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Encontrar animales muertos en las carreteras es cada vez más frecuente. Un reporte publicado este año en la revista Scientific Data, de Nature, registró 208.570 casos de fauna atropellada en 54 países, entre 1971 y 2024 (el 70 % de los datos fueron recolectados a partir de 2013). En el caso de Colombia, como contamos en este artículo, se estima que cada segundo mueren diez animales arrollados por vehículos.
Para Juan Sebastián Arana, ingeniero ambiental de Huila, estas cifras no son sorprendentes. Recuerda que en 2014, cuando viajaba a diario desde el municipio de Rivera hasta Neiva, encontraba casi todos los días animales atropellados durante el trayecto de aproximadamente 21 kilómetros. En ese momento la duda que siempre aparecía era ¿qué animal es? O en el caso de las serpientes, si eran venenosas o no.
Resolver estos interrogantes a través del celular no era tan fácil como ahora. Por esto, Arana decidió empezar a indagar más. Inicialmente, lo hizo como un proyecto para una de sus clases de pregrado, donde llevó una serpiente boa constrictor después de disecarla. “Tuve que aprender a disecar los animales a través de un video en YouTube, y por Facebook logré contactar un mexicano que se dedicaba a este tema para que me guiara”, cuenta el ingeniero ambiental.
Fue así como empezó a recolectar animales atropellados para disecarlos, estudiarlos, y mostrárselos a las comunidades para que ellos también conocieran la fauna de su territorio. Esta colección, reconocida por el Registro Único de Colecciones Biológicas del Instituto Humboldt, se encuentra reunida en el Museo de Historia Natural María Belén Rivera Gualy, que lleva el nombre de la madre de Arana, el director y fundador.
La colección cuenta serpientes, zarigüeyas, mapaches, monos y más animales, que, en su mayoría, han sido atropellados en las carreteras del departamento. Con estos animales va recorriendo diferentes colegios del departamento, especialmente los ubicados en las zonas rurales para enseñarlos.
“Hemos llegado a más de 6.000 personas sensibilizadas. Los niños me dicen que nunca han podido ver animales así de cerquita. Algunos adultos me dicen: “ay, este es el que se come las gallinas”. Entonces, en esos espacios es donde les puedo hablar del animal y darle alguna recomendación para que no haya conflictos con la fauna”, menciona el ingeniero ambiental.
Gracias a este trabajo, dice Arana, se ha logrado sensibilizar a comunidades de Neiva, Rivera, Campoalegre, Yaguará, Gigante, Garzón y otros municipios a través de las redes sociales del museo, donde se comparte el trabajo e información sobre cada una de las especies recolectadas. “Las más afectadas eran las serpientes. La gente, por miedo o estigmatización, las matan al verlas, pero gracias al trabajo de sensibilización y educación que se ha hecho, ahora reportan estos casos a través de grupos de WhatsApp”.
En el caso de los animales atropellados, cuando están heridos se llevan a la autoridad ambiental del departamento, la CAM, porque esta es la encargada de brindarles la atención y hacer el protocolo correspondiente. “A veces la entidad nos dona animales que llegan atropellados para agregarlos a la colección”, explica Arana.
Más allá de la colección y la educación ambiental
Por otro lado, el trabajo del museo también se ha enfocado en recopilar la información necesaria para monitorear los atropellamientos y buscar alternativas. Camilo Rodríguez, biólogo asesor del proyecto GEF Corazón de la Amazonia, le comentaba a este medio hace varias semanas que esta es una situación que “debería tenernos a todos pensando en cómo resolvemos el hecho de que se esté muriendo tanta fauna silvestre en las carreteras, y qué significa esto a nivel de los ecosistemas y los procesos de conservación”.
En ese sentido, Arana, junto a otros investigadores, publicó en 2022 un artículo en la revista Boletín científico del centro de museos de la Universidad de Caldas, en el que registraron 102 ejemplares muertos, entre octubre y diciembre de 2017, en el circuito vial Neiva – Rivera – Campoalegre. El 53 % de los individuos afectados eran mamíferos (51,96 %), seguido de los reptiles (34%) y las aves (12 %).
A nivel de especies, la zarigüeya (didelphis marsupialis) fue una de las más afectadas, también se registraron serpientes boa constrictor, iguanas, y aves como la lechuza, conocida como currucutú. Un estudio del Instituto Humboldt, publicado en 2017, que analizó la información de la aplicación de la Red Colombiana de Seguimiento de Fauna Atropellada (Recosfa), encontró que el 63,1 % de los casos reportados de animales atropellados en Colombia, corresponden a zarigüeyas.
De acuerdo con el instituto, estos mamíferos tienen un rango de hábitat amplio y registran altos niveles de migración entre poblaciones en comparación con otros mamíferos pequeños. Esto podría explicar la alta accidentalidad. “Además, sus hábitos nocturnos y tamaño pequeño pueden estar relacionados a la poca visibilidad para detectarlos en la carretera y evitar su atropellamiento”, menciona el Humboldt.
En ese mismo estudio, los investigadores mencionan que esta es una problemática ambiental que “irá en aumento dadas las proyecciones de la infraestructura vial en el país”. Por esto, agregan, las entidades del Estado deben tomar decisiones basadas en la información proveniente de estos monitoreos para prevenir, evitar y mitigar estos atropellamientos.
Teniendo en cuenta esto, Arana junto con un concejal de Neiva, Juan Diego Amaya, interpusieron una acción popular en el Tribunal Contencioso Administrativo del Huila, en la que le piden a la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), a los ministerios de Transporte y Ambiente, y a otras entidades locales, incorporar pasos de fauna silvestre en la Ruta Nacional 45, la segunda carretera más larga de Colombia, que atraviesa el Huila. La acción popular fue admitida el 23 de septiembre del año pasado, y sigue en curso.
