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A solo semanas de la fecha límite (septiembre de 2025), el país debe demostrar que los retrasos por el cambio de ministra y equipo técnico en el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS) no entorpecen su compromiso climático. Esta Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) no es un trámite más: es un mensaje político, un instrumento de planificación climática nacional y una herramienta clave para movilizar recursos económicos.
Una carrera de obstáculos y contrarreloj
El proceso arrancó con obstáculos. La salida de la ministra Susana Muhamad y el relevo técnico en la Dirección de Cambio Climático a inicios de 2025, coincidieron con una etapa clave de diseño metodológico y diálogo con actores territoriales. Esta transición implicó la pérdida de capacidades acumuladas y generó retrasos significativos en la implementación de talleres subnacionales, la articulación con sectores clave y la consolidación de insumos técnicos.
La urgencia actual se explica, en buena parte, por este bache institucional. Para evitar que esto se repita en futuros ciclos de actualización, es indispensable fortalecer el rol de mecanismos como la Comisión Intersectorial de Cambio Climático (CICC) y el Sistema Nacional de Cambio Climático (SISCLIMA), para blindar la política climática ante coyunturas administrativas.
Frente a este panorama, el Ministerio ha diseñado una nueva metodología que busca consolidar un proceso participativo e inclusivo a escalas local, regional, nacional e internacional que permita una actualización territorial de las NDC, a partir de la identificación de condiciones de riesgo climático diferenciados, de la evaluación del cumplimiento de las metas de la anterior NDC, y de definir metas estructurantes y transformadoras que consideren riesgos y necesidades.
Si bien es ambicioso y certero, el escaso tiempo para aplicar plenamente esta metodología con talleres departamentales representa un gran desafío. El riesgo es que, en aras de cumplir con los tiempos, se excluyan iniciativas valiosas o se debilite la participación real de actores locales. La metodología debe ser aplicada con flexibilidad, sin sacrificar el enfoque de inclusión.
El componente temporal es crítico. Según la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), septiembre de 2025 es el plazo límite para que las nuevas NDC se incluyan en el informe de síntesis global que será presentado en la COP30 en Belém, Brasil.
Si Colombia no presenta su NDC 3.0 a tiempo, no solo quedaría fuera de ese reporte, sino que enviaría una señal política negativa: la de un país que, habiendo sido reconocido por su liderazgo climático en la región, no logra cumplir con los compromisos de actualización establecidos en el Acuerdo de París. Este riesgo se agrava si consideramos que múltiples cooperantes han invertido en el fortalecimiento del proceso de actualización.
Más que un simple trámite
En este contexto, es clave recordar que la NDC no solo cumple funciones simbólicas o diplomáticas: es también una herramienta concreta para atraer y movilizar recursos. Una NDC clara, ambiciosa y bien estructurada es más fácilmente financiable. Permite alinear las prioridades del país con las líneas de apoyo del Fondo Verde del Clima, el Fondo de Adaptación, la banca multilateral y mecanismos del Artículo 6 del Acuerdo de París.
En Colombia, la ambición expresada en la NDC 2020 (que estableció una meta del 51 % de reducción de emisiones al 2030) facilitó la canalización de recursos internacionales para la conservación de bosques o proyectos de energía renovable. La versión 3.0 debe profundizar esa tendencia y reforzar la conexión entre metas climáticas y planificación presupuestal.
Presentar la NDC 3.0 más ambiciosa es una obligación de Colombia de acuerdo a su ratificación del Acuerdo de París, y hacerlo a tiempo le permitiría al país enviar un mensaje contundente de liderazgo, seriedad y compromiso climático, reforzando su posición como referente regional en acción ambiental. Asimismo, consolidaría la confianza de la comunidad internacional y de los cooperantes que han respaldado el proceso, facilitando el acceso a financiamiento climático y apoyo técnico para cumplir con las metas propuestas.
La falta de claridad deslegitima el proceso de NDC 3.0
El proceso participativo para la actualización de la NDC 3.0 contó en 2024 con talleres regionales donde participaron sectores, entidades territoriales, autoridades ambientales, academia y algunas ONG donde el MADS presentó su metodología. En 2025, con cambio de equipo y de metodología , se han llevado a cabo espacios de diálogo con organizaciones sociales de alcance nacional, en particular de pueblos indígenas, mujeres y comunidades afrodescendientes.
Si bien estos escenarios han permitido recoger propuestas desde los territorios, persiste una notoria falta de claridad sobre cómo se están sistematizando e integrando dichos aportes en el documento final. La ausencia de mecanismos públicos de trazabilidad y retroalimentación limita la legitimidad del proceso participativo y genera incertidumbre entre actores sociales sobre el impacto real de sus contribuciones. Tampoco es claro cómo se incorporarán las visiones y propuestas de otros actores, como el campesinado, o las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas.
A esto se suma una débil articulación intersectorial. No hay evidencia suficiente de un trabajo coordinado entre ministerios para garantizar que las medidas y metas de la NDC estén alineadas con políticas en sectores como agricultura, salud u ordenamiento territorial. Aunque desde el MADS se evidencia voluntad y compromiso para avanzar en dicha articulación, esta desconexión amenaza con debilitar la implementación de la NDC y con reproducir las barreras históricas de fragmentación institucional que han limitado la acción climática nacional.
En el plano interno, una NDC oportuna contribuiría a fortalecer la coherencia interinstitucional, proteger acciones climáticas necesarias ante posibles frenos o cambios de enfoque sustancial, y apoyar los procesos de planificación sectorial y territorial.
Desde la Asociación Ambiente y Sociedad consideramos que el momento exige determinación y responsabilidad. Recomendamos asegurar la entrega de la NDC antes del cierre de septiembre, activando mecanismos interinstitucionales de validación ágil, consolidando un texto que priorice metas y medidas de calidad por sobre la cantidad y dejando abierta la posibilidad a mejoras posteriores.
Asimismo, creemos fundamental garantizar la trazabilidad de aportes territoriales mediante procesos públicos de retroalimentación que no necesariamente deben realizarse antes de septiembre, pero sí deben hacerse de manera clara y accesible antes de la COP30. También insistimos en que se respete la fase de consulta pública sobre el texto a presentar. Además, sugerimos explicar pedagógicamente las implicaciones de las nuevas metas, y actualizar la estrategia de financiamiento climático para alinear oportunidades de cooperación con las prioridades emergentes de la NDC 3.0.
Colombia está frente a una oportunidad histórica. Si actúa con firmeza y compromiso, podrá entregar una NDC 3.0 a la altura del desafío climático, reafirmar su papel como líder regional y avanzar hacia una transición justa, participativa y basada en los derechos humanos. El tiempo apremia, pero aún estamos a tiempo.
*Coordinadora del programa de Justicia Ambiental y Climática de Ambiente y Sociedad.
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