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Ballenas y delfines: encuentros en el océano más comunes de lo que creíamos

Lejos de ser encuentros raros o excepcionales, ballenas y delfines parecen relacionarse con más frecuencia de lo que se creía. Un nuevo estudio documenta casi 200 interacciones entre 19 especies distintas, donde predominan conductas lúdicas y sociales.

Redacción Ambiente

19 de agosto de 2025 - 06:32 p. m.
Los delfines, por su parte, han sido documentados jugando con algas marinas, peces globo y con objetos artificiales como plásticos. /Getty
Foto: Getty Images - Getty Images

Las ballenas barbadas ( Mysticeti ) y los delfines ( Delphinadae ) están presentes en todos los océanos y se han observado mostrando una variedad de comportamientos que la ciencia no termina de comprender del todo. Lo que sí está claro es que cumplen múltiples funciones: en algunos casos responden a la depredación directa, en otros a la búsqueda de alimento en grupo, el acoso, el juego, el comportamiento sexual o incluso el cuidado entre especies.

Incluso se ha observado que tanto las ballenas barbadas como los delfines participan en diferentes formas de juego de manera independiente. En el caso de las ballenas barbadas, este comportamiento incluye interacciones con objetos como troncos, medusas, cuerdas e incluso tortugas marinas. Los delfines, por su parte, han sido documentados jugando con algas marinas, peces globo y con objetos artificiales como plásticos. Sin embargo, hasta ahora creíamos que la interacción entre diferentes especies marinas, especialmente cuando se trata de animales sociales, era extraña y poco común. Pero parece que no es así.

Una nueva investigación revela que los encuentros entre delfines y ballenas son más comunes de lo que se pensaba, y abarcan una amplia gama de comportamientos: desde interacciones vinculadas a la alimentación hasta enfrentamientos de carácter agonístico.

Gracias a nuevas herramientas, como los drones y el registro de avistamientos compartidos en redes sociales, los investigadores pudieron recopilar una base de datos amplia sobre estas interacciones. En el estudio, se analizaron 199 eventos independientes que involucraron a 19 especies de ballenas y delfines, registrados en videos y fotografías. Lo más común fue observar a los delfines nadando cerca del rostro de las ballenas, en un comportamiento muy parecido al “montar a proa” que suelen realizar también con los barcos, aprovechando la ola de presión generada por el movimiento del animal más grande.

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En más de una cuarta parte de los eventos, las ballenas respondieron. Por ejemplo, rodaban, dejaban al descubierto su vientre o se giraban suavemente hacia los delfines. Los golpes de cola y otros signos de angustia o agresión fueron raros (aproximadamente el 5% de los casos). Los investigadores lograron observar a delfines siguiendo a las ballenas jorobadas no solo en la superficie, sino también hasta el fondo del océano. Mantenían contacto visual o incluso les tocaban la cabeza, lo que sugiere una interacción intencional, posiblemente social.

La mayoría de estas interacciones parecen corresponder a conductas de juego, ya sea mutuas —cuando tanto ballenas como delfines participan— o unilaterales —cuando solo los delfines muestran iniciativa lúdica. Este tipo de observaciones sugiere que el juego y la socialización entre especies distintas podría ser mucho más habitual de lo que antes se pensaba, dice el estudio. Los autores creen que comprender cómo y por qué ballenas y delfines interactúan ayuda a desentrañar aspectos de sus estructuras sociales complejas y plantea la posibilidad de que estas interacciones no sean solo casuales, sino que representen formas de mutualismo interespecífico, es decir, relaciones en las que ambos animales pueden obtener beneficio.

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“Los hallazgos redefinen nuestra comprensión de cómo interactúan los mamíferos marinos sociales entre especies. Sugieren que la interacción entre especies de mamíferos marinos podría ser mucho más frecuente y compleja de lo que se creía anteriormente”, escribe Olaf Meynecke en The Conversation. “Los delfines pueden buscar a las ballenas como compañía para estimularse, jugar o incluso para mantener un comportamiento similar al del cortejo. Mientras tanto, ciertas especies de ballenas, en particular las ballenas jorobadas, pueden no solo tolerar a los delfines, sino también interactuar con ellos socialmente”, agrega Meynecke.

El investigador considera que “esta dinámica entre especies abre una nueva perspectiva sobre la ecología social de los mamíferos marinos, al sugerir incluso la presencia de rasgos culturales en las sociedades de ballenas y delfines”. Añade que estudios futuros, con grabaciones acústicas más precisas y periodos de observación prolongados, podrían aportar claves para comprender mejor las motivaciones y los significados de estos encuentros.

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