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Hace 32 años, en la Conferencia de Río de 1992, se establecieron tres convenios internacionales bajo el amparo de la ONU para enfrentar tres retos globales: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la creciente desertificación. Tres décadas después, aunque se han realizado numerosos esfuerzos, los resultados han sido desalentadores.
Recientemente, se llevaron a cabo la COP29 sobre Cambio Climático en Azerbaiyán, la COP16 de Diversidad Biológica en Colombia y se está desarrollando la COP16 de Lucha contra la Desertificación en Arabia Saudita. Sin embargo, las cifras evidencian que hemos fallado: la humanidad ha emitido más CO₂ que en toda su historia previa, las especies se extinguen a un ritmo alarmante y los ecosistemas enfrentan un avance implacable de la desertificación donde la tierra fértil pierde, entre otras, su capacidad de producir alimentos.
La policrisis ambiental no es un problema del futuro; ya está aquí. No serán solo las generaciones venideras quienes enfrenten las consecuencias más severas, sino también las actuales. Los niños y jóvenes de hoy ya ven comprometidas sus oportunidades. Las proyecciones hacia 2030 y 2050 pronostican un futuro marcado por crisis simultáneas que amenazan la continuidad de nuestra civilización tal como la conocemos.
Esta es, sin duda, una deuda intergeneracional que estamos creando. Las generaciones pasadas hemos creado un problema que las actuales y futuras deberán soportar.
Ante la inacción, la juventud ha tomado las riendas del activismo climático convirtiéndose en un motor dinamizador. Movimientos como Fridays for Future, liderado por Greta Thunberg, han movilizado a millones de personas en más de 7.500 ciudades alrededor del mundo. En Colombia, voces como la de Francisco Vera, el “niño ambientalista”, inspiran a una generación consciente y decidida a defender el derecho humano a un ambiente sano. La frustración por la falta de acción, combinada con los impactos económicos y sociales del cambio climático, incrementan aceleradamente las tensiones y el riesgo de conflictos sociales. La magnitud de las migraciones climáticas y otros efectos de la crisis climática han llevado a que el Consejo de Seguridad de la ONU haya integrado en su agenda este importante tema.
La crisis climática exige una acción inmediata, con la velocidad y la escala que la situación requiere. Es fundamental que miles de jóvenes sigan alzando sus voces y actúen con creatividad y determinación para movilizar a la sociedad hacia un futuro sostenible. Paradójicamente, a pesar de la deuda intergeneracional hacia los jóvenes, son ellos quienes están liderando el impulso para que comprendamos y actuemos.
*Autor del libro ABC Visual del Cambio Climático, es un libro de bolsillo ilustrado que explica de manera sencilla y accesible la crisis climática, puede ser un primer paso. Este puede descargarse gratuitamente a través del siguiente enlace o puede adquirirse en versión física en las principales librerías del país.
Por Santiago Aparicio Velásquez*
