Crisis energética de 2022, un momento histórico para cambiar el rumbo del planeta

En un revelador informe, la Agencia Internacional de Energía aseguró hoy que el mundo se encuentra en una oportunidad única para cambiar el sistema energético global y disminuir el uso de combustibles fósiles. Pero, ¿bastará para enfrentar el cambio climático?

María Camila Bonilla
27 de octubre de 2022 - 06:00 p. m.
La crisis fue acelerada por la invasión rusa a Ucrania.
La crisis fue acelerada por la invasión rusa a Ucrania.
Foto: Agencia Bloomberg

“El mundo de la energía está cambiando drásticamente ante nuestros ojos”, dijo Fatih Birol, director de la Agencia Internacional de Energía (AIE) en la presentación del informe World Energy Outlook 2022. El documento de 524 páginas y publicado este 27 de octubre, explora las implicaciones de “la primera crisis energética verdaderamente global”, desatada en gran parte por la invasión rusa de Ucrania en febrero de este año, así como las tendencias energéticas globales hasta 2050.

“Los mercados y las políticas energéticas han cambiado como resultado de la invasión rusa de Ucrania, no solo por el momento, sino en las próximas décadas”, agregó Birol, quien además manifestó que la manera en como los gobiernos del mundo respondan a esta situación puede ser un “momento histórico” en la transición hacia energías renovables.

La invasión ha hecho que los precios del gas natural se han incrementado, lo que ha afectado en particular a las personas más vulnerables en Europa. Uno de los resultados tangibles de esto, indicó la AIE, es que “es probable que alrededor de 75 millones de personas que recientemente obtuvieron acceso a la electricidad pierdan la capacidad de pagarla, y 100 millones de personas pueden volver al uso de biomasa tradicional para cocinar”.

Además de estos efectos concretos, la crisis también ha suscitado un debate más extenso y profundo en las agencias internacionales y gobiernos: ¿cómo garantizar sistemas energéticos más seguros para el futuro? Esta pregunta suele ir acompañada de otro interrogante: ¿esta crisis va a acelerar o a frenar la transición hacia energías más limpias? (También puede leer: ¿Cómo alcanzar la gran meta climática de Colombia para 2050?)

Estas cuestiones fueron dos de los asuntos principales que el nuevo informe apuntó a resolver. Hace unos meses, el mismo Birol había asegurado que la crisis energética actual podría marcar un paso importante para incorporar rápidamente energías renovables en el mundo. “Ahora, mirando los hallazgos y las cifras, puedo confirmar que las respuestas de los gobiernos en torno a esta crisis prometen ser un punto de inflexión en la historia de la energía (…) Estamos viendo un aumento sin precedentes en las opciones de energía limpia”.

Varios países han respondido al alza de precios de los combustibles fósiles este año incrementando el uso de paneles solares, turbinas eólicas, plantas de energía nuclear y vehículos eléctricos, entre otros. Y, aunque el uso de carbón también aumentó (lo que influyó en el incremento de casi 1% de emisiones por combustibles fósiles), se espera que esta tendencia dure poco tiempo.

Por primera vez, la AIE predice que la demanda global de combustibles fósiles alcanzará su máximo en el futuro cercano, para luego empezar a decrecer desde 2025. Ese mismo año, según las políticas gubernamentales actuales, se espera que también se alcance el máximo de las emisiones de CO2 por el sector de la energía. ¿Es esto suficiente para hacerle frente al cambio climático?

La respuesta corta es que no, aún hay una brecha “importante” entre los grandes compromisos climáticos y las acciones que se están adoptando. De hecho, según la AIE, las políticas energéticas actuales ponen al mundo en camino a calentarse aproximadamente 2,5 grados centígrados para 2100 en comparación con los niveles preindustriales. Esto es 1 grado centígrado más que lo que se acordó por los países del mundo en el Acuerdo de París. (Le puede interesar: Más de 1 millón de muertes al año: así afectan la salud los combustibles fósiles)

Sin embargo, el nuevo informe indica que la ventana de oportunidad para cumplir las grandes metas climáticas aún está abierta. Y esta crisis energética es, tal vez, el momento preciso para sentir optimismo por el despliegue y aceleración hacia un sistema energético más limpio, indicó Birol.

¿Cómo cambiará la demanda de combustibles fósiles y energías renovables?

El informe exploró cómo cambiarían las tendencias energéticas mundiales bajo tres escenarios distintos. Uno de ellos, llamado el escenario de políticas establecidas (STEPS, por sus siglas en inglés) pronostica que la demanda total de combustibles fósiles disminuirá constantemente desde 2025 hasta 2050, en un promedio anual de dos exajulios. Esto es equivalente a lo que un gran campo petrolero produce en toda su duración.

En específico, la demanda de carbón se reducirá en los próximos años, la de gas natural alcanzará una especie de “meseta” o estabilización para 2030, mientras que la demanda de petróleo alcanzará su máximo a mediados de la década de 2030, después de los que disminuye ligeramente hasta 2050. Estos datos marcan un suceso casi inédito desde el comienzo de la Revolución Industrial, cuando el uso mundial de combustibles fósiles aumentó a la par del PIB.

Para 2030, la proporción de combustibles fósiles en la matriz energética global caerá a menos del 75%, mientras que, para mitad de siglo, a un poco más del 60 %. Hoy, la proporción está en alrededor del 80%. (También puede ver: ¿Qué le hace falta a Colombia para aprovechar su gran potencial en hidrógeno?)

El informe resalta que las respuestas de varios gobiernos en el mundo han acelerado la incorporación y financiación de energías renovables. Entre ellas, destaca la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos, REPowerEU de la Unión Europea y el programa Green Transformation (GX) de Japón, entre otros.

“Estas nuevas medidas ayudan a impulsar la inversión mundial en energía limpia a más de 2 billones de dólares al año para 2030, un aumento de más del 50 % desde hoy”, destaca el documento. Esto significa, en parte, que el aumento del uso de carbón en la crisis actual es temporal, ya que las energías renovables, van a experimentar “ganancias sostenidas” en los mercados. De hecho, el documento resalta que la crisis traerá ganancias duraderas para las fuentes de bajas emisiones en general, además de las renovables, lo que incluye también la energía nuclear y los combustibles a base de hidrógeno, por ejemplo.

Es probable, además, que las energías renovables contribuyan rápidamente a un aumento de la electricidad a base de fuentes ‘limpias’. Este incremento será “lo suficientemente rápido para superar el crecimiento de la generación total de electricidad, reduciendo la contribución de los combustibles fósiles para la energía”, indica el informe. Será clave que se logre mitigar el crecimiento general de la demanda de energía junto con esta integración de más renovables.

¿Qué significan todas estas conclusiones para el calentamiento global? Por una parte, según las políticas que hay en el momento, las emisiones de dióxido de carbono relacionadas con la energía alcanzarán un máximo en 2025, llegando a 37 gigatoneladas, después de lo que caerán progresivamente hasta 32 gigatoneladas para 2050. Esta trayectoria actual pone al mundo en camino a calentarse aproximadamente 2,5 grados Celsius para 2100, en comparación con los niveles preindustriales, 1 grado centígrado más que lo pactado en el Acuerdo de París. Un incremento de este tipo traería consecuencias devastadoras para el mundo y la salud humana. (Le recomendamos: ¿Qué cambiaría y qué no en la tarifa de electricidad con energías renovables?)

“Todavía hay una brecha significativa para alcanzar las ambiciones de tener cero emisiones netas”, indicó Birol en la presentación del informe. Para tener un panorama más esperanzador, se tendrían que dar condiciones distintas, incluidas en los otros dos escenarios que el reporte contempló. En uno de los escenarios, donde los países cumplen con los compromisos climáticos anunciados, las emisiones de CO2 alcanzarían su punto máximo en 2025 y caerían a 12 gigatoneladas en 2050. Esto daría como resultado un aumento de la temperatura media mundial de 1,7 °C en 2100. Hay un escenario aún más ambicioso, el llamado Escenario de Emisiones Netas Cero para 2050 (NZE por sus siglas en inglés). En este, las emisiones caerían a 23 gigatoneladas en 2030 y a cero en 2050. Esta sería la única trayectoria para limitar el aumento de temperatura a menos de 1,5 °C en 2100.

¿Qué implica el camino para alcanzar cero emisiones netas en 2050?

El escenario NZE es “particularmente” ambicioso, reconoció Birol en la presentación del informe. El camino detallado que se presenta en él “sigue siendo estrecho, pero realizable”. La hoja de ruta planteada por los investigadores implica lograr hitos como lograr que el 50% de la electricidad mundial venga de fuentes de bajas emisiones para 2025, dejar de hacer nuevas ventas de carros con motores de combustión interna para 2035 e ir capturando, progresivamente, gigatoneladas del CO2 emitido.

Este escenario conllevará “una transformación profunda de la matriz energética global, a medida que las fuentes de bajas emisiones aumentan dramáticamente (…) Entre 2021 y 2030, las fuentes de suministro de bajas emisiones aumentan en torno a 125 exajulios (EJ)”, resalta el informe

Una de las claves de este escenario es que la electricidad se convierta en el “nuevo eje” del sector energético global, para llegar a proporcionar más de la mitad del consumo final total y dos tercios de la energía útil para 2050. Esto implicaría que la generación total de electricidad crezca un 3,3% anual hasta 2050, un crecimiento más rápido que la tasa global de crecimiento económico en ese mismo período. Para 2030, la electricidad ya debería representar casi el 30% de la participación en vehículos eléctricos, calefacción y producción industrial, entre otros. (Le puede interesar: ¿Puede Colombia tener electricidad 100 % renovable para 2030?)

Gracias a la electrificación, entre otras cosas, se prevé que las emisiones del sector del transporte caigan un 25% para 2030. Esto se asimilaría a lo que sucedería en otros sectores como la industria. Este escenario estima que, para 2050, todos los sectores de uso final logran reducciones de emisiones de más del 90% en comparación con niveles actuales.

Para que esto efectivamente sucediera, también tienen que lograrse otras metas. Por ejemplo, aumentar la capacidad de todas las energías renovables, así como la inversión en estas tecnologías. Para 2030, el gasto en energías limpias e infraestructura se deberá triplicar, junto con una inversión mayor en mercados emergentes y economías en desarrollo.

Y, sin limitar el crecimiento de la demanda energética, alcanzar la descarbonización sería imposible para 2050. Esto se puede hacer con medidas para mejorar la eficiencia energética, haciendo un cambio de combustible (especialmente por medio de la electrificación) y promoviendo cambios en el comportamiento de los usuarios.

Esta aproximación requiere la participación de todos los sectores y países, por lo que es importante que se impulsen esfuerzos para “asegurar que una amplia coalición de países tenga interés en una nueva economía energética, concluye el informe.

En medio de esta crisis energética, recordó Birol, director de la AIE, una de las grandes preguntas ha sido ¿cómo garantizar sistemas energéticos más seguros? La respuesta, para él, está en las energías renovables. “El mundo está luchando con muy poca energía limpia, no demasiada. Transiciones energéticas limpias más rápidas habrían ayudado a moderar el impacto de esta crisis, y ahora representan la mejor manera de salir de ella”, puntualizó.

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María Camila Bonilla

Por María Camila Bonilla

Periodista con intereses en las áreas de medio ambiente, movimientos sociales y democracia, y conflictos y paz.mbonilla@elespectador.com

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