Greta Thunberg: "No me sorprende el odio enorme contra mí"

La famosa niña sueca esta semana se enfrentó con el secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP, Mohammad Barkindo. Publicamos un capítulo de "Cambiemos el mundo", libro que acaba de salir en Colombia bajo el sello Lumen dentro de su campaña #huelgaporelclima.

Especial para El Espectador *
05 de julio de 2019 - 04:42 p. m.
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Foto: Getty Images - MICHAEL CAMPANELLA

Ayer jueves la activista sueca Greta Thunberg, la niña de 16 años que se convirtió en una de las más influyentes líderes globales frente a la crisis climática, respondió a las críticas del secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP, Mohammad Barkindo, contra quienes señalan como principales responsables a las multinacionales que explotan recursos naturales no renovables. Vía Twitter escribió: "Hay una creciente movilización masiva de la opinión mundial ... contra el petróleo" y esta es" quizás la mayor amenaza para nuestra industria". Se trata de una cita de lo que Barkindo dijo en Viena, Austria, luego de una reunión del club más influyente de explotadores de crudo con ministros de Energía de esas mismas naciones. A eso, Greta respondió: "La OPEP dice que el movimiento de huelgas escolares y los activistas por el clima son su 'mayor amenaza'. ¡Gracias! ¡Nuestro mayor cumplido!". (El discurso de Greta ante el Parlamento Europeo).

El mes pasado Greta recibió, de parte de Amnistía Internacional, el premio de "embajadora de la consciencia" por su lucha a través del movimiento "Fridays For Future" ("Viernes para el futuro"). A propósito de los ataques que enfrenta, El Espectador publica un capítulo del libro Cambiemos el mundo, documento basado en sus discursos, que acaba de publicar en Colombia bajo el sello editorial Lumen. Ella lidera la protesta permanente #huelgaporelclima y la reivindica cada viernes, desde agosto de 2018, frente al parlamento sueco. En el siguiente fragmento responde a quienes la critican por niña, por no científica, por supuestas manipulaciones, entre otros señalamientos (Los movimientos juveniles que siguen a Greta en Colombia):

En mayo de 2018 fui una de las ganadoras de un concurso de redacciones sobre el medio ambiente organizado por Svenska Dagbladet, un periódico sueco. Conseguí que me publicaran el artículo y varias personas se pusieron en contacto conmigo, entre ellas Bo Thorén, de la asociación sin ánimo de lucro Fossilfritt Dalsland. Lideraba un grupo compuesto sobre todo por jóvenes que querían hacer algo por la crisis climática. Mantuve unas cuantas charlas telefónicas con otros activistas. El objetivo era pensar en ideas para nuevos proyectos que atrajeran la atención del público sobre el tema del cambio climático. Bo tenía varias propuestas de actividades que podíamos hacer, desde marchas hasta una especie de huelga estudiantil (que los alumnos hicieran algo en los patios o en las aulas de sus colegios). Esa idea estaba inspirada en los estudiantes de Parkland, que se habían negado a ir al colegio tras los tiroteos.

Me gustó el concepto de una huelga estudiantil. Así que lo desarrollé e intenté que otros jóvenes se unieran a mí, pero nadie mostró mucho interés. Creían que tendría más impacto una versión sueca de la marcha "Zero Hour". De modo que continué planeando la huelga estudiantil yo sola, y después de eso no participé en más reuniones. Cuando les conté a mis padres mis planes no mostraron mucho entusiasmo. No apoyaban la idea de una huelga estudiantil y dijeron que si seguía adelante con ella, tendría que hacerlo sola, sin su apoyo.

El 20 de agosto me senté delante del Parlamento sueco. Repartí folletos con una larga lista de datos sobre la crisis climática junto con explicaciones sobre mis motivos para hacer huelga. Lo primero que hice fue anunciar en Twitter e Instagram lo que me proponía, y enseguida se hizo viral. Luego empezaron a llegar los periodistas y los medios de comunicación. Ingmar Rentzhog, un empresario y emprendedor sueco que también es activista del movimiento climático, fue de los primeros en aparecer. Habló conmigo e hizo fotos que colgó en Facebook. Esa fue la primera vez que lo vi y que hablé con él.

A mucha gente le gusta hacer circular rumores sobre que hay alguien "detrás de mí" o sobre que me «pagan» o me "utilizan" para hacer lo que hago. Pero "detrás" de mí solo estoy yo misma. Mis padres no podían estar más alejados del activismo climático antes de que yo les hiciera tomar conciencia de la situación. No formo parte de ninguna organización. A veces he apoyado y colaborado con varias entidades no gubernamentales que trabajan por el clima y el medio ambiente. Pero soy totalmente independiente y solo me represento a mí misma. Y hago lo que hago de forma totalmente gratuita. No he recibido dinero ni ningún tipo de promesa de futuros pagos. Ni lo ha hecho nadie vinculado a mí o a mi familia.

Y, desde luego, seguirá siendo así. No he conocido ni a un solo activista del cambio climático que esté en la lucha por dinero. Es algo totalmente absurdo. Además, solo viajo con autorización de mi colegio y mis padres sufragan mis desplazamientos y el alojamiento. Y, sí, escribo mis discursos. Pero como sé que lo que digo va a llegar a mucha mucha gente, a menudo pido opinión. También cuento con la ayuda de científicos a la hora de explicar las cuestiones más complicadas. Quiero que todo sea extremadamente preciso para no difundir información errónea o cosas que puedan malinterpretarse.

Hay personas que se burlan de mi diagnóstico. Pero el síndrome de Asperger no es una enfermedad, es un regalo. Los hay también que dicen que una persona con Asperger no podría haberse metido en esta situación. Pero esa es exactamente la razón por la que lo he podido hacer. Porque si hubiera sido "normal" y sociable, me habría apuntado a alguna organización o fundado la mía propia. Pero, como no se me daba muy bien socializar, en lugar de eso, opté por esto.

Me frustraba tanto que no se hiciera nada por la crisis climática que sentí que tenía que hacer algo, lo que fuera. Y a veces NO HACER cosas —como sentarte delante del Parlamento— vale más que hacerlas. De la misma manera que un susurro a veces se oye más que un grito. Luego está la queja de que "hablo y escribo como un adulto". Y ante eso solo puedo decir: ¿no creen que una chica de dieciséis años puede hablar por sí misma?

También hay gente que opina que simplifico excesivamente las cosas. Por ejemplo, cuando digo que "la crisis climática es una cuestión de blanco o negro", que "necesitamos detener las emisiones de gases de efecto invernadero" y que "quiero que entren en pánico". Pero solo lo digo porque es cierto. Sí, la crisis climática es el problema más complejo al que nos hemos enfrentado nunca y vamos a tener que poner todo de nuestra parte para "detenerla". Pero la solución es blanco o negro; necesitamos detener las emisiones de gases de efecto invernadero.

O impedimos que el calentamiento global supere el 1,5 °C o no lo impedimos. O alcanzamos un punto de inflexión en el que desencadenamos una reacción en cadena irreversible que está más allá del control humano… o no lo alcanzamos. O elegimos continuar como civilización o no lo elegimos. No hay grises cuando se trata de sobrevivir. Y cuando digo que quiero que entren en pánico, quiero decir que debemos tratar la crisis como una crisis.

Cuando tu casa está ardiendo, no te sientas y te pones a hablar de lo bonita que quedará cuando la reconstruyas tras un incendio. Saldrás corriendo y te asegurarás de que todos estén fuera cuando llames a los bomberos. Para eso se necesita cierto nivel de pánico. Hay otra objeción contra la que no puedo hacer nada. Y es el argumento de que soy "solo una niña, y no deberíamos escuchar a los niños". Pero eso se arregla fácilmente: empiecen a escuchar en su lugar los sólidos argumentos científicos. Porque si todos escucharan a los expertos y los datos a los que constantemente me refiero, nadie tendría que escucharme a mí ni a los cientos de miles de estudiantes que están en huelga por el clima en todo el mundo.

Todos podríamos volver al colegio. Yo solo soy una mensajera, y sin embargo, recibo todo ese odio. No estoy diciendo nada nuevo, solo repito lo que los científicos llevan décadas diciendo. Y estoy de acuerdo con ustedes: soy demasiado joven para hacer esto. Los niños no deberíamos tener que hacer esto. Pero como prácticamente nadie está haciendo nada, y es nuestro futuro el que está en peligro, creemos que tenemos que seguir adelante. Si tienen alguna otra duda o inquietud sobre mí, pueden escuchar la charla TED en la que explico cómo empezó mi interés por el clima y el medio ambiente. ¡Gracias a todos por su apoyo! Me llena de esperanza".

* Traducido del inglés por Aurora Echevarría. Cortesía Penguin Random House Grupo Editorial.

Por Especial para El Espectador *

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