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Desde que se utiliza el gas metano en su forma de gas natural licuado (GNL), el mundo científico y político abrió una discusión sobre el impacto que este podría tener el medio ambiente y si debería tenerse en cuenta para la transición energética.
Por un lado, hay quienes proponen que emite menos contaminantes que el carbón y el petróleo, por lo que debería considerarse un combustible “limpio”. Del otro lado, se estima que sus emisiones son altas y que, al producir metano, su impacto podría ser comparable al de otros combustibles fósiles y que su uso también debería reducirse progresivamente.
Actualmente, Estados Unidos es el principal exportador de GNL en el mundo. Sin embargo, a inicios de este año, el presidente Biden ordenó suspender el trámite de nuevos permisos para exportar este combustible, a la espera de que se desarrolle una investigación sobre su impacto en las metas climáticas globales.
El pasado jueves, un estudio publicado en la revista Energy Science & Engineering llevó nuevos argumentos a la discusión y ha sido debatido por científicos. En su análisis, el autor asegura que la huella de carbono del GNL (el total de emisiones contaminantes que genera) no viene del momento en el que se quema, como pasa con otros combustibles fósiles, pues esto aportaría alrededor del 33 % del total de sus emisiones.
El restante vendría, principalmente, de su proceso de transporte alrededor del mundo. Por ejemplo, una parte importante del gas estadounidense viaja hasta Europa, en donde es consumido finalmente. Además, el GNL también pasa por un proceso en el que se vuelve líquido, para ser transportado, y de nuevo gas, cuando se va a consumir. De acuerdo con el autor, estos son procesos intensivos en términos energéticos.
Más allá de estas estimaciones, lo que más ha generado controversia es que el estudio asegura que, teniendo en cuenta el transporte y los procesos de conversión, el gas natural licuado genera más emisiones contaminantes que el carbón o el diésel, por lo que recomienda que se disminuya su uso y se sustituya por energías renovables.
La ciencia no pone en discusión que el gas sea un combustible altamente contaminante y que podría generar emisiones de metano, que pueden tener un impacto hasta 80 veces más alto que el dióxido de carbono.
Sin embargo, hay científicos que critican la metodología del estudio: el autor compara las emisiones del gas que se exporta desde Estados Unidos a varias partes del mundo, con el carbón y el diésel que se consumen en un punto cercano a su lugar de producción, lo que hace que la comparación esté sesgada.
En el marco de esta discusión, Estados Unidos aún no ha decidido si levantará la suspensión al trámite de nuevos permisos para explotar. Donald Trump, candidato presidencial, aseguró que la eliminará si llega a la Casa Blanca, mientras que Kamala Harris esperaría los resultados de la investigación del Departamento de Energía.
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