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La transición energética en Colombia ha ganado terreno durante los últimos años. De hecho, en 2024 se cuadruplicó la capacidad de energías renovables en el país, alcanzando los 1,8 gigavatios (GW), que son cerca del 10 % de la electricidad que se produce en el país.
El espacio que ha ganado no ha sido evidente solo en la producción de energía, también en los debates sociales y políticos que plantea el abandono de los combustibles fósiles para darle paso a las energías renovables.
Durante el último año, la discusión por las tarifas de energía en el Caribe, la falta de aprobación social a proyectos eólicos en La Guajira y el rol del gas en la sostenibilidad energética del país han cobrado gran importancia.
Sin embargo, a pesar de los avances en la discusión, la transición energética enfrenta varios retos que generan incertidumbre sobre su futuro. Movilizatorio, una organización dedicada a promover conversaciones para abordar diferentes temáticas, realizó una serie de talleres de discusión en los que reunió a expertos en transición energética. Allí participaron miembros del sector privado, organizaciones de la sociedad civil y comunidades interesadas en discutir los retos de esta transición.
Lo que buscaban a través de estas conversaciones era, “desde la voz de personas expertas, saber en qué sí estamos de acuerdo sobre la transición energética. Ya sabemos que hay puntos de desacuerdo, pero queríamos construir puntos de consenso”, explica Lina Torres, directora de programas de Movilizatorio.
Durante varios meses, expertos del sector se reunieron para discutir los desafíos que debe resolver la transición energética y plantear algunas recomendaciones para hacerlo. El acceso a la información clara y precisa, el fortalecimiento de las leyes que sostienen la transición y la participación de las comunidades fueron algunos de los puntos claves.
La información sobre la transición energética
Uno de los resultados más importantes de este espacio, señala Torres, “fue darnos cuenta de que incluso las personas más expertas en el tema no estaban enteradas de lo que estaban haciendo las demás”. Es decir, que las iniciativas públicas, privadas y comunitarias están desconectadas entre sí, sin saber si hay esfuerzos que se estén repitiendo o que puedan complementarse, y que no hay fuentes de información que agrupen estos temas.
Parte de eso se evidenció en una de las sesiones de reunión, dedicada a discutir los problemas de información alrededor de la transición energética. “Los medios de comunicación nos hablaban de la escasez de fuentes de información. A veces los voceros para un tema en particular son solo una o dos personas, y el tema termina contándose desde muy pocas voces”, advierte Torres.
De allí surgieron dos retos claves para la transición energética en Colombia. El primero es tener información clara y que pueda comunicarse a la sociedad, no solo a un público especializado. El segundo es plantear la posibilidad de tener una “memoria histórica”, dice Torres, con datos e información relevante sobre los avances, con el fin de tener “credibilidad y un punto de comparación” hacia el futuro.
La transición no se hará en cuatro años
Una de las principales banderas del Gobierno Petro, desde su campaña en 2021, ha sido avanzar en la transición energética. Sin embargo, Torres es clara en decir que “nadie va a poder hacer la transición energética en cuatro años”.
Colombia tiene leyes que han facilitado la implementación de energías renovables, como la 1715 de 2014, así como la introducción de nuevas formas de producir energía, como las comunidades energéticas. Sin embargo, eso no es suficiente.
“Necesitamos una transición energética que sea una política de Estado y no una política de gobierno”, apunta Torres. Esto requiere de actualizaciones en la industria, los avances tecnológicos, las normativas y los sistemas económicos. Por ejemplo, en Cesar ha tomado varios años hacer la reconversión laboral para ofrecer nuevas oportunidades de trabajo tras la salida de dos de las minas que producían carbón en la región.
Dentro de las conclusiones del evento, se destacó la necesidad de fortalecer las normas que sostienen la transición energética, como una hoja de ruta a largo plazo, para que durante los cambios de Gobierno “se proteja lo que está funcionando, y se actualice lo que se tiene que actualizar”, afirma Torres.
La participación de las comunidades en la transición energética
Los expertos que dialogaron durante los talleres, reconocen que hay un interés por parte de las comunidades del país por hacer parte de la transición energética. Sin embargo, hay varias barreras para que puedan hacerlo.
La primera son las consultas previas, el punto en el que se han detenido varios proyectos de energía eólica en La Guajira. “Son supremamente burocráticos y complejos. En algunos casos se han desdibujado y se convierten en un sistema que para proyectos, pero que tampoco beneficia a las comunidades”, explica Torres.
Como parte de las conclusiones del evento, se estableció que este tipo de mecanismos requieren actualizarse para afrontar los retos que plantea desarrollar nuevas formas de producción de energía, así como corregir los errores que se han presentado en el pasado en el relacionamiento con las comunidades.
El otro punto es que “es muy difícil para una comunidad participar si no sabe de qué le están hablando”, destaca Torres. Para eso es necesario que la comunicación sea clara y precisa, alejada del lenguaje técnico. Una de las propuestas que surgió durante los talleres fue la posibilidad de hacer educación energética desde los colegios, para enseñar conceptos básicos sobre la producción de energía y los desafíos que plantea.
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