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Quienes estuvieron pendientes de los Juegos Olímpicos de Tokio, Japón, hace cuatro años, recordarán unas escenas que poco se habían visto: atletas desmayándose antes de llegar a la meta, deportistas vomitando tras terminar las competencias o saliendo en silla de ruedas de los escenarios. Con el tiempo, se supo que habían sido las olimpiadas más calurosas de la historia.
A pocas semanas de que empiece una nueva versión de los Juegos Olímpicos, nadie quiere que se respira esa historia. No hay atleta que desee competir a más de 34 grados Celsius, ni con una humedad de casi 70 %. Por esa razón, varios de ellos se acaban de unir en un informe en el que advierten los riesgos de hacer deporte en esas condiciones extremas.
Los deportistas alertan, especialmente, sobre las olas de calor que se pueden presentar en la capital de Francia y recuerdan lo que pasó en ese país en 2003. Producto de un verano con altísimas temperaturas, murieron 14 mil personas. El día más preocupante hubo una temperatura de 39,5 °C. Ahora, sin embargo, hay un elemento que no era tan inquietante en aquel entonces: el cambio climático.
Por eso, en el informe, llamado Rings of fire, elaborado por Front Runners y BASIS, en compañía de la Universidad de Portsmouth y Climate Central, dan cinco recomendaciones al comité organizador, para que no se presente lo sucedido en Tokio: una programación inteligente para evitar los momentos pico de calor; mantener a salvo a los atletas y aficionados con mejores planes de rehidratación y refrigeración; apoyar a los atletas para que se pronuncien sobre el cambio climático; impulsar la colaboración entre organismos deportivos y atletas en campañas de concienciación sobre el clima, y reevaluar el patrocinio de combustibles fósiles en el deporte.
“Es una perspectiva aterradora cuando vemos la dirección que están tomando las cosas y lo rápido que se está deteriorando el clima a nuestro alrededor”, afirmó, a través de un comunicado, Katie Rood, delantera de la selección de fútbol de Nueva Zelanda.
Jamie Farndale, jugador de rugby de Gran Bretaña, aseguró, por su parte, que “no está en el ADN de un atleta detenerse, y si las condiciones son demasiado peligrosas, creo que existe un riesgo de muerte”.
En el comunicado emitido por los atletas y las organizaciones, recuerdan que 2023 fue el año más caluroso jamás registrado, según el Servicio de Cambio Climático Copérnico. Además, añaden un registro reciente que ha prendido las alarmas: el mes de abril de 2024 fue más cálido (en todo el mundo) que cualquier otro abril anterior registrado.
“En [los Juegos Olímpicos de Tokio] sentí que el calor rozaba el verdadero riesgo, el tipo de riesgo que podría ser mortal. Uno de los mejores tenistas del mundo [Medvedev] dijo que pensaba que alguien podría morir en Tokio, y no creo que fuera una exageración [...]. A veces tenemos que jugar en condiciones en las que literalmente se puede freír un huevo en la pista. Esto no es divertido ni saludable. Los golpes de calor son relativamente comunes en el tenis”, recordó, por otra parte, el tenista neozelandés y medallista de bronce olímpico Marcus Daniell.
Pragnya Mohan, la triatleta mejor clasificada en la historia de la India, tiene una buena manera de sintetizar lo que implica hacer deporte de alto rendimiento en temperaturas extremas: “sientes que tu cuerpo se apaga”. En su caso, asegura que ya es difícil entrenar en su país debido al calor.
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