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Por primera vez, un grupo de científicos documentó los impactos en la biología marina que dejan los proyectos de minería submarina, sobre la cual se está discutiendo una reglamentación a nivel internacional.
El estudio, publicado en la revista Nature, investigó los efectos a largo plazo de una serie de huellas mineras realizadas en la década de 1970 en la zona Clarion-Clipperton (CCZ), que se extiende entre Hawái y México en aguas internacionales.
En este punto, a más de 4.000 metros de profundidad, se realizaron pruebas para extraer algunos metales codiciados por varias industrias, en particular por los nódulos de magnesio. En contraste, la CCZ es también el hogar de varios ecosistemas y animales poco estudiados por la ciencia.
“Cuatro décadas después de un experimento minero de prueba que eliminó nódulos, los impactos biológicos en muchos grupos de organismos son persistentes, aunque las poblaciones de varios organismos, incluida la macrofauna de los sedimentos, los alimentadores de depósitos móviles e incluso la fauna de gran tamaño, han comenzado a restablecerse a pesar de los persistentes cambios físicos en el fondo marino”, indican los autores del estudio.
En ese sentido, los investigadores reportaron que se ha detectado signos del regreso de la vida en este punto, aunque advirtieron que su recuperación total “podría ser imposible”.
“El número de muchos animales se redujo dentro de las huellas, pero observamos algunos de los primeros signos de recuperación biológica”, afirmó, a Phys.org, el autor principal, Daniel Jones, del Centro Nacional de Oceanografía.
Jones precisó que mientras animales pequeños y móviles se pudieron ver en la zona minera, aquellos de mayor tamaño y que se adhieren al fondo marino son aún poco comunes.
El estudio concluye que, a pesar de que un equipamiento más moderno podría limitar el impacto en la vida marina, su impacto seguiría siendo visible durante décadas.
“Nuestros resultados no responden a la pregunta de si la explotación minera de los fondos marinos es socialmente aceptable, pero aportan los datos necesarios para tomar decisiones políticas mejor fundamentadas”, concluyó Adrian Glover, coautor del estudio y miembro del Museo de Historia Natural británico, a Phys.org
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