Día mundial para la protección del oso de anteojos: cuatro esfuerzos para su conservación

Hoy se celebra el Día Mundial de la Conservación de los Osos y, en su conmemoración, presentamos un panorama de la situación para la única especie de úrsidos que habita en Sudamérica.

Yvette Sierra / Mongabay Latam
21 de febrero de 2020 - 04:30 p. m.
El Tremarctos ornatus, cuyo nombre común es oso andino, es la única especie de úrsido que habita en Sudamérica. / Robert Wallace / WCS Bolivia
El Tremarctos ornatus, cuyo nombre común es oso andino, es la única especie de úrsido que habita en Sudamérica. / Robert Wallace / WCS Bolivia

Lo llaman ucumari, jucumari, achupallero o huagrero, pero es más conocido como el oso de anteojos por esa mancha blanca a manera de gafas que tienen en el rostro. El Tremarctos ornatus, cuyo nombre común es oso andino, es la única especie de úrsido que habita en Sudamérica.

A esta carismática especie se le puede encontrar en Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, e incluso, podría estar presente en el norte de Argentina, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) que ubica al oso de anteojos como una especie Vulnerable.

Wallace señala que los primeros estudios de telemetría para seguir a los osos se hicieron en Bolivia y que investigaciones con cámaras trampa para conocer la situación y la abundancia de la especie se han realizado en los países sudamericanos donde habita.

Según la UICN, su población varía en un rango entre 2500 y 10 000 individuos, cantidad que se está reduciendo por la deforestación de los bosques y la consecuente desaparición de su hábitat. Este problema de espacio origina que los osos se desplacen hasta zonas habitadas donde se presentan problemas con las personas, que los ven como una amenaza. Pero también están expuestos al tráfico de especies y a la caza ilegal para usar sus partes en la llamada medicina tradicional.

Bolivia: tras las huellas del jucumari

En el 2014 se publicó el documento Unidades de Conservación Prioritarias del Oso Andino en Bolivia y en Perú, que daba cuenta de aquellos lugares donde aún habita el Tremarctos ornatus, un esfuerzo para conocer la situación de esta especie en ambos países que, según diversas investigaciones, albergan en conjunto el 70% de la población del llamado jucumari.

Este estudio se extendió por la cuenca del río Tambopata, el Parque Nacional Madidi y la Cordillera de Apolobamba. “Hemos utilizado una metodología nueva para nosotros que consiste en dividir el área en grillas y cuadrantes, de tal forma que en cada uno de estos espacios recolectamos evidencia de la presencia de los osos”, explica Guido Ayala, coordinador de investigación científica de WCS.

“Con este estudio vamos a establecer una línea base sobre la presencia del oso de anteojos en Bolivia”, comenta Robert Wallace, quien explica que esta metodología permite definir la ocupación de la especie, las amenazas a las que está expuesto y “hacer recomendaciones para su conservación”.

El investigador de WCS destaca la importancia de las áreas naturales protegidas para especies como esta que necesitan grandes espacios para vivir. “Tenemos que trabajar a nivel de paisaje, pero solo funcionará si se toman en cuenta las áreas protegidas que garantizan la presencia de su población”.

Colombia: un café para los osos de anteojos

En los alrededores del Parque Nacional Natural Tatamá, el café tiene un nuevo significado. Ahora el aromático producto forma parte de un proyecto para la conservación del oso de anteojos.

Así surgió Café Oso Andino –lanzado apenas hace dos semanas– como resultado de uno de los 57 acuerdos de conservación firmados hasta ahora entre propietarios de los fundos y Conservamos la Vida.

“El objetivo es que la gente se dé cuente que hacer conservación, además de cuidar el hábitat y a los osos, también es un camino para mejorar su economía y su calidad de vida”, explica Mauricio Vela, experto en oso andino de Wildlife Conservations Society de Colombia (WCS), una de las instituciones que integra Conservamos la Vida junto a Parques Nacionales Naturales y la Fundación Grupo Argos.

El segundo núcleo está formado por los parques nacionales Nevados, Hermosas y Doña Juana-Cascabel y el tercero, ubicado en el centro oriente del país, corresponde a los sectores de Chingaza, Sumapaz y Picachos. “En estos tres grandes núcleos hemos recuperado, hasta ahora, 2157 hectáreas únicas para la conservación del oso andino”, precisa Vela, en referencia a los espacios recuperados para que los osos puedan desplazarse, reproducirse y encontrar alimento, sin tener contacto con las personas.

Un cuarto núcleo está formado por los parques nacionales Orquídeas y Paramillo; y el último corresponde al núcleo Tama-Cocuy-Pisba, en el límite con Venezuela.

En Colombia, el oso de anteojos ha sido visto como una amenaza. La deforestación y pérdida de su hábitat obliga a estos animales a desplazarse y, muchas veces, ingresan a las fincas donde son víctimas de la caza ilegal, pues los campesinos temen que terminen con sus animales. “Queremos que los campesinos dejen de ver al oso andino como amenaza y, más bien, generar corredores de conectividad”, dice el experto de WCS.
 

Ecuador: dos décadas de liberación del oso andino

Desde 1995, Armando Castellanos ha trabajado en la reintroducción de osos de anteojos a su hábitat natural, además de liderar proyectos para el monitoreo satelital de esta especie en estado silvestre. En todo este tiempo ha puesto en libertad a por lo menos 22 osos que habían sido atrapados cuando eran pequeños y permanecían encerrados como mascotas.

A nivel genético también ha tenido resultados que van dejando más claro cuál es el panorama de esta especie sudamericana. “Hay muy poca variación genética. Desde el norte de su distribución, en Venezuela, hasta el centro del Perú, la especie no tiene cambios genéticos: y desde allí hasta Bolivia y Argentina, la zona sur de su distribución, los osos tienen una pequeña variación genética con respecto a los del norte”, asegura Castellanos, quien ahora dirige la Fundación Oso Andino y lidera el estudio Grandes Mamíferos del Parque Nacional Cayambe Coca, zona alta.

En este parque nacional, la Fundación Oso Andino está buscando solucionar el conflicto entre los osos y los humanos. Uno de los problemas que se ha abordado es el consumo del maíz por parte de los osos que afecta a los campesinos, cuya economía, en muchas ocasiones depende de este producto. El programa, entonces, compensa de manera económica a los agricultores por la pérdida de su cultivo.

Castellanos asegura que en Ecuador las poblaciones del oso andino están estables dentro de los parques nacionales, pero fuera de ellos los riesgos se mantienen. La caza también se ha reducido –dice el experto– sobre todo después de todos estos años trabajando en la reintroducción de la especie. “Hace cinco años que no aparece un oso andino bebé en una hostería, hotel o en alguna casa”, asegura.

Según los estudios realizados en Ecuador, la población del oso de anteojos está entre 4000 y 5000 individuos. “Solo en el área que estudiamos, alrededor de 40 mil hectáreas, habitan entre 60 y 70 osos”, precisa Castellanos.

Perú: un corredor para el Tremarctos ornatus

Una propuesta para conformar un corredor de conservación en el norte del Perú es un nuevo proyecto impulsado por la organización Spectacled Bear Conservation (SBC), dedicada a la protección del oso andino.

“Nuestra propuesta tiene como base los datos recolectados durante nuestros estudios realizados en los últimos 10 años”, comenta el biólogo Renzo Piana, director de Ciencia y Conservación de SBC Perú.

Piana explica que el monitoreo con cámaras trampa realizados en los lugares mencionados ha permitido conocer la distribución de esta especie en el norte del Perú y se han identificado alrededor de 60 individuos. Actualmente, los investigadores de SBC mantienen por lo menos 45 cámaras trampa para estudiar al Tremarctos ornatus.

“Los osos de anteojos son las especies de osos menos conocidas en el mundo”, dice en el Plan Estratégico para 5 años 2019-2023, elaborado por SBC. En el mismo documento se señala que la falta de conocimiento científico y el ritmo actual de desarrollo local está ocasionando la pérdida devastadora de esta especie y de ecosistemas.

Por Yvette Sierra / Mongabay Latam

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