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Proteger al jaguar para proteger la vida

Información institucional | En el marco del Día Internacional del Jaguar recordamos una de las iniciativas de conservación de esta especie: el corredor del Jaguar.

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Claudio Tomasi, representante residente del PNUD en Colombia
28 de noviembre de 2025 - 09:24 p. m.
Dos cachorros de jaguar fueron rescatados en las Sabanas del Yarí por la Promotoría Campesina de ASECADY, ahora en proceso de rehabilitación con Corpoamazonía.
Dos cachorros de jaguar fueron rescatados en las Sabanas del Yarí por la Promotoría Campesina de ASECADY, ahora en proceso de rehabilitación con Corpoamazonía.
Foto: Mario Chavéz-Acosta
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El jaguar no solo habita los bosques de América: los explica. Es brújula, guardián y ancestro. En su presencia —evocadora y contundente—se lee la salud de los ecosistemas y, en su ausencia, el riesgo que enfrentan los territorios que dependen de ellos. Desde México, pasando por Colombia, hasta Argentina, el jaguar traza un corredor biológico que es, a la vez, un corredor de vida. En el marco del Día Internacional del Jaguar, ese corredor nos recuerda que la región enfrenta el mayor desafío de su historia ambiental: mantener conectados los paisajes que sostienen al felino más emblemático del continente.

Por ello, nació el Corredor del Jaguar es una de las iniciativas de conservación más ambiciosas del planeta. Una iniciativa que articula a 18 países de Mesoamérica y Sudamérica para asegurar la conectividad del hábitat del jaguar, que, según estudios recientes, ha perdido cerca del 55% de su rango histórico.

Esta red ecológica y social busca:

  1. Conservar grandes extensiones de bosque y sabanas.
  2. Reducir la fragmentación del hábitat.
  3. Asegurar el flujo genético entre subpoblaciones.
  4. Fortalecer modelos de convivencia con el jaguar y sus presas.
  5. Impulsar economías sostenibles asociadas a la conservación.

La iniciativa reconoce que proteger al jaguar significa proteger los bosques que regulan el agua, almacenan carbono y sostienen la biodiversidad que depende de ellos.

Y es que debemos recordar que el jaguar es una especie sombrilla: al conservarlo, se protege automáticamente el ecosistema que requiere para vivir. Por eso es una brújula ecológica. Su presencia indica bosques saludables, abundancia de presas, conectividad entre parches de vegetación y disponibilidad de agua. Su caminar y existencia, regula poblaciones de presas como pecaríes, venados y capibaras. Y mantiene el equilibrio trófico, evitando la sobrepoblación de especies que degradarían el bosque. En síntesis, donde hay jaguar. hay vida.

Colombia: una pieza clave del rompecabezas continental

En ese recorrido por el continente, Colombia es uno de los países donde el corredor adquiere mayor importancia. El 96,6% del territorio nacional fue alguna vez hábitat potencial de jaguar, pero hoy solo el 56% permanece en condiciones adecuadas. Y es que lo principales riesgos para su conectividad no son nuevos ni ajenos: la pérdida de bosque por avance de la frontera agropecuaria, la ganadería extensiva sin planificación predial, la Infraestructura que fragmenta hábitats, la caza por represalia debido a ataques al ganado y el tráfico de fauna y presiones asociadas a economías ilegales.

Aun así, nuestro país conserva algunas de las poblaciones de jaguar más importantes de América, especialmente en la Amazonía (Serranía de San Luca-corazón del corredor en el país-, Serranía de Chiribiquete, La Macarena, La Paya), el Magdalena Medio, Llanos del Yarí y Guaviare y Chocó.

Estos territorios son claves para unir la Amazonía brasileña, venezolana, ecuatoriana y peruana, lo que convierte a Colombia en una bisagra ecológica para toda la región.

Por eso, desde el PNUD Colombia, junto con comunidades campesinas, el Ministerio de Ambiente, las autoridades ambientales regionales y aliados como WWF, hemos consolidado nuestro trabajo en dos corredores clave: Sabanas del Yarí y Guaviare, territorios donde el jaguar dejó de ser un conflicto para convertirse en un pacto de reconciliación con la naturaleza. En Guaviare y Yarí, 640.000 hectáreas se gestionan hoy bajo monitoreo comunitario, reconversión ganadera, planificación predial, tecnologías para convivencia y restauración de bosques.

En las Sabanas del Yarí, junto a las comunidades campesinas, apoyamos la construcción de un acuerdo intergeneracional entre los niños, niñas y adultos por la conservación del jaguar mantiene vivas más de 150.000 hectáreas conectan los Parques Tinigua, La Macarena y Chiribiquete. Allí, campesinos, jóvenes e instituciones reafirman en un pacto social que une conservación, paz y desarrollo sostenible implementando reconversión ganadera, restauración ecológica, pedagogía ambiental en escuelas rurales, monitoreo comunitario y planificación predial y reducción del conflicto humano–jaguar.

Pero no esto no es lejano al Guaviare. Allí el corredor conecta humedales, sabanas, ríos y la Serranía de La Lindosa, donde las pinturas rupestres documentan la presencia del jaguar desde hace más de 20.000 años.

El PNUD y el Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) del GEF, junto a WWF como aliado, fortalecen 19 organizaciones comunitarias que hoy operan turismo de naturaleza, monitorean fauna, instalan cercas antidepredatorias y lideran procesos de gobernanza. Este corredor es también un laboratorio de reconciliación: campesinos víctimas del conflicto, firmantes de paz e instituciones comparten decisiones y cuidados sobre el territorio.

Pero la protección del jaguar va más allá de Colombia y trasciende fronteras. Es por esto por lo que, en Argentina, a través nuestro trabajo, consolidó el primer seguro de yaguareté en el mundo -como es identificado el felino allí-, demostrando que proteger a esta especie también es proteger la economía local. Acción convertida en un mecanismo de compensación para ganaderos que reduce la caza por represalia y fortalece la coexistencia. Sin duda, un modelo replicable para toda la región.

Esta medida fortalece la convivencia entre el ser humano y el yaguareté protegiendo el patrimonio y la coexistencia del felino. De esta manera, se cubre al productor ganadero ante la muerte de animales de producción (bovinos, ovinos, caprinos o porcinos y mascotas) causados por la depredación de yaguaretés y se evita el peligro de extinción de la especie.

Hacia la Ruta Jaguar 2030

En ese camino de conservación, el PNUD –junto a otras organizaciones de las Américas- lidera globalmente la Ruta Jaguar 2030, con una visión en común: proteger y restaurar hábitats, fortalecer la conectividad, promover la convivencia y movilizar financiamiento para la conservación del felino y sus ecosistemas.

En nuestro país, esta ruta se traduce en nuevas áreas de conservación comunitaria, restauración de conectividades críticas, cadenas productivas cero deforestación herramientas para la convivencia y la antidepredación y educación ambiental para nuevas generaciones.

Cuando una comunidad decide convivir con el jaguar, decide convivir con la vida. Cuando un país protege sus corredores, protege sus bosques, su agua y su soberanía ecológica, se escribe un mensaje claro: la conservación no es un lujo; es una decisión de supervivencia.

Hoy, América Latina honra al jaguar no solo por su belleza y linaje ancestral, sino por lo que nos exige: cambiar la forma en que producimos, habitamos, nos relacionamos y decidimos sobre los territorios.

Desde PNUD Colombia, reafirmamos nuestro compromiso: seguir construyendo paz con naturaleza, restaurar lo que se ha perdido y asegurar que el jaguar siga caminando los bosques que nos sostienen.

Su futuro es nuestro futuro.

Por Claudio Tomasi, representante residente del PNUD en Colombia

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