Ovidio Álvarez, un antioqueño de 59 años, cuidaba las áreas protegidas del Parque Nacional Natural Las Orquídeas y trabajaba con las comunidades indígenas y afros en pro de la conservación del medioambiente. Pretendía crear conciencia entre los habitantes sobre el cuidado de las cuencas y el ecosistema.
“Que el parque sirva como un ejemplo de cultura con sus hijos, con sus nietos, que conozcan qué es lo que tienen allí y lo conserven y lo cuiden. Que no sólo seamos nosotros, sino que también trabajemos de la mano, en conjunto, con las familias, las comunidades y organizaciones”, aseguró el guardaparque en una de las entrevistas que publicó la institución donde laboraba.
El funcionario murió trabajando. El 11 de octubre, Álvarez adelantaba un proyecto que resultaría en la construcción de un puente sobre el río Jengamecodá, entre los municipios de Urrao y Frontino. La misión era una acción conjunta entre la Alcaldía de Frontino y las comunidades indígenas y afros. Sin embargo, el objetivo tendrá que continuar sin él, pues mientras el operario atravesaba el río en una balsa, resbaló y cayó a las aguas.
Una vez se confirmó su desaparición, las comunidades de la zona emprendieron la búsqueda cerca del río. Durante los siguientes siete días en el Parque Las Orquídeas se hicieron recorridos terrestres y el personal del programa aéreo de salud de la Gobernación de Antioquia realizó sobrevuelos en el lugar sin reportar novedad. Finalmente, tras las campañas de búsqueda y rescate, la Defensa Civil de la población y la Armada Nacional hallaron el cuerpo sin vida en la vereda Loma Murrí.
El 18 de octubre, el coordinador del Consejo Municipal de Gestión de Riesgo de Vigía del Fuerte, Jáminton Cuesta, declaró que hacia las 7 p.m. los organismos de rescate llegaron con el cuerpo a la morgue del hospital Vigía del Fuerte. Pocos días antes de recibir la noticia, su familia había mandado mensajes de aliento al equipo de búsqueda para encontrar con vida a Ovidio Álvarez.
Inclusive, Natalia Álvarez, una de sus hijas, declaró a un medio local que su familia sentía que su padre estaba vivo, porque aunque él no pudo agarrarse de ninguna piedra, era un excelente nadador y muy estratégico. “Nos enseñó a nadar contra la corriente y en ríos caudalosos”, concluyó.