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En Groenlandia, aproximadamente 7.500 lagos se volvieron marrones y empezaron a emitir carbono, lo que cambió drásticamente la calidad del agua. .
La razón la halló un equipo de investigadores liderado por el Instituto de Cambio Climático de la Universidad de Maine, que viene estudiando estos lagos desde 2022. Indicó que, durante ese año, se registraron dos meses de calor y precipitaciones récord en el otoño.
Esta combinación de eventos climáticos extremos provocó el cambio ecológico, que empujó a los lagos del oeste del país a cruzar un punto de inflexión.
En Groenlandia, normalmente nieva en otoño, pero el aumento de las temperaturas provocó la nieve se transformara en lluvia. Además, el calor también provocó que el permafrost (suelo congelado que almacena una cantidad significativa de carbono orgánico) se descongelara, liberando una gran cantidad de carbono, hierro y magnesio.
Estos elementos llegaron hasta los lagos, lo que generó su cambio de color. Como consecuencia de ello, las aguas se volvieron más opacas, dificultando la entrada de luz necesaria para mantener la biodiversidad del plancton.
Según dijo en un comunicado Jasmine Saros, profesora de paleolimnología y ecología de lagos en la Facultad de Biología y Ecología de la Universidad de Maine, quien lideró el estudio, “se redujo la luz que entraba al sistema, lo que tiende a favorecer a los organismos que utilizan vías de carbono orgánico en lugar de la fotosíntesis”.
La fotosíntesis es importante en este ambiente, pues gracias al proceso el plancton descompone y libera carbono. Los investigadores encontraron una disminución del fitoplancton que absorbe dióxido de carbono de la atmósfera.
En lugar de secuestrar dióxido de carbono en el verano, los lagos se han convertido en una fuente de este gas, con un aumento del 350 % en el flujo de este gas de efecto invernadero desde estos lagos.
Esto puede promover el crecimiento de bacterias y producir un sabor y un olor indeseables en el agua, además de alterar el color, dijo, en un comunicado de prensa, Saros. El aumento de la exposición a los metales liberados por el permafrost también puede causar problemas de salud.
El estudio fue posible gracias a una amplia recopilación de datos obtenidos a través de un muestreo anual de agua y sensores remotos en los lagos que funcionan todo el año.
“La magnitud de esto y la tasa de cambio no tenían precedentes”, explicó Saros, quien agregó que una investigación y un seguimiento adicionales podrían ayudar a determinar cómo pueden recuperarse estos lagos.
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