"Este oso pardo Kodiak bajó tranquilamente por el lecho del río y se detuvo frente a mí", dice Wenona Suydam. Luego acomodó una cama para recostarse y, una vez estuvo cómodo, se acostó, se dio la vuelta y comenzó a sonreír, cuenta Suydam.
Foto: WENONA SUYDAM