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Ubicado en el departamento del Meta, en la subcuenca del río Metica y con alrededor 600 hectáreas, Colombia acaba de estrenar el primer banco de hábitat de Latinoamérica. Una iniciativa que busca que las empresas que tienen la obligación de compensar los impactos negativos que generan sobre el medio ambiente, puedan hacerlo a través de estos predios predestinados a la conservación y restauración.
Con una inversión privada de US$1,5 millones, financiado por el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), este banco tiene la particularidad, a diferencia de otros esquemas de Pago por Servicios Ambientales, de que solo se hace el pago cuando las metas de impacto y compensación se cumple. Lo que según advirtió el ministro de Ambiente, Luis Gilberto Murrillo, permitirá tener avances más tangibles. “Aunque existen cantidades enormes de áreas degradadas con proyectos de conservación muchas veces no se ven los resultados. Esta es la oportunidad para crear capacidad en regiones, departamentos y municipios para establecer este tipo de proyectos”, afirmó.
De hecho, este primer banco es sólo una prueba piloto. En palabras de Carlos Novoa, delegado del BID, el país cuenta con un potencial de US$700 millones para este mercado. Cifra qua no sólo habla de una oportunidad económica, sino de beneficios medioambientales para el país.
El proyecto, estructurado por la empresa Terrasos, además busca generar más de 50 empleos, restaurar 130 hectáreas de ecosistemas degradados, conservar 410 más de bosque natural y disminuir los costos de compensación de las empresas en un 20%.