Pero si algunos ven el vaso medio lleno, otros lo ven medio vacío. El objetivo número uno de los ocho, por ejemplo, consistía en erradicar la pobreza extrema en el mundo. Es difícil hablar de éxito con 800 millones de personas en el planeta viviendo aún con menos de un dólar al día. Lo mismo sucedió con los otros siete objetivos.
La pregunta, entonces, es por qué si las naciones fracasaron en cumplir ocho objetivos vale la pena emprender un nuevo proceso internacional en el que se han fijado 17 objetivos de desarrollo sostenible, divididos en 169 metas y que, al menos hasta hoy, pretenden medirse con 320 indicadores. ¿No se está enredando un poco más la agenda del desarrollo?
Philipp Schönrock, director del Centro de Pensamiento Estratégico Internacional (Cepei), dice que la respuesta es sencilla: “Porque esta vez estamos creando un modelo multidimensional que abarca temas desde sus raíces e incluye a los distintos actores”. Schönrock recuerda que los Objetivos de Desarrollo del Milenio fueron una propuesta “de unos pocos, pactados en una cumbre y sin un movimiento fuerte que los respaldara”. Hoy, además, existe una revolución tecnológica de datos que permitirá hacer un seguimiento más detallado y específico de las metas. “Creo que esa es la gran diferencia, por eso pueden funcionar 17 y no ocho. Esta vez tenemos una visión holística del desarrollo”.
Verónica Robledo Vallejo, oficial de política de WWF, comparte este punto de vista. “Los objetivos del milenio no se cumplieron porque les faltó ambición, ser más concretos, tener metas nacionales”. Para la especialista en el tema, aunque es natural que la gente piense que si no se cumplieron ocho objetivos no va a ser posible cumplir 17, la racionalidad detrás de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible es que sean muy específicos, que cada país se apropie de ellos y se comprometa a reportar cifras a nivel internacional. Robledo explicó que por ahora se han fijado 320 indicadores, pero eso es algo que sigue en discusión. Colombia hace parte de un grupo de 20 países que tienen la tarea de resolver los dilemas de este número tan alto y tendrán que hacerlo para mayo de 2016.
Gonzalo Pizarro, asesor regional de reducción de pobreza y desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, cree que hay dos motivos para creer en el nuevo proceso. Primero, porque tener metas como lo demostraron los Objetivos del Milenio permite “saber cuál es el progreso que estás teniendo y tener una idea para enfocar esfuerzos”. En segundo lugar, el enfoque nuevo es más integral. “Los Objetivos del Milenio se enfocaron sólo en el área social; ahora nos enfocaremos en la parte económica y ambiental. Los tres coordinados permitirán tener un crecimiento sostenible a largo plazo”.
Tras la entrega del balance final de los Objetivos del Milenio, Ban Ki-moon concluyó que “la nueva agenda para el desarrollo después de 2015, que incluye el conjunto de objetivos de desarrollo sostenible, trata de capitalizar nuestros logros y situar firmemente a todos los países, juntos, en la senda hacia un mundo más próspero, sostenible y equitativo”.