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Durante años, las discusiones sobre el impacto climático más severo, que podría llevar a la desaparición de territorios enteros, se limitó a dirigir las miradas hacia naciones insulares como Kiribati, ubicada en el océano Pacífico, que están en riesgo de quedar bajo el agua por el incremento del nivel del mar. Sin embargo, los impactos devastadores que han creado los incendios voraces que recorren California y han dejado en cenizas cientos de hectáreas de zonas urbanas, demuestran la magnitud de impacto que estos pueden tener. Estas repercusiones no se limitan a la transformación física de los territorios y desaparición de infraestructura física, estas son bastante más profundas, dejando cicatrices culturales y emocionales.
La actriz Mandy Moore, una de las celebridades que han perdido sus hogares en estos incendios, mencionó: «Janice y yo vivimos en nuestra casa desde 1979. Aquí criamos a nuestros hijos y nietos. Cada centímetro de nuestra casa estaba lleno de amor. Hermosos recuerdos que no se pueden quitar».
El que dichos eventos hayan ocurrido en California —que, si fuera un país independiente, se ubicaría entre las cinco economías más grandes del mundo—, y que es el bastión de la innovación tecnológica y el entretenimiento de los Estados Unidos, denota la magnitud de la crisis climática y la brecha entre el reto existente y el nivel de preparación que tenemos para abordarla.
La afectación de propiedades de celebridades como Mel Gibson, Paris Hilton o Mandy Moore, que han visibilizado la situación en sus redes sociales, eleva la conciencia sobre la crisis y el nivel de exposición al que nos enfrentamos todos ante tragedias de este tipo. La realidad cada vez se parece más a la ficción, y es difícil diferenciar lo uno de lo otro. Cuando vemos imágenes inverosímiles en los medios sobre los devastadores impactos de eventos hidrometeorológicos, como el fuego que recorre California en pleno invierno, cuesta relacionarnos y lo vemos como algo distante, una realidad de “otros”. Sin embargo, todos vamos en el mismo barco y estamos expuestos al mismo fenómeno global: la crisis climática. Tarde o temprano lo sentiremos más cerca y seremos nosotros quienes grabemos videos de catástrofes con nuestros propios dispositivos móviles.
El 10 de enero, la organización Copernicus de la Unión Europea anunció que el 2024 fue el año más cálido en la historia para las regiones continentales y el primero en superar el límite de los 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales (1850 y 1900) para la temperatura media anual mundial. Esos 1,5 °C fueron establecidos en el Acuerdo de París como el límite que no debemos cruzar. Aunque la ciencia indica que este promedio debe sostenerse durante 20 años para estar en una zona de “alarma extrema”, es una señal de alerta máxima y de que estamos ya en un punto crítico.
En la última década, los incendios a nivel global han crecido en tamaño, intensidad y gravedad. La disminución de la humedad en el subsuelo y la superficie, generadas por temporadas de sequía cada vez más prolongadas, como las ocurridas en California, crea una condición propicia para el inicio y la rápida propagación de incendios. Además, la deficiente salud de los árboles, afectados por plagas como los escarabajos de corteza y otros patógenos que los secan y les quitan la vida, los convierte en combustible para el fuego. Las áreas afectadas pierden su cubierta vegetal y aumentan la vulnerabilidad ante fuertes lluvias e inundaciones, ya que la vegetación ya no puede amortiguar los impactos de estos extremos climáticos dado que disminuye su capacidad de absorber agua, endureciéndose y permitiendo que el agua fluya más rápidamente y en mayor cantidad durante las lluvias.
Es un hecho que ya no basta con dejar de afectar a la naturaleza, sino que es necesario regenerar el territorio y contribuir a su recuperación, pues esto fortalece la resiliencia ante los impactos climáticos. Esto incluye a las comunidades humanas, guiadas por la Ciencia, como parte activa del proceso. Mejorar el conocimiento sobre el riesgo de incendios, sus causas y estrategias para ser más resilientes, es esencial en nuestros tiempos. California, con su talento y recursos, puede convertirse en un laboratorio de aprendizaje a nivel global sobre la ecología del fuego.
*Divulgador científico y autor del libro «El ABC Visual del Cambio Climático».
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