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Los sonidos de la vaquita marina podrían ser clave para evitar su extinción

En 2023, los científicos estimaron que quedaban entre ocho y trece vaquitas marinas en libertad. Hoy, el monitoreo acústico liderado por el biólogo mexicano Gustavo Cárdenas busca detectar los últimos ejemplares de esta especie endémica del Golfo de California, considerada el mamífero marino más amenazado del planeta.

Redacción Ambiente

28 de septiembre de 2025 - 04:39 p. m.
La vaquita es una marsopa (familia Phocoenidae), descrita oficialmente en 1958. Es también el cetáceo de rango más reducido del mundo: vive únicamente en el norte del Golfo de California, México, en aguas someras y turbias, con profundidades menores a 150 metros como hábitat típico. AFP PHOTO / Sea Sheperd Conservation Society.
Foto: AFP - HANDOUT

Desde hace años, cada eco bajo el agua puede ser la última huella de la vaquita marina (Phocoena sinus), el cetáceo más amenazado del planeta. El investigador mexicano Gustavo Cárdenas ha dedicado buena parte de su vida científica a escucharlos, ubicarlos y tratar de revertir la desaparición inminente de esta especie única.

La vaquita es una marsopa (familia Phocoenidae), descrita oficialmente en 1958. Es también el cetáceo de rango más reducido del mundo: vive únicamente en el norte del Golfo de California, México, en aguas someras y turbias, con profundidades menores a 150 metros como hábitat típico. Su tamaño es modesto: las hembras alcanzan unos 150 cm de longitud, los machos algo menos, y su peso ronda los 50 kg. Fisiológicamente, sus rasgos son distintivos: tienen manchas oscuras alrededor de los ojos, labios marcados y un hocico corto.

La UICN clasificó a la vaquita como “críticamente en peligro” en 1996, y desde entonces su situación ha sido motivo de alarma global. En décadas recientes, sus números han colapsado. Las estimaciones históricas sugieren que en 1997 podrían existir alrededor de 500–600 individuos. En 2008 esa cifra ya rondaba los 245 ejemplares. En los últimos conteos, los indicios son devastadores: para 2023, Cárdenas reportó una estimación mínima de entre 8 y 13 vaquitas. En una expedición que el experto llevó a cabo en 2024, él y su equipo registraron 9 avistamientos visuales y 70 encuentros acústicos en una zona limitada, lo que sugiere que podrían quedar tan solo 6 a 8 ejemplares dentro del área más observada.

La estrategia acústica y el rol de Cárdenas

Para Cárdenas, quien conduce su labor desde el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), la batalla no es nueva: desde 2008 forma parte del programa de monitoreo acústico dentro de la Coordinación de Mamíferos Marinos.

Junto al equipo de Lorenzo Rojas y con apoyo de pescadores locales, han instalado 87 detectores acústicos autónomos (CPODs u otros dispositivos) insertados en columnas de agua, ubicados estratégicamente para captar los llamados de ecolocación de las vaquitas.

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Estos detectores permiten “mapear” rutas de desplazamiento, densidad relativa y patrones de distribución. Cada día, Cárdenas revisa las señales recibidas y las comparte con el equipo, que usa esa información para orientar recursos en zonas donde es más probable hallar ejemplares vivos.

Analizar series de señales acústicas año tras año, según Cárdenas, permite detectar declives drásticos, identificar nuevas zonas donde podrían estar las pocas vaquitas remanentes e incluso surcar fuera de las áreas protegidas tradicionales.

Un hallazgo reciente muestra que algunas señales acústicas se han detectado fuera de la llamada Zona de Tolerancia Cero (ZTA), lo que sugiere que las vaquitas han ampliado o movido su área de presencia.

La causa principal del declive sigue siendo la captura accidental en redes de enmalle, muy usadas para la pesca ilegal. Las vaquitas, pese a usar ecolocación, no pueden “ver” esas redes y terminan atrapadas sin poder subir para respirar, muriendo por asfixia.

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En algunas campañas se han detectado robos de los dispositivos acústicos, lo que dificulta el monitoreo continuo. Además, aunque México ha desplegado bloques de concreto con ganchos para enredar redes ilegales dentro de la ZTA, muchas redes siguen operando en los bordes o alrededores de esa zona.

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Por ahora, para Cárdenas, cada señal acústica capturada exige acción. Él sabe que esos ecos podrían ser la única oportunidad para localizar individuos vivos, intervenir y evitar un golpe irreversible.

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