Desde 2023 el mundo está experimentando algunas de las sequías más extensas y dañinas de la historia, concluye un informe lanzado este miércoles 2 de julio, en el marco de la Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo, que se desarrolla en Sevilla, España.
El cambio climático y “la incesante presión sobre la tierra y los recursos hídricos” serían las principales causas, según el informe ‘Puntos calientes de la sequía en el mundo 2023-2025’, elaborado por el Centro Nacional de Mitigación de Sequías de los Estados Unidos (NDMC), la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) y la Alianza Internacional para la Resiliencia a la Sequía (IDRA).
El informe hace énfasis en los principales focos de sequía en el mundo: desde África (Somalia, Etiopía, Zimbabue, Zambia, Malawi, Botsuana, Namibia), pasando por el Mediterráneo (España, Marruecos, Turquía), América Latina (Panamá y la cuenca del Amazonas), hasta el Sudeste Asiático.
Para dimensionar las crisis desatadas por estas sequías, el documento ofrece algunas cifras. En África oriental y meridional, más de 90 millones de personas padecen hambre aguda en algunas de las zonas que han sufrido las peores sequías jamás registrada. En Somalia, 43.000 personas murieron durante 2022 debido al hambre vinculada a la sequía, según cifras aportadas por el gobierno de ese país. En 2025 la situación no ha sido distinta: 4.4 millones de personas (un 25 % del país) se enfrenta a una crisis de inseguridad alimentaria.
Pero las sequías no solo agravan la pobreza y el hambre, sino también la inseguridad energética. Zambia sufrió una de las peores crisis energéticas del mundo, debido a la caída en el caudal del río Zambeze. Por cuenta de esto, hospitales, panaderías y fábricas vivieron apagones de hasta 21 horas al día.
En América Latina, el informe se enfocó en los impactos que se vivieron en la cuenca del Amazonas y en el Canal de Panamá. En la cuenca más grande del mundo, los niveles récord de los ríos durante 2023 y 2024 “provocaron la muerte masiva de peces y delfines en peligro de extinción, e interrumpieron el suministro de agua potable y el transporte para cientos de miles de personas”. Los autores del documento también recordaron que, a medida que se intensifica la deforestación y los incendios, la Amazonia corre el riesgo de pasar a ser una fuente de carbono.
Los impactos de las sequías también repercuten en el comercio internacional. En el Canal de Panamá, el nivel del agua generó una reducción en más de un tercio del tránsito de barcos, generando retrasos de semanas y aumentando el precio de algunos alimentos.
Respecto al Mediterráneo, el texto destaca cómo la escasez de agua afectó la agricultura, el turismo y el abastecimiento doméstico en España, al tiempo que la población de ovejas disminuyó en un 38 % para 2025 frente a 2016 en Marruecos, mientras que en Turquía aceleró el agotamiento de las aguas subterráneas, provocando socavones que aumentan el riesgo de algunas comunidades.
Finalmente, en el Sudeste Asiático “la sequía interrumpió la producción y las cadenas de suministro de cultivos clave como el arroz, el café y el azúcar”, lo que incrementó en casi un 9 % el precio del azúcar en Estados Unidos.
Durante la presentación, Ibrahim Thiaw, Secretario Ejecutivo de la CNULD, calificó a la sequía como un “asesino silencioso que penetra sigilosamente, agota los recursos y devasta vidas a cámara lenta. Sus cicatrices son profundas”.
Por su parte, Cody Knutson, coautor del estudio e investigador del NDMC, señaló que el fenómeno de El Niño de 2023 y 2024 “amplificó los ya de por sí duros efectos del cambio climático”. De acuerdo con Knutson, “el efecto dominó puede convertir las sequías regionales en crisis económicas mundiales. Ningún país es inmune cuando empiezan a colapsarse sistemas críticos dependientes del agua”.
El documento también resaltó que los grupos más vulnerables a las sequías son las mujeres, niños, ancianos, pastores, agricultores de subsistencia y personas con enfermedades crónicas. “Los riesgos para la salud incluyen brotes de cólera, desnutrición aguda, deshidratación y exposición a aguas contaminadas”, apunta el informe.
Para Kelly Helm Smith, coautora del informe y subdirectora del NDMC, “las sequías no son solo un fenómeno meteorológico: pueden ser una emergencia social, económica y medioambiental. La cuestión no es si volverán a ocurrir, sino si estaremos mejor preparados la próxima vez”.
Por eso, los autores del documento hicieron un llamado a invertir en: sistemas de alerta temprana más sólidos, soluciones basadas en la naturaleza, infraestructuras resistentes, adaptación con perspectiva de género y cooperación internacional.
🌳 📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre el ambiente? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🐝🦜