Investigadores de la Universidad de Sídney, en Australia, están buscando establecer la temperatura máxima a la que puede sobrevivir el ser humano. Además, de acuerdo con un artículo de la revista Nature, el equipo está evaluando estrategias de enfriamiento para reducir los riesgos que traen a la salud las situaciones de calor extremo.
Esto, a propósito del aumento del calentamiento global. El Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S) informó en julio de este año que durante 12 meses consecutivos, la temperatura ha sido de 1.5 °C por encima del promedio de la era preindustrial. En ese mismo mes se registró el día más caluroso en el planeta desde 1940. “El problema es que hoy en día tenemos estas condiciones que pueden parecer peligrosas, pero no sabemos realmente qué le van a hacer a la gente”, cita Nature al fisiólogo Ollie Jay.
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Según expone la autora del artículo, Carissa Wong, en Nature, este tema ha sido poco comprendido. La medida que aplican la mayoría de científicos y organizaciones de salud ha sido la de la “temperatura de bulbo húmedo” (WBT, por sus siglas en inglés), presentada en un artículo teórico en 2010 y que plantea un límite de 35 °C para la supervivencia del ser humano. Sin embargo, este modelo no tuvo en cuenta el movimiento y la sudoración, “lo que hace que el resultado sea menos aplicable al mundo real”, se lee en el artículo.
Jay, quién además es director del laboratorio de Calor y Salud de la Universidad de Sídney, empezó su proyecto en 2019, cuando diseñó una cámara para simular las olas de calor actuales y las futuras. Luego, con US$1.3 millones invertidos, se desarrolló un espacio de 4 x 5 metros, en el que los participantes del ensayo pueden realizar ejercicio, comer y dormir. Allí, los investigadores pueden ajustar el nivel de humedad y subir o bajar la temperatura en un 1 °C cada minuto.
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Bajo supervisión médica, se exponen a personas a altas temperaturas para entender mejor sus efectos en el cuerpo humano. “Los sensores conectados a ellos envían información a la sala de control adyacente, que procesa datos sobre variables como la frecuencia cardíaca, la respiración, la sudoración y la temperatura corporal”, explica Nature.
Adicionalmente, el estudio de Jay y su equipo tuvieron presentes otras variables, como la edad y la exposición a sombra o a la luz del sol, la cual simularon. “Entre sus resultados, estimaron los límites de supervivencia de la temperatura corporal en un rango de entre 26 °C y 34 °C para los jóvenes y de entre 21 °C y 34 °C para las personas mayores”.
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Pero los investigadores no se limitaron a esos hallazgos, sino que también quisieron abordar estrategias de enfriamiento para evitar perjuicios en la salud. En uno de sus ensayos, están recreando las condiciones de fábricas textiles de Bangladesh, considerando desde la temperatura hasta la ropa utilizada por los trabajadores. Incluso, han logrado identificar como dichos factores suelen reducir la productividad laboral.
Entre los descubrimientos, Nature expone que “en condiciones húmedas, el uso del ventilador redujo la tensión cardíaca hasta una temperatura del aire de al menos 38 ˚C. Pero en calor seco, el uso del ventilador aumentó la tensión cardíaca. Mojar la piel fue beneficioso tanto en calor seco como húmedo”.
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