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A inicios de 2024, el oriente de Bogotá se cubrió durante varios días de una nube de humo que provenía de los Cerros Orientales. Más de 40 hectáreas fueron afectadas por un incendio que requirió el trabajo de bomberos, organismos de socorro y helicópteros para ser controlado. Si bien las autoridades establecieron que las llamas fueron causadas por la actividad humana, la intensidad del fenómeno de El Niño, el cambio climático y las especies invasoras, como el retamo liso, hicieron parte de los factores que favorecieron la propagación del fuego y las dificultades para controlarlo.
Por esos mismos días, empezó a discutirse la necesidad de establecer un racionamiento de agua en los hogares de la ciudad, debido al bajo nivel de los embalses y las pocas lluvias que se presentaron durante el inicio de 2024. La medida llegó en abril de ese año y se extendió durante 12 meses.
Aunque los niveles de los embalses se recuperaron y no se han vuelto a presentar incendios forestales en los Cerros Orientales de Bogotá, estos eventos sí pusieron sobre la mesa una pregunta importante: ¿qué tan preparada está la ciudad para enfrentar los impactos del cambio climático, como el incremento de temperaturas y el descenso en las lluvias?
Ese fue uno de los temas del foro “Legados para una Bogotá mejor preparada para enfrentar el cambio climático”, organizado por Foros El Espectador y la Secretaría Distrital de Ambiente, que se realizó el pasado miércoles 12 de noviembre. El objetivo era discutir el potencial de un nuevo mecanismo para conservar las áreas de alta importancia ambiental de la ciudad que hoy son propiedad privada, como gran parte de los predios de la Reserva Thomas van der Hammen.
El mecanismo busca que los propietarios de esos predios los entreguen voluntariamente a la Secretaría de Ambiente para su protección, a cambio de recibir derechos de construcción que pueden utilizar en áreas de Bogotá destinadas al desarrollo de vivienda. La transferencia de derechos de construcción y desarrollo para la gestión del suelo de la estructura ecológica principal, como se conoce formalmente a este mecanismo, ya se está implementando. Durante el foro, varios actores del sector ambiental de la ciudad discutieron su potencial y los retos que tiene por delante.
Así opera el mecanismo
Adriana Soto, secretaria de Ambiente de Bogotá y una de las ponentes durante el foro, confirmó que el Distrito ya recibió el primer predio utilizando el mecanismo de transferencia de derechos de construcción. Se trata de una propiedad de 9,6 hectáreas ubicada en la reserva van der Hammen. A este podrían sumarse otros 36 predios, que reúnen 228 hectáreas y ya han manifestado su interés en participar con este mecanismo.
Hay varios pasos que deben cumplirse para que los predios pasen a ser públicos. Deben estar ubicados en una de las áreas que hacen parte de la estructura ecológica principal de Bogotá, como los parques de borde de los cerros orientales, la red de parques del río Bogotá y las zonas de importancia ambiental en su cuenca. Sus propietarios, tras manifestar el interés de hacer la transferencia voluntaria a la Secretaría Distrital de Ambiente, recibirán una evaluación del estado de conservación de su predio. Esto se hace con base en criterios como el porcentaje de áreas de cobertura vegetal nativa respecto al área total del predio, la presencia de cuerpos de agua naturales, y si se cuenta con actividades de buenas prácticas ambientales.
A cambio, lo que reciben son certificados de metros cuadrados edificables en varias zonas de Bogotá destinadas al desarrollo urbano, como la Zona Industrial o en la actuación estratégica Montevideo. “En estas zonas hay cerca de 5,2 millones de metros cuadrados dentro de la ciudad que están dispuestos para construir viviendas VIS (de interés social), VIS de renovación urbana y no VIS”, indicó Soto durante el foro. La meta, de acuerdo con la funcionaria, es que para 2027 se hayan gestionado 350 hectáreas de predios en áreas de alta importancia ambiental para ser transferidos a la Secretaría de Ambiente, con el fin de garantizar su conservación.
“El instrumento, en últimas, es un gana-gana: permitirá escalar de forma sustancial la restauración y la conservación en áreas de alta importancia ambiental. Sin este mecanismo, el ritmo de recuperación de estos ecosistemas seguiría siendo muy lento y no acorde con lo que exige estar mejor preparados ante la crisis climática y la crisis de biodiversidad”, explicó Soto. “En reservas como la Thomas van der Hammen —donde cerca del 94% del suelo está en predios privados con restricciones de uso— hasta ahora solo ha sido posible restaurar cerca de 19,3 hectáreas (5,7%). Con este mecanismo, ese avance podrá acelerarse"
Brigitte Baptiste, rectora de la Universidad EAN y magíster en Conservación, definió el mecanismo como “una estrategia innovadora para restituir el flujo de servicios ecosistémicos” en esas áreas de alta importancia ambiental en la ciudad. La primera vez que se mencionó en una norma fue hace 28 años, pero ha sido en los últimos dos años cuando se han definido las reglas para su funcionamiento y se ha puesto en marcha.
Hay otro aspecto crucial en el funcionamiento del mecanismo que, según Henry Garay Sarasty, director general de EcoNat, actúa como un incentivo claro para los actores privados. “Por ejemplo, si un predio de una hectárea en la Reserva Thomas van der Hammen está ambientalmente degradado, el propietario puede recibir 2.500 certificados, que equivalen a 7.500 m² edificables en proyectos de Vivienda de Interés Social (VIS) en áreas como la Zona Industrial de Bogotá (ZIBO). Pero si ese mismo predio está restaurado, podría recibir alrededor de 3.500 certificados, que equivalen a 10.500 m² de VIS por hectárea. La diferencia es enorme”, explicó Garay.
La ventaja es aún mayor para los predios preservados, que pueden recibir hasta el 50 % del área del predio convertida en certificados, lo que incrementa significativamente su valor en términos de edificabilidad en la ZIBO. En resumen, entre mejor conservado esté el predio, más alto es el valor que reconoce el Mecanismo de Transferencia de Derechos de Construcción y Desarrollo. A esto se suma un incentivo adicional del 10 % para los predios que formalicen su transferencia a la Secretaría de Ambiente antes del 31 de diciembre de 2026, lo que acelera la oferta voluntaria de predios y dinamiza la restauración ecológica en las áreas de mayor importancia ambiental de la ciudad.
“El mecanismo premia a quienes conservan, incentiva a quienes restauran y acelera la disponibilidad de predios para la recuperación ecológica de la Estructura Ecológica Principal”, concluyó Adriana Soto.
De acuerdo con el experto, esto podría incentivar proyectos de largo plazo, con alianzas entre privados, para restaurar sus predios con el objetivo de lograr un mejor resultado a la hora de entregarlo a la Secretaría de Ambiente. Esta posibilidad viene acompañada de un reto, señaló Carlos Gutiérrez, subdirector de Planificación y Ordenamiento Territorial en la CAR Cundinamarca: el monitoreo. “Cuando se hace restauración sin planificación, la tasa de supervivencia de las especies que se siembran está entre el 20 % y el 30 %”, afirmó. Por esto, es clave contar con sistemas de monitoreo bien estructurados para garantizar que la restauración de los predios se esté haciendo bien y que sea sostenible en el tiempo.
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