico, dorada y cachama se combina con la implementación de alimentos alternativos y prácticas sostenibles.

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“Esta es una oportunidad de crecimiento para las asociaciones e implica, además, bajarle la presión de pesca al río Sogamoso”, Pablo Gil, integrante de la Mesa de Pesca.

La pesquera es también un símbolo de oportunidades y autonomía para los pescadores. El terreno fue adquirido y entregado por ISAGEN a la Mesa de Pesca, lo que convirtió a las asociaciones en propietarias del espacio y de sus procesos.

Este modelo ha llamado la atención de organizaciones como la Organización Femenina Popular, que reconoció a la Pesquera Sogamoso como una de las diez experiencias significativas de economía feminista popular del Magdalena Medio. Las mujeres de la región, tradicionalmente invisibilizadas en la actividad pesquera, han asumido un rol activo y reconocido.

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“La mujer ha cumplido un papel en lo organizativo, en la gestión de recursos, en la participación directa no solamente como esposas o compañeras de pescadores, sino también desde su rol de pescadores, habitantes del territorio, usuarias del río y planificadoras”, explica Elizabeth Cadena Motta, profesional ambiental de ISAGEN.

Proyectos productivos: sembrar esperanza

Cada una de las asociaciones integrantes de la Mesa ha desarrollado proyectos productivos propios complementarios a la actividad pesquera, en coherencia con las habilidades y necesidades de su comunidad. Algunos han apostado por el turismo con recorridos en lancha; otros, por la agricultura con cultivos de maíz o la cría de búfalos; otros más, por la gastronomía y la comercialización directa del pescado.

Por ejemplo, Astupesmar, en Girón, fortaleció el cultivo de maíz. En Río Sucio, Apetras impulsó un fondo rotatorio y una lancha y Asopescamas la venta de pescado y un restaurante. Amulpeasog en Puente Sogamoso y Apall en El Llanito gestionaron embarcaciones y puntos de comercialización. Aspaac en Puerto Cayumba mezcló producción agrícola, como el maíz, con servicios gastronómicos. Asoped en El Pedral abrió un centro para la venta de pescado y productos del campo. Asopesluch incursionó en la ganadería de búfalos. Y Asopesboso mejoró su logística con una motocarga.

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“Desarrollamos un circuito de comercialización corto, es decir que estamos buscando proveer municipios cercanos como Puerto Wilches, Sabana de Torres y Barrancabermeja (…) También desarrollamos un componente de innovación a través de la siembra de productos agrícolas con el fin de generar un alimento alternativo que nos permita tener un abastecimiento constante del alimento para estas especies”, concluye Diana M. Castro Vargas, de Apetras.

Cada uno de estos proyectos responde a un ejercicio de escucha y planeación conjunta entre la comunidad e ISAGEN, y todos comparten un mismo propósito: mejorar las condiciones de vida sin romper el vínculo con la tierra y el agua.

Saber comunitario y gestión desde la base

Un estudio realizado en 2016 sistematizó los aprendizajes del proceso, identificando cuatro dimensiones clave: las competencias organizativas, la apropiación del conocimiento, la gestión organizativa y la articulación regional. Estas dimensiones han permitido que la Mesa de Pesca se proyecte como un actor con voz propia en los debates sobre sostenibilidad, conservación del río y economía rural.

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En lo organizativo, las asociaciones han fortalecido sus prácticas de participación, documentación y legalidad. Siete de ellas reciben acompañamiento contable permanente para garantizar el cumplimiento normativo. Se han impulsado también procesos de comunicación interna y externa, así como estrategias para gestionar conflictos socioambientales de forma pacífica.

Una relación que evoluciona

ISAGEN reconoce que este proceso ha sido también una escuela para la empresa. El modelo de relacionamiento con la Mesa de Pesca ha pasado de ser un ejercicio de compensación a uno de construcción compartida. Los convenios firmados a lo largo de los años —que suman inversiones técnicas, financieras y humanas— han sido coordinados directamente con las asociaciones, respetando su autonomía y promoviendo la autogestión.

La experiencia ha demostrado que es posible hacer empresa en diálogo con el territorio, sumando al bienestar colectivo sin renunciar a los objetivos organizacionales.

“Seguiremos trabajando con las asociaciones de pesca y pescadores que hacen parte del área de influencia. La idea es que la Corporación vaya avanzando en su empoderamiento y autonomía. Que lo productivo sea sostenible y que represente reales opciones de ingresos para las asociaciones”, concluye Elizabeth.

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Un modelo para inspirar

La historia de la Mesa de Pesca del Río Sogamoso no es un cuento de hadas, pero sí una prueba de que los procesos comunitarios, cuando son genuinos, sostenidos y acompañados con respeto, pueden transformar realidades.

Hoy, la Mesa se proyecta con fuerza hacia el futuro, articulando con entidades públicas, gestionando nuevos convenios y ampliando su voz en los escenarios regionales. Las redes, las lanchas, las semillas y los estanques son solo el inicio de un tejido social que se fortalece día a día.

En un país donde las apuestas por la sostenibilidad y el desarrollo local suelen quedarse en el papel, el ejemplo de Sogamoso fluye con la firmeza del río: profundo, persistente y lleno de vida.

Por ISAGEN

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