Este miércoles 19 de marzo, se presentaron dos informes que confirman la crisis climática en la que nos encontramos: El primero, publicado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), señala que 2024 fue el año más caluroso jamás registrado, con una temperatura 1,55 °C por encima del promedio de 1850-1900, superando el récord de 2023. El segundo, de la organización sin ánimo de lucro Climate Central, muestra que entre diciembre de 2024 y febrero de 2025, cientos de millones de personas en el mundo vivieron al menos un mes adicional de calor extremo potencialmente mortal, una consecuencia directa del calentamiento global.
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De manera más específica, Climate Central analizó lo que ocurrió en 220 países en el mismo periodo y encontró que 1 de cada 5 personas en el planeta estuvo expuesta a temperaturas más altas debido al cambio climático. África fue la región más afectada: 3 de cada 4 personas sufrieron al menos 30 días de calor extremo, con temperaturas superiores a los registros históricos de 1991-2020. En Sudamérica, Argentina lideró las anomalías de temperatura con 0,9 °C por encima del promedio entre 1990 y 2020. Le siguieron Venezuela, Paraguay y Ecuador con 0,7 °C más; Bolivia y Guyana con 0,6 °C; Surinam y Guyana Francesa con 0,5 °C; Chile con 0,4 °C; y, por último, Colombia con 0,3 °C.
Para medir la exposición al calor extremo, Climate Central utilizó dos indicadores. El primero fueron los días con CSI 2+, que mide cuántos días tuvieron temperaturas anómalamente altas debido al cambio climático. Un índice CSI +2 indica que el cambio climático hizo que ese día de calor fuera al menos dos veces más probable. En Sudamérica, 365 millones de personas experimentaron esta condición durante 30 días o más. En Colombia, los habitantes vivieron 53 días con temperaturas alteradas por el cambio climático, casi dos meses.
El segundo indicador fueron los días de calor riesgoso añadidos por el cambio climático, que mide cuántos días las temperaturas superaron el 90 % del promedio histórico (1991-2020). Se enfoca en temperaturas que afectan la salud y no habrían ocurrido sin el calentamiento global. En Sudamérica, 38 millones de personas estuvieron expuestas a 30 días de calor extremo. Ecuador fue el país más afectado, con 25 días de calor riesgoso, mientras que Colombia tuvo 10, el menor número en la región.
Entre las ciudades sudamericanas más afectadas por el calor extremo, Córdoba, Argentina, ocupó el primer lugar con 1,2 °C por encima de lo normal. En Colombia, Cali, capital del Valle del Cauca, tuvo el sexto lugar con 0,7 °C por encima del promedio, 65 días con temperaturas influenciadas por el cambio climático y 17 días de calor riesgoso. Le siguió Barranquilla en el noveno lugar, que también presentó una anomalía de 0,7 °C, pero con 82 días de calor alterado por el cambio climático y 9 de calor riesgoso.
Ante este panorama, Kristina Dahl, vicepresidenta de Ciencia de Climate Central, advirtió que “el cambio climático no es una amenaza lejana, sino una realidad presente para millones de personas. La frecuencia y gravedad del calor extremo seguirán aumentando mientras se sigan quemando combustibles fósiles”. El informe también señala que la actividad humana sigue siendo la principal causa del calentamiento global, principalmente por la quema de carbón, petróleo y gas metano. Como resultado, la contaminación ha elevado la temperatura global en casi 1,2 °C desde la era preindustrial.
La consecuencia de los extremos
Respecto al informe de la OMM, durante 2024 ocurrieron al menos 151 fenómenos meteorológicos extremos “sin precedentes”. De manera más específica, y según menciona esa organización, “El nivel medio actual a largo plazo del calentamiento global inducido por el hombre se estima en 1,34-1,41 °C por encima de la línea de base de 1850-1900, acercándose al objetivo de 1,5 °C del Acuerdo de París, pero sin superarlo todavía”. “Aunque un solo año por encima de 1,5 °C de calentamiento no indica que los objetivos de temperatura a largo plazo del Acuerdo de París estén fuera de nuestro alcance, es una llamada de atención para que tomemos medidas”, afirma Celeste Saulo, secretaria general de la OMM.
Las consecuencias de estos fenómenos se reflejan en el agravamiento de sequías en varias regiones de Sudamérica, desde las tierras bajas del Amazonas y el norte de los Andes hasta los humedales del Pantanal. Además, 2024 registró la cifra más alta de desplazados por desastres ambientales, con un total de 824.500 personas afectadas, según datos de la OMM. En América se documentaron 100 eventos climáticos extremos, principalmente olas de calor, sequías, inundaciones y ciclones tropicales, que dejaron un saldo de 354 muertes, 1,1 millones de heridos y 28.900 desplazados. Entre los eventos más devastadores se incluyen incendios forestales en Chile, sequías en México y América Central, inundaciones en el sur de Brasil y olas de calor extremas en Argentina.
En el caso de Sudamérica, los incendios afectaron vastas zonas de Chile y la Patagonia, mientras que Uruguay, Paraguay y Brasil experimentaron temperaturas extremas que activaron alertas de calor sin precedentes. En contraste, otras regiones enfrentaron lluvias torrenciales que provocaron inundaciones y deslizamientos de tierra. Ciudades como Minas Gerais, Santa Catarina, Recife y Maceió, en Brasil, sufrieron graves inundaciones. En Perú, Ecuador y Bolivia, semanas de intensas lluvias desbordaron ríos, forzaron la evacuación de cientos de personas y causaron la muerte de al menos 50 personas.
El informe también advierte sobre la crisis en los océanos, que han alcanzado niveles récord de temperatura cada año, con un ritmo de calentamiento que ahora es el doble de rápido que en 2005. La OMM subraya que, incluso si se tomaran medidas inmediatas, revertir esta tendencia ya no sería suficiente. El nivel del mar sigue en aumento y la pérdida de glaciares ha alcanzado su punto más crítico, con la mayor reducción registrada entre 2022 y 2024. “Los datos de 2024 muestran que nuestros océanos siguieron calentándose y el nivel del mar siguió subiendo. Las partes congeladas de la superficie de la Tierra, conocidas como criosfera, se están derritiendo a un ritmo alarmante. Los glaciares continúan retrocediendo y el hielo marino de la Antártida alcanzó la segunda extensión más baja jamás registrada. Mientras tanto, el clima extremo sigue causando estragos en todo el mundo”, señaló Saulo.
La OMM destaca que esta tendencia lleva más de una década en ascenso, con temperaturas cada vez más extremas y niveles de gases de efecto invernadero que han alcanzado su punto más alto en los últimos 800.000 años. Ante este panorama, la organización y la comunidad científica están redoblando esfuerzos para mejorar los sistemas de alerta temprana y fortalecer los servicios climáticos. Sin embargo, advierten que estos avances no son suficientes. “Estamos avanzando, pero tenemos que ir más lejos y más rápido. Solo la mitad de los países del mundo cuentan con sistemas de alerta temprana. Esto debe cambiar”, enfatizó Saulo.