Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

El médico que terminó siendo conservacionista

Con la idea de tener una finca ganadera, José Fernando Robledo compró un terreno en San Francisco, Cundinamarca. Con el tiempo supo que el ganado arrasaba con todo y que prefería conservar, como otros 170 miembros de la Red Colombiana de Reservas Naturales de la Sociedad Civil (Resnatur).

Camila Taborda @Camilaztabor

05 de julio de 2018 - 09:00 a. m.
José Fernando Robledo junto a su esposa, Beatriz Vallejo. / Fotos: Cristian Garavito- El Espectador
PUBLICIDAD

 

Entre las fincas que tuvo su padre, José Fernando Robledo recuerda una en especial. Mil hectáreas de tierra extendida a orillas del río Magdalena, frente a Puerto Boyacá. Una región remota, sin puentes, donde el viejo le había dado por conservar una porción de monte. Alrededor de 20 hectáreas, habitadas por monos aulladores. Se balanceaban de las ramas durante el día, “era una cosa fenomenal”, recuerda. Esa, sin lugar a dudas, era su favorita. Las otras eran igual de encantadoras, con campos incalculables, dispuestos en su totalidad para el ganado. Por eso, 40 años después, con la suerte de ser un renombrado cirujano oncólogo del país, ser el padre de tres jovencitas exitosas y halagar aún a su esposa “Churru por Churra” tras décadas de matrimonio, Robledo empezó a buscar su tierra. 

Como su trabajo lo engancha a la capital, debía ser un terreno cercano. Un lugar en Fómeque, quizás, en Anolaima o en La Vega, tal vez en Subachoque. Todos, municipios de Cundinamarca. Por ese entonces, un día frente al periódico vio el anuncio del que sería suyo. Una finca de once hectáreas en San Francisco, a una hora y media de Bogotá, ofrecida por Alfonso Rivas, más conocido en la región como “El Burro”. Así fue como pronto hicieron negocio, por ambos lados. Porque Robledo, además de realizar su sueño, terminó por salvarle la vida al señor, quien no tenía EPS e ignoraba su insuficiencia renal, el cáncer de próstata y el cáncer de estómago de su esposa.

 El asunto es que Rivas no murió y el médico pudo ver andar sus vaquitas sobre las colinas, con el cerro El Tablazo al fondo y la neblina cubriendo el paisaje. La llamó Paso de Toros. Eso fue hace diez años y todo fue bien hasta que las 30 cabezas de ganado, movidas de un lado para otro, con el fin de dejar descansar la tierra, fueron arrasando con todo a su paso. Sus cultivos fracasaban y los árboles sembrados ni se asomaban. 

La situación empeoró una noche, cuando uno de sus novillos saltó la cerca que lo separaba de la finca vecina. Una reserva natural cuidada por dos parejas conservacionistas. Allí fueron a parar el resto de animales de Robledo, que pisotearon valiosas especies, intocables para los científicos. A pesar de estropear estos ejemplares, el incidente no pasó a mayores. Robledo les ofreció dinero para resarcir el daño, arreglos dentro de la reserva y una decena de disculpas. Pero fue inútil, el daño era grave y la solución de los biólogos, desconsolados, fue la siguiente: “Esto no puede arreglarse con dinero, a cambio disponga un espacio en su finca para conservar”, le dijo en ese entonces Hernando García, subdirector del Instituto Humboldt, uno de sus vecinos. 

Read more!

Abajo izquierda: La Reserva Natural Anamí está junto a Paso de Toros. Sus dueños son biólogos. / Esta es una región rica en recursos hídricos. Varios de sus predios están registrados en Resnatur.

Este, sumado a otro par de impulsos, hizo que Robledo y su familia tomaran una decisión. Primero se hicieron miembros de la Red de Reservas de la Sociedad Civil (Restanur).  Esto es, en palabras de Heidi Pohl, su directora, "una asociación colombiana compuesta por dueños de fincas, campesinos y varias ONG dedicados a proteger una zona natural, donde tienen producción sostenible y conservación voluntaria". 

Read more!

En el caso de Paso de Toros, Robledo decidió conservar cuatro hectáreas como reserva. Al igual que él, otros 170 miembros (naturales o jurídicos) conservan desde dos fanegadas hasta 3.000 hectáreas de tierra por convicción. Pohl estima que la cobertura de Resnatur en todo el territorio nacional es de aproximadamente 55.000 hectáreas, la mayoría de estas en Santander, Nariño y Cundinamarca. 

Dado ese paso, compartiendo con otros miembros que visitaban la finca y escuchando desde ecologistas expertos hasta amateurs, la familia Robledo renunció al ganado y por ende a cualquier intento de conseguir que la finca se financiara sola.

Ahora, sus cuatro nacederos de agua están puros, los animales silvestres pueden deslizarse por allí con la confianza de que los vecinos también custodian su hábitat. Esto garantiza un corredor ecológico, que es una de las apuesta de la Red. Además, es una ilusión para todos en casa saber que, en unos años, recorrerán un bosque compuesto por 4.450 árboles sembrados actualmente. Filas enteras de sangregados, cucharos, pinos romerones, cedros, guamos, balús, arbolocos, robles, chilcos cortando la luz del sol y la neblina con las copas. Una reserva que, a sus 60 años, es como su monte lleno de micos que en otra época lo inspiró.

No ad for you

Por Camila Taborda @Camilaztabor

Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.