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Un café que conserva los bosques por el desarrollo rural de Colombia

Opinión | “El futuro del desarrollo rural se mide no por cuántas hectáreas se talan, sino por cuántas se conservan mientras se produce”.

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Jimena Puyana*
06 de noviembre de 2025 - 11:25 p. m.
A partir de 2026, la Unión Europea exigirá trazabilidad completa en varias cadenas, entre esas la de café que ingresen a su mercado.
A partir de 2026, la Unión Europea exigirá trazabilidad completa en varias cadenas, entre esas la de café que ingresen a su mercado.
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En el norte del Cauca, el amanecer tiene un aroma distinto. No es solo el del café recién tostado: es el olor de una transformación silenciosa que nace entre los cafetales y los bosques húmedos que aún respiran. Allí, 390 familias campesinas —en su mayoría indígenas Nasa y Misak—, agrupadas en la cooperativa Comepcafé, han logrado lo que durante años parecía imposible: exportar 26,630 toneladas de café al Reino Unido cumpliendo con los más altos estándares internacionales de trazabilidad ambiental.

Cada grano de ese café puede rastrearse hasta una finca que conserva su bosque en pie o que no ha deforestado. Detrás de esa trazabilidad no hay grandes corporaciones, sino familias que decidieron producir sin deforestar, proteger el agua y demostrar que el desarrollo rural puede ser sostenible, rentable y justo. Su historia es un símbolo de lo que el país puede alcanzar cuando la sostenibilidad deja de ser un discurso y se convierte en una práctica cotidiana.

De la frontera agrícola a la frontera de la sostenibilidad

Durante décadas, los bosques colombianos fueron vistos como una frontera que debía ampliarse para producir más. Pero ese modelo llegó a su límite. Y hoy, ese paradigma empieza a cambiar. El futuro del desarrollo rural se mide no por cuántas hectáreas se talan, sino por cuántas se conservan mientras se produce. En esa transición, el PNUD Colombia, a través de sus proyectos como ONU REDD, ha impulsado el piloto de Cadenas Cero Deforestación: una iniciativa que une tecnología, política pública y saberes locales para asegurar que los productos colombianos —como el café, el cacao o la ganadería— puedan cumplir con las nuevas exigencias globales de sostenibilidad.

A partir de 2026, la Unión Europea exigirá trazabilidad completa en varias cadenas, entre esas la de café que ingresen a su mercado. La norma 1115/2023 obliga a los países productores a demostrar que sus productos no provienen de áreas deforestadas después de 2020. Para los pequeños productores, ese requisito puede parecer inalcanzable. Pero en Colombia, se está transformando en una oportunidad de oro.

MonBo: la inteligencia artificial al servicio del bosque

Con el apoyo técnico y financiero del PNUD, nació MonBo, una plataforma digital de código abierto y libre acceso, que permite a las cooperativas rurales analizar en tiempo real si sus fincas presentan alertas de deforestación. El sistema, apoyado en inteligencia artificial y datos satelitales, cruza la ubicación de cada predio con mapas oficiales de cobertura boscosa y alertas tempranas.

Si una parcela muestra pérdida de bosque, el sistema permite identificar las causas: puede tratarse de una renovación de cafetales o de un evento real de deforestación. Con esa información, los productores y sus organizaciones toman decisiones preventivas —replantear el manejo del suelo, ajustar prácticas agrícolas, o intervenir antes de que la tala afecte la certificación—.

Lo innovador es que esta herramienta pone el poder de la trazabilidad en manos de los productores locales. Ya no son simples eslabones al final de la cadena, sino protagonistas de una transformación digital y ambiental. MonBo les permite demostrar que su café proviene de paisajes conservados, y abrir así las puertas a mercados que valoran la sostenibilidad.

Café con trazabilidad

El modelo de Comepcafé integra tres elementos clave: innovación tecnológica, fortalecimiento organizativo y justicia ambiental. Cada finca está georreferenciada con coordenadas exactas. Cada lote de café que sale de la finca mantiene su código de origen hasta llegar al centro de acopio y, de allí, a la exportación. Así, cada taza que se sirve en Londres o Bogotá tiene una historia trazable, transparente y verificable.

Pero la trazabilidad no es solo una cuestión técnica. En el Cauca, el café sin deforestación se ha convertido en una herramienta de cohesión social. En territorios donde la guerra dejó heridas profundas, producir de manera sostenible fortalece la confianza, crea empleo, involucra a jóvenes y mujeres, y ofrece alternativas dignas frente a economías ilegales.

Las medidas de conservación del bosque también ayudan a enfrentar los impactos del cambio climático. Un cafetal con sombrío, rodeado de árboles nativos y fuentes de agua, tiene mayor capacidad de adaptación: mantiene su temperatura, conserva la humedad y reduce el riesgo de plagas. En otras palabras, cuidar el bosque es cuidar la calidad del café y el futuro de quienes lo cultivan.

En Nariño: territorios que siguen el ejemplo

El éxito de Comepcafé está inspirando a otras regiones. En Nariño, las asociaciones y empresas de pequeños caficultores están adoptando las metodologías de trazabilidad para

garantizar que su café especial, cultivado en suelos volcánicos, también cumpla con los estándares de “cero deforestaciones”.

Acompañamos a las comunidades para fortalecer sus capacidades digitales, de monitoreo y de acceso a financiamiento verde. Porque la sostenibilidad no se impone: se construye desde el territorio, con conocimiento, confianza y tecnología al servicio de la gente.

El mundo está cambiando la forma en que entiende el valor de los productos agrícolas. Hoy, la calidad ya no se mide solo en taza, sino también en huella ambiental. Los consumidores exigen saber de dónde proviene lo que consumen, cómo se produce y qué impacto deja sobre la naturaleza.

Colombia tiene una ventaja competitiva: su biodiversidad, sus comunidades organizadas y su reputación como país cafetero. Pero esa ventaja debe convertirse en liderazgo. Cumplir responsablemente con la protección de ambiente no es un obstáculo, sino una oportunidad para posicionar al café colombiano como un producto premium, ético y ambientalmente responsable.

Más allá del café: una economía regenerativa

El piloto de Cadenas Cero Deforestación apunta a construir una nueva economía basada en la regeneración de los ecosistemas y la dignificación del trabajo de las comunidades locales, además de contribuir al cumplimiento de una normativa internacional.

Esa visión se alinea con los compromisos globales de Colombia frente al Acuerdo de París, la Declaración de Bosques y Clima de Glasgow y la Estrategia Nacional de Deforestación Cero al 2030. Implica pasar del modelo extractivo —que agota suelos y recursos— a uno regenerativo, donde producir implica también restaurar, conservar y cuidar.

El cambio ya está en marcha: en cada finca georreferenciada, en cada productor que aprende a usar una plataforma digital, en cada cooperativa que entiende que proteger el bosque es proteger su negocio.

Lo que está ocurriendo en Cauca y Nariño es más que un piloto: es una muestra de futuro. Es la evidencia de que el campo colombiano puede liderar la transición hacia una producción sostenible, basada en el respeto por la tierra y el conocimiento ancestral de quienes la habitan.

La sostenibilidad no se decreta desde un escritorio. Se cultiva en cada parcela, se riega con el esfuerzo de los caficultores y florece cuando las instituciones acompañan con políticas, tecnología y confianza.

Producir sin deforestar no es una utopía; es una decisión ética, económica y política. Significa entender que sin bosque no hay agua, sin agua no hay café y sin café se apaga parte de nuestra identidad.

El café colombiano tiene una nueva historia que contar. Una historia que no empieza en la bolsa de Nueva York ni termina en una taza: empieza en las montañas del Cauca, donde una comunidad decidió hacer las cosas distinto, y termina en el corazón de quienes entienden que consumir responsablemente es una forma de proteger la vida.

El futuro del café colombiano se escribe cuidando la selva. Y cada taza de café sin deforestación es una victoria por los bosques que aún respiran, por las manos que los cuidan y por un país que empieza a entender que el desarrollo está en no destruir el origen.

*Gerente del Área de Desarrollo Sostenible del PNUD Colombia.

Por Jimena Puyana*

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