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Con una implementación inadecuada, las actividades productivas causan la contaminación y degradación de algunas de las fuentes hídricas que abastecen a las comunidades, convirtiéndose en un problema que va más allá de lo ambiental y que puede influir en la salud pública.
El agua es el principio de la vida y todos los seres humanos tienen derecho a un ambiente sano. Según la ONU, “la industria vierte anualmente entre 300 y 500 millones de toneladas de metales pesados, disolventes, lodos tóxicos y otros residuos, al agua. Impactando la composición y calidad del recurso y la vida en los ecosistemas (...) En los países en vías de desarrollo, el 70 % de los residuos industriales se vierten a las aguas sin tratamiento alguno”.
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Por eso es tan importante generar acciones de reconversión de esos procesos, que permitan mejorar los procesos de producción, al tiempo que se disminuye su impacto y se conservan los ecosistemas presentes.
En Colombia, a unos 50 km de Bogotá, saliendo por la autopista sur, se encuentra la microcuenca Quebrada Campos, que abastece a unas 35.000 personas. Esta fuente hídrica se ha visto afectada por las actividades productivas de la zona debido a los vertimientos contaminantes, afectando la calidad del agua, la fauna nativa y los servicios ecosistémicos que benefician a municipios como Anapoima, El Colegio y Apulo (Cundinamarca).
En 2021, se iniciaron procesos de restauración ecológica a través de la siembra de 10 mil plántulas, con el objetivo conservar la biodiversidad, mejorar la conectividad y proporcionar servicios ecosistémicos a las comunidades de los centros poblados de La Victoria, El Triunfo y Patio Bonito, así como a más de 12 acueductos veredales y al casco urbano de Anapoima
Este proceso llamado Restaurando Campos, es una iniciativa de Fundación Natura y Fundación Lazos de Calandaima, que posteriormente contó con el apoyo de la comunidad local, la Alcaldía Municipal de Anapoima y Ecopetrol, a través del proyecto CO2 Humedales.
Pero además se ha convertido en una iniciativa participativa, donde los habitantes de la microcuenca se han involucrado en el cuidado del agua, han fortalecido sus capacidades técnicas productivas para reducir el impacto ambiental, disminuir la carga de aguas residuales domésticas, aumentar la conectividad entre áreas naturales y fomentar el trabajo colectivo con diversos actores.
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“Este año empezamos a trabajar con productores de las fincas con el fin de que las actividades productivas se sigan desarrollando, pero manejando algunos procesos de forma más sostenible, con acciones que disminuyen esa contaminación directa a los afluentes”, Martha Narváez, jefe de proyecto de Fundación Natura.
Se inició un proyecto piloto en doce predios, donde cada propietario firmó un acta de compromiso. Esto incluye evaluar las fincas en aspectos ambientales, sociales y económicos, y conocer la visión futura de las familias para definir acciones específicas.
Estas fincas realizan actividades diversas como porcicultura, ganadería, agricultura y floricultura, por lo que se implementaron acciones como modificaciones en infraestructura, aislamiento con cercas vivas, instalación de plantas eléctricas solares, de bebederos y reservorios, según las necesidades y el impacto en la quebrada.
La producción sostenible debe considerarse una oportunidad de desarrollo económico y conservación de ecosistemas, por eso las acciones realizadas en este territorio buscan mejorar la calidad del agua, la conectividad ecológica, los productos y servicios de las familias y la calidad de vida.
Uno de los beneficiados es Fernando Naranjo, de la finca El Pedregal en el municipio de Anapoima, quien recibió un equipo llamado Ecomil, que le permite optimizar el recurso hídrico a la hora de lavar el café. “Esto nos ayuda a economizar agua, pues se suelen gastar entre 7 a 10 litros por kilo únicamente para el lavado, mientras qué, con este equipo, estamos usando cerca de 0.5 litros por kilo de café”, aseguró.
Estas herramientas se acompañan de capacitaciones para mejorar abonos y entregar insumos para generar prácticas orgánicas para los cultivos. Además, se tecnificaron procesos en la finca, optimizando los tiempos y aumentando la calidad del café, pues con el equipo adquirido y el conocimiento brindado, es posible tener un trabajo más práctico y tecnificado.
Lo mismo ocurre en la finca Providencia, en cabeza de Miguel Mayor, quien permitió hacer una siembra importante de más de mil árboles en un área de su propiedad, instalar unos reservorios de agua para el ganado y una planta eléctrica solar para las cercas de los potreros.
“El solo hecho de tener un acompañamiento lo motiva a uno a seguir trabajando y eso es como recibir una vitamina que me ayuda a mejorar mi productividad. Por eso, el futuro lo veo más productivo con todo lo que me han enseñado y todo lo que voy a poder aplicar en mi finca, ese futuro viene detrás de mí, es mi hijo, quien está aprovechando y aprendiendo mucho”, agregó Miguel.
Sumado a esto, el proyecto inauguró en el predio Balsillas, en el municipio El Colegio, el Territorio Restaurando Campos. Un espacio para promover y divulgar el proceso de restauración ecológica participativa y abierta a investigadores, profesionales, técnicos, colegios, universidades y la comunidad en general que desee aportar y aprender. Recientemente, se han sembrado 50 mil plántulas nativas, para que se beneficien los ecosistemas de la microcuenca, se conserve la biodiversidad y se fortalezca la gobernanza local alrededor del manejo del recurso hídrico.
“Estamos haciendo un ejercicio contundente de restauración a través de la siembra de especies nativas en un territorio de aproximadamente 5 mil hectáreas y con una quebrada de más de 14 kilómetros lineales de extensión, pero además estamos trabajando por mejorar las prácticas productivas de las familias. Esto solo es posible en la medida del protagonismo y la participación de la comunidad, así como de diferentes entidades y actores que estamos alrededor de la microcuenca y nos interesa que el impacto sea sostenible en el tiempo”, Nicolás Uribe, Director ejecutivo de la Fundación Lazos de Calandaima.
Este proceso ha logrado a la fecha, la siembra de más de 150 mil árboles nativos en ecosistemas deteriorados y se espera que, al finalizar 2024, la cifra llegue a 200 mil en la zona de la microcuenca para fortalecer el corredor biológico de La Campuna, como también se conoce esta quebrada.
Además, es de resaltar el compromiso y el recibimiento de la iniciativa en la comunidad, que ya alcanza una cifra de más de 455 familias productoras vinculadas y más de 100 personas interesadas en participar en cada taller de fortalecimiento de capacidades y socialización de experiencias.
Restaurando Campos representa la unión de esfuerzos de diferentes actores: alcaldías, acueductos y otros proyectos que han creído en este proceso y conocen la importancia para la red hídrica de la región; la comunidad local que ha hecho parte de la implementación, la planeación de fincas productivas sostenibles y la adaptación a nuevos hábitos más responsables; el aporte social de Fundación Lazos de Calandaima que lleva más de 20 años trabajando por el desarrollo de la región; y la experiencia de Fundación Natura en procesos de restauración ecológica y conservación de los ecosistemas desde un enfoque comunitario.
Por Fundación Natura
