Theodosius Dobzhansky, una figura prominente de la biología evolutiva, solía profesar una famosa frase: “En biología, nada tiene sentido sino a la luz de la evolución”. Sus palabras cobraron popularidad por la necesidad imperiosa que sentimos muchos de entender la razón evolutiva (o los beneficios) de del comportamiento humano y animal. Un ejemplo para entenderlo mejor, y comprender el porqué de esta fascinación es el de la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae), tal vez la especie de ballena más estudiada a nivel mundial. Su caso es útil para investigar todo aquello cobijado bajo el término “comportamiento”: las interacciones sociales, los procesos de comunicación, los eventos de alimentación, la selección de hábitat, territorialidad y hábitos migratorios, la reproducción y el cuidado de las crías, las interacciones con individuos de otras especies, entre otros.
Para la Fundación Macuáticos Colombia y la organización hermana de MadreAgua Colombia, las yubartas, puntualmente la población o el stock G (definido por la Comisión Ballenera Internacional), son la especie focal de gran parte de los esfuerzos de investigación científica y conservación. Además de ser una especie emblemática y carismática, dados sus hábitos migratorios es un modelo idóneo para estudios comportamentales.
Durante la temporada reproductiva, que en el Pacífico colombiano inicia aproximadamente en el mes de junio, los patrones comportamentales de las yubartas son marcadamente diferentes al comparar entre machos y hembras. Considerando que los machos no contribuyen con el cuidado parental, sus estrategias reproductivas se enfocan en maximizar el número de hembras con las cuales copulan.
Por el contrario, las hembras se enfocan en las demandas de la maternidad. Las hembras receptivas y que ovularán en algún momento de su estancia en aguas tropicales quedarán preñadas y rápidamente emprenderán la migración de retorno a la Península Antártica. Luego de 12 meses de gestación retornarán a aguas cálidas del Pacífico Sudeste para dar a luz. Para las madres con cría, un ballenato representa una enorme inversión energética, pues invertirán cerca de 25 % de su masa corporal en la lactancia. Este es un proceso crítico para el desarrollo y sobrevivencia del ballenato; además se da cuando su madre no ingiere ningún alimento, ya que las jorobadas ayunan durante la época reproductiva. (También puede leer: Buscan rescatar la ciénaga más importante de Barranquilla, pero planes no convencen)
Aproximadamente a finales de octubre, las ballenas jorobadas del hemisferio sur emprenderán la migración hacia las zonas de alimentación. Para las madres con cría este desplazamiento seguirá una ruta mucho más costera en comparación con los animales inmaduros (juveniles) y adultos sin crías de ambos sexos. Se cree que permanecer en zonas costeras es una estrategia para evitar la depredación de orcas (Orcinus orca) y/o tiburones sobre la única clase de edad vulnerable: los ballenatos. Para algunas de las madres con cría la presión será aún mayor pues además de cuidar de su cría, estarán gestando nuevamente. Esto como resultado del fenómeno de ovulación post-parto, una de las presuntas circunstancias responsables de la espectacular recuperación de la especie luego del cese de la caza comercial.
En zonas de alimentación, las diferencias en el comportamiento de machos y hembras son mucho más sutiles. El ayuno prolongado de aproximadamente cuatro meses llega a su fin. La presencia de las yubartas, ballenas Minke y Fin, focas cangrejeras, leopardo y Weddell, pingüinos de Papúa, Barbijo y Adelie entre muchas otras especies se relaciona con un pequeño protagonista: el krill. Un pequeño crustáceo, de máximo siete centímetros, es uno de los animales más abundantes del planeta. No por nada es la base de la cadena trófica en el continente blanco.
Durante los meses del verano austral (diciembre – abril), las ballenas jorobadas comerán toneladas del krill cada día, recuperando así una gruesa capa de grasa que es su único sustento en las aguas cálidas del Pacífico colombiano. Se cree que, durante estos meses de bonanza, los ballenatos llevarían una dieta mixta, complementando la nutritiva y grasosa leche que producen sus madres (cerca de 200 litros al día) con el krill.
La entrada del otoño austral, indicado por el descenso en la temperatura, la disminución en horas de luz y la correspondiente reducción en la cantidad de alimento disponible, marcan las señales de que es tiempo de emprender una nueva migración a las zonas de reproducción. Las madres con cría enseñarán el último tramo de la ruta migratoria a sus ballenatos, los cuales ya han crecido unos cuantos metros y ganado varias toneladas de peso, antes de destetarlos y separarse potencialmente para siempre. (Le puede interesar: Empieza un esfuerzo global para llevar, por fin, agua a 2 mil millones de personas)
La vida de las ballenas jorobadas trasciende en este ir y venir. Sin importar el momento puntual de su ciclo de vida, se estima que pasan hasta el 95 % del tiempo bajo el agua. ¿Cómo estudiar entonces el comportamiento de esta especie considerando que todo lo que podemos ver son fugaces instantáneas cuando emergen a la superficie?
Hace siglos, los navegantes y mercantes incluían relatos de los encuentros con fauna marina, incluyendo las ballenas, en las bitácoras de sus travesías. Desde el siglo XVII y en especial en el siglo XX, la caza de ballenas ofreció detalles hasta entonces desconocidos de su historia de vida, demografía, ecología reproductiva y estructura social, entre otros. Luego de la moratoria a la caza comercial, establecida en 1986 por la Comisión Ballenera Internacional, los programas de investigación (que iniciaron en los años 70′s) se han valido de diversas disciplinas, incluyendo la fisiología, morfología, neurobiología, sicología experimental, ecología y embriología para estudiar el comportamiento de las yubartas. Adicionalmente, metodologías afines a múltiples campos del saber como la foto-identificación, los análisis filogenéticos, la bioacústica, la bioingeniería, la fotogrametría y el uso de drones, y la biopsia remota han sido utilizados para responder preguntas comportamentales.
Durante la temporada reproductiva de las ballenas jorobadas en el Pacífico norte colombiano, y en el marco de un muestreo simultáneo y colaborativo entre la Fundación Macuáticos Colombia y Madre Agua Colombia empleamos el registro continuo de eventos comportamentales tal como es el caso de los comportamientos activos en superficie: saltos, coletazos y golpes de aleta pectoral.
Para complementar estos registros también se empleó el método de registro instantáneo para poder abarcar los estados comportamentales, categorías más generales y que se componían de eventos más breves. Estos registros, consignados en un etograma o catálogo comportamental, fueron complementados con una metodología extremadamente novedosa y usada por primera vez en las ballenas jorobadas del stock G durante su temporada reproductiva: las marcas multi-sensores.
En colaboración con el Laboratorio de Biotelemetría y Ecología Comportamental de la Universidad de California Santa Cruz, desplegamos un total de seis marcas en tres grupos que incluían un ballenato: dos pares de madre con cría y un grupo de madre, cría y escolta. Estos dispositivos incluyen GPS, un acelerómetro, cámara de vídeo de alta resolución e hidrófono. En conjunto, todos estos sistemas permiten rastrear la ubicación, orientación del cuerpo, profundidad de buceo, patrón de movimiento, comportamiento, y comunicación de un individuo. Para los investigadores involucrados, esta metodología representa un potencial nunca antes visto, la puerta de entrada para descubrir la vida secreta de las jorobadas en las cálidas aguas de nuestro Pacífico colombiano.
*PhD - Fundación Macuáticos Colombia / @macuaticos
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