Empieza el camino del impuesto a la carne

Primero fue el tabaco. Después vinieron las bebidas azucaradas y las emisiones de carbón.

El Espectador
11 de diciembre de 2017 - 08:01 p. m.
El impuesto a la carne ya se debate en Dinamarca, Alemania y Suecia. / AFP
El impuesto a la carne ya se debate en Dinamarca, Alemania y Suecia. / AFP

Conocidos en inglés como los sin taxes, algo así como los impuestos al pecado, la estrategia de gravar productos o acciones que pueden tener un impacto negativo en la salud de los ciudadanos es una que ya han seguido varios gobiernos. Una opción que no sólo les permite volver más robusta su cartera, sino atacar el origen de varios problemas de salud pública, como la obesidad, los problemas pulmonares y las enfermedades cardiovasculares.

Aunque estos impuestos apenas empiezan a ser adoptados en el mundo, 180 países los tienen al tabaco, más de 60 a las emisiones de carbono y casi 25 a los azúcares, un nuevo análisis publicado por la red de inversores Farm Investment Risk and Return (Fairr) acaba de anunciar qué producto sigue en la fila. Se trata del impuesto a las carnes que, según explica la red, será inevitable.

La idea detrás de este impuesto parte de que la industria ganadera es responsable del 15 % de los gases de efecto invernadero que se emiten en el mundo, sin contar con que la ingesta de carne suele ser mayor a la recomendada, lo que puede desencadenar ciertos problemas de salud. Además, la polución del agua y la resistencia a los antibióticos también juegan un rol esencial en la producción de carnes.

“Si los diseñadores de políticas deben cubrir el verdadero costo de epidemias humanas como la obesidad, la diabetes y el cáncer, a la vez que abordar desafíos paralelos como el cambio climático y la resistencia a los antibióticos, los impuestos a la industria de carne parecen inevitables”, advirtió Jeremy Coller, fundador de Fairr, al periódico The Guardian.

Es más, según el análisis, el impuesto a las carnes ya está siendo discutido en los parlamentos de Alemania, Dinamarca y Suecia. En China, a través de una política del Ministerio de Salud anunciada el año pasado, se buscó que los ciudadanos redujeran su consumo de carne a la mitad.

Debido a que la idea es una que apenas se empieza a saborear, los datos de qué tan efectivos podrían ser estos impuestos todavía no son tan robustos. Sin embargo, un primer reporte elaborado en el 2016 por el programa Oxford Martin sobre el Futuro de los Alimentos señaló que si se pone un impuesto a la carne del 40 %, a los productos lácteos del 20 % y al pollo de 8,5 %, se evitarían casi medio millón de muertes al año y se recortarían drásticamente las emisiones que potencian el cambio climático.

La medida, según Maria Lettini, directora de Fairr, será necesaria si se quiere cumplir con el Acuerdo de París. “A medida que avance la implementación del Acuerdo Climático de París, es muy probable que veamos acciones gubernamentales para reducir el impacto ambiental del sector ganadero mundial. En el camino actual, es muy posible que veamos algún tipo de impuesto a la carne emergente dentro de cinco a 10 años”, agregó a The Guardian.

Para evitar el conocido lobby en los congresos que pueda llegar a tumbar este tipo de propuestas, los autores del documento recomiendan que se use la plata recaudada con este impuesto para subsidiar alimentos más sanos.

Por El Espectador

 

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