En las últimas semanas hemos sido testigos, una vez más, de numerosas inundaciones a lo largo del país. Los desbordamientos en La Mojana han dejado a casi 45.000 personas damnificadas; en Bolívar a 16.000 y en Atlántico el Canal del Dique amenaza a otros cientos de familias. En mayo pasado vimos cómo una creciente del río Putumayo dejó sin planta de tratamiento de aguas residuales al municipio de Puerto Asís, y también vimos al río Medellín inundando la avenida Regional y otras vías principales. Con cada temporada de lluvias que llega, varios municipios empiezan a ponerse en aprietos.
También sucede en las épocas de sequía, cuando territorios como Valledupar o Santa Marta temen a la escasez de agua. De hecho, según el último Estudio Nacional del Agua, cerca de 391 municipios en Colombia están expuestos al desabastecimiento de este recurso. Aunque las inundaciones y sequías son solo la cara visible de algunos de los problemas que tiene el país frente a la gestión del agua, son también una muestra de que en Colombia es urgente empezar a preocuparse por cómo manejamos, ordenamos y conservamos este recurso.
El miércoles pasado, 14 de septiembre, el Ministerio de Ambiente anunció que había firmado un “Memorando de Entendimiento” con el Instituto de Ambiente de Estocolmo (SEI, por sus siglas en inglés). El objetivo era unir esfuerzos para evaluar y actualizar la Política Nacional para la Gestión Integral de Recursos Hídricos de Colombia, ideada hace casi 12 años tras las graves inundaciones que vivió el país entre 2010 y 2011, y que está proyectada hasta el 2022. El Memorando de Entendimiento, en pocas palabras, es un reflejo de que hay unos temas que se quieren trabajar conjuntamente, y acuerda que cada una de las partes pone recursos, personal y la disposición para hacer las cosas de la mano. “No es una consultoría, o se recibe algún pago, sino es un trabajo conjunto que permite unir la ciencia, las investigaciones que hemos hecho en Colombia y las herramientas que hemos desarrollado, con la toma de decisiones a cargo del Ministerio”, explica Tania Santos, investigadora líder de la línea de agua del SEI en Latinoamérica.
“Estamos seguros de que esta alianza contribuirá a mejorar la gestión del agua en nuestro país, ayudándonos a analizar las conexiones entre la sociedad, las actividades económicas y nuestros ecosistemas”, aseguró tras la firma el ministro de Ambiente, Carlos Eduardo Correa. “El apoyo que se espera recibir del SEI es muy importante en el marco de la planificación ambiental del país, con base en nuestra Política Nacional que se ha venido implementando, y con el apoyo en la evaluación y en las herramientas que ellos tienen”, explicó por su parte Fabián Caicedo, encargado de la Dirección de Gestión Integral del Recurso Hídrico del Minambiente.
Un nuevo enfoque
Hasta el momento, la Política Nacional de Recurso Hídrico en el país estaba centrada en una propuesta llamada “Gestión Integral de los Recursos Hídricos”. En pocas palabras, y saltándonos los detalles técnicos, esa propuesta estaba enfocada en estudiar las conexiones y los intereses de diversos actores en un límite geográfico definido: la cuenca. Sus pilares eran la oferta, la demanda, el riesgo y la calidad del recurso hídrico.
Aunque este enfoque tiene muchos puntos a favor y suele ser implementado en gran parte del mundo, “nos dimos cuenta de que hay que seguir avanzando y dar el siguiente paso de la gestión integrada, que tiene que ver con asegurar hídricamente el desarrollo de las regiones, porque sin agua no hay nada”, explica Caicedo. Uno de los reveces de ese enfoque es que ha impulsado la idea y la visión de las cuencas como espacios “cerrados” de planificación, dejando de lado otros procesos y efectos que pueden verse más allá de esa cuenca.
Actualmente el Departamento Nacional de Planeación se encuentra evaluando la política y la idea es que, tras la entrega de los resultados, se involucren los ejercicios que se vienen adelantando con el SEI para actualizarla con base en lo que se ha construido en los últimos años.
La nueva apuesta es la de “Seguridad Hídrica”, en la que, a través de la iniciativa Agua sin Límites, propuesta por el SEI, se buscan explorar nuevas soluciones a partir de tres pilares: tele-conexiones del agua, consideración temprana del ecosistema y enfoques de participación e interés múltiple. El primero se refiere a incluir en las decisiones lo que sucede más allá del límite de la cuenca. “Si tú haces un vertimiento sobre aguas con mala calidad, no solamente estás afectando esa cuenca, sino todas las cuencas que están ubicadas aguas abajo” explica la investigadora.
El segundo busca incluir a los ecosistemas desde el principio del análisis de la cuenca y en la planificación: “Que los ecosistemas tengan derecho a garantizar la salud de ellos mismos para que después nos puedan brindar los servicios ecosistémicos de los que nos beneficiamos”, señala. Y tercero, la participación. “Proponemos que la aproximación sea multiescalar, es decir, que se tenga en cuenta lo que pasa localmente y que las instancias de participación tengan en cuenta a los habitantes del territorio en la planificación de las cuencas. Es decir, ver esas cuencas desde una visión común donde se tengan en cuenta todas las alternativas”.
Los retos
En Colombia el manejo de las cuencas hidrográficas ha estado tan sectorizado que hacer que la “Gestión Integral” del recurso pase del papel a la práctica ha sido uno de los principales retos. “En el país hemos fallado en la implementación. Porque ya se han adelantado estudios y se tienen las directrices y distribuciones, pero las decisiones que se toman a nivel territorial o desde los diferentes ministerios están desarticuladas”, asegura Caicedo.
Otro de los retos, asegura Santos, es adaptar la Política a las condiciones propias del país. “Creo que este primer ciclo que llevamos de la política se ha basado mucho en conocer en realidad nuestro territorio y la diversidad de nuestro territorio. Ahora habrá que ajustarlas mejor con base en el conocimiento construido”.