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Colombia y América Latina son lugares privilegiados. Su riqueza natural es tal, que en la Amazonía puede encontrarse una nueva especie para la ciencia cada dos días, y en Colombia pueden avistarse 1.530 especies de aves en un día (la cifra fue reportada en 2023 durante el Global Big Day, el encuentro de avistamiento de aves más grande del mundo).
En el caso de nuestro país, ese asombroso patrimonio natural se explica, en buena medida, por las tres cordilleras que se alzan en su territorio, y generan una diversidad de ambientes y barreras naturales que incrementan la biodiversidad de fauna y flora. Por ejemplo, cada río de los Andes es como si fuera un sistema único evolutivamente. Por ello, no sorprende que Colombia sea el segundo país con mayor diversidad de especies dulceacuícolas del mundo, y que el 76% de ellas sean endémicas.
Esas fascinantes manifestaciones de vida —sobre las que aún nos falta mucho por conocer— hoy están en peligro. Según el Informe planeta vivo 2024 presentado por WWF, en los últimos 50 años el mundo ha perdido el 73% de su vida salvaje, y los peores declives poblacionales están ocurriendo en América Latina y el Caribe (95%), África (76%) y Asia-Pacífico (60%). La cifra de pérdida de biodiversidad en ecosistemas de agua dulce también es alarmante (85%), particularmente para un país anfibio como Colombia que, solo hablando de humedales, tiene 30 millones de hectáreas, el 26% de su territorio continental e insular.
Los alarmantes datos deberían verse como un llamado a la acción, no a la desesperanza. Los avances en ciencia y tecnología están permitiendo a América Latina liderar una iniciativa de ganadería y agricultura regenerativa con impacto global, que permitirá a TNC y a sus socios transformar tres millones de hectáreas de tierras agrícolas en paisajes naturales. Esa tarea se seguirá llevando a cabo durante los próximos seis años.
En la Orinoquía, la segunda cuenca más biodiversa del mundo y el corredor natural que ayuda a conectar sus emblemáticas sabanas tropicales con la selva amazónica, está teniendo lugar un diálogo entre múltiples actores del sector público, empresarial, académico, organizaciones de la sociedad civil y miembros de las comunidades locales para convertir la región en un ejemplo de desarrollo sostenible y conservación de la naturaleza para América Latina y el mundo.
Por otro lado, Colombia y América Latina cuentan con un acervo de conocimientos ancestrales de comunidades indígenas, campesinas y afro que han sabido vivir en armonía con la naturaleza de sus respectivos territorios, y realizar acciones de conservación efectivas. Por ejemplo, en 18 años la Amazonía solo se redujo un 0.06% en los territorios indígenas (RAISG y Gaia, 2019). Para todos ellos, el cuidado de la naturaleza es, a la vez, una apuesta por mantener viva su cultura y su cosmovisión.
Revertir la tendencia de pérdida de biodiversidad no va a ser fácil, pero eso no quiere decir que sea imposible. En el caso de Colombia, se requiere creatividad: 1) para crear innovadores mecanismos de financiamiento que canalicen recursos para la protección y restauración de la naturaleza, y 2) para que en la transición hacia una economía descarbonizada surjan alternativas económicas y sociales alrededor de la biodiversidad (el Plan Nacional de Desarrollo incluye estrategias para fortalecer la bioeconomía). Adicionalmente, se necesita que cada vez más personas decidan informarse correctamente, convertirse en consumidores y ciudadanos responsables con el medio ambiente, y exigir al sector público y privado a construir un futuro sostenible.
El hecho de que los colombianos (las comunidades locales, el sector empresarial y financiero, los medios de comunicación, las organizaciones sociales y ambientales, la academia y las instituciones públicas regionales y nacionales, entre otros) le hayan apostado a convertir la COP 16 de biodiversidad en un evento de país, muestra que aún hay esperanza para la naturaleza. Ahora se necesitan consensos, recursos y la puesta en marcha de cambios sistémicos para crear una economía nacional y global en armonía con el planeta.
*Directora de The Nature Conservancy (TNC) en Colombia.