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En los últimos años, científicos del mundo se han puesto a la tarea de entender la extensión de la contaminación de plásticos en las diferentes partes del planeta, y cómo esto afecta la salud humana y el balance de los ecosistemas.
En esta línea, un nuevo estudio publicado en la revista Nature propone ampliar el panorama de lo que está ocurriendo en los océanos, en particular en las partes más profundas.
La investigación, que utilizó información de centenares de estaciones de muestreo colocadas a distintas profundidades en los océanos del mundo, encontró que estas pequeñas partículas están presentes en todos los niveles de la columna de agua, incluso en sus partes más profundas. Esto último incluye a la conocida fosa de las Marianas (el punto más profundo de los océanos), donde se detectaron más de 13.000 partículas microplásticas por metro cúbico a casi siete kilómetros de profundidad.
Según explicó a El País, Shiye Zhao, investigador de la Agencia Japonesa de Ciencia y Tecnología del Mar y la Tierra, autor del estudio, para analizar los registros que se tienen se clasificaron los microplásticos en dos categorías, pequeños (1–100 µm) y grandes (100–5000 µm), siendo los microplásticos pequeños los que predominan numéricamente.
“Los microplásticos pequeños muestran una disminución gradual de su abundancia en relación con la profundidad, lo que sugiere una distribución más uniforme y una vida más larga en la columna de agua, mientras que los microplásticos grandes quedan atrapados más eficazmente por la estratificación”, explican los autores del estudio.
En ese sentido, los autores del estudio alertan que la presencia y acumulación prolongada de microplásticos plantean riesgos para la vida en el mar, que puede repercutir en los diferentes ciclos de los ecosistemas.
“Debido a su diminuto tamaño, los pequeños se hunden muy lentamente y tienden a distribuirse de forma más uniforme en la columna de agua en comparación con los macroplásticos y los microplásticos más grandes. Como resultado, los microplásticos pequeños permanecen suspendidos durante más tiempo en la columna de agua, lo que aumenta la probabilidad de exposición biológica”, explica Zhao.
Por su parte, el estudio confirmó la presencia de microplásticos en conocidos giros oceánicos, que son estas grandes corrientes rotatorias donde se ha reportado se acumulan cantidades importantes de estos materiales.
Además de esto, apunta, la presencia generalizada de microplásticos podría también afecta la capacidad de que tienen los océanos para eliminar el dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero, de la atmosfera. Vale señalar que los océanos constituye un crucial sumidero de dióxido de carbono producido por los humanos y facilita el transporte y la distribución de partículas.
“Este análisis pone de relieve la urgente necesidad de metodologías coherentes, investigaciones a escala más fina y una coordinación internacional más amplia para establecer un seguimiento exhaustivo a largo plazo y proyecciones de modelos más precisas. Estos esfuerzos mejorarán la comprensión de la dispersión, el destino y los impactos de los microplásticos, ayudando a formular políticas y estrategias de gestión eficaces”, concluyen los autores del estudio.
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