Publicidad

La especie invasora que amenaza las rutas migratorias de las tortugas gigantes en Galápagos

Un estudio publicado en Ecology and Evolution encontró que la carismática especie evita los bosques de Cedrela odorata, una especie que invade sus rutas migratorias. Ante esto, El Parque Nacional Galápagos realiza acciones de control y restauración de bosques, pero enfrenta limitaciones económicas y logísticas.

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Ana Cristina Alvarado*
15 de septiembre de 2025 - 12:32 a. m.
Un estudio publicado en Ecology and Evolution encontró que la carismática especie evita los bosques de Cedrela odorata, una especie que invade sus rutas migratorias. Ante esto, El Parque Nacional Galápagos realiza acciones de control y restauración de bosques, pero enfrenta limitaciones económicas y logísticas. EFE/ Fernando Gimeno
Un estudio publicado en Ecology and Evolution encontró que la carismática especie evita los bosques de Cedrela odorata, una especie que invade sus rutas migratorias. Ante esto, El Parque Nacional Galápagos realiza acciones de control y restauración de bosques, pero enfrenta limitaciones económicas y logísticas. EFE/ Fernando Gimeno
Foto: EFE - Fernando Gimeno
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Un nuevo estudio encontró que las tortugas gigantes de galapagos evita los bosques de Cedrela odorata, una planta invasora que interfiere en sus rutas migratorias

Un estudio publicado en Ecology and Evolution encontró que la carismática especie evita los bosques de Cedrela odorata, una especie que invade sus rutas migratorias.

especie evita los bosques de Cedrela odorata, una planta invasora que interfiere en sus rutas migratorias

Sebastián y Carlitos son centenarios y pesan alrededor de 250 kilos, pero eso no les impide emprender una travesía anual desde la parte baja y seca de la isla Santa Cruz, en Galápagos, Ecuador, hacia las zonas altas y húmedas. Cada día avanzan a paso lento el equivalente a tres o cuatro cuadras, aunque a veces recorren hasta un kilómetro. Sin embargo, desde hace años se enfrentan a un obstáculo que se expande: los árboles de cedro, una especie invasora que está formando una barrera cada vez más difícil de franquear.

Sebastián y Carlitos son tortugas gigantes del Oeste de Santa Cruz, también conocidas como Chelonoidis porteri, por su nombre científico. La invasión del cedro (Cedrela odorata) amenaza la migración de estas carismáticas especies de las Islas Encantadas, de acuerdo con un estudio publicado en la revista Ecology and Evolution.

“No sabemos qué tan grande es la amenaza, pero definitivamente es una amenaza para las tortugas gigantes del Oeste de Santa Cruz y para las tortugas de otras islas donde la Cedrela ha llegado”, dijo a Mongabay Latam Stephen Blake, autor principal del estudio y profesor auxiliar de biología de Saint Louis University, en Missouri, Estados Unidos. El equipo de científicos también estuvo conformado por miembros de la Fundación Charles Darwin y la Universidad San Francisco de Quito.

Los investigadores colocaron dispositivos de rastreo satelital a 25 tortugas y registraron 140 migraciones en un periodo de 12 años. Una vez que obtuvieron la información, analizaron la sobreposición de las rutas de migración de las tortugas con los bosques nuevos de Cedrela odorata.

Descubrieron que las migraciones de “casi todas las tortugas”, de acuerdo con Blake, estuvieron “abrumadoramente” restringidas a pequeños corredores entre bloques de bosque de la especie invasora. Para los autores, esto demuestra con claridad que animales como Sebastián y Carlitos están evitando la arboleda de cedro. “Estamos preocupados. Si los corredores se cierran [por la expansión de la Cedrela] ¿qué harán las tortugas?”, se cuestionó el científico.

“La expansión adicional de este bosque amenaza la migración de larga distancia y la viabilidad poblacional de las tortugas gigantes de Galápagos”, concluyeron los investigadores. La Chelonoidis porteri está clasificada en peligro crítico, de acuerdo con la Lista Roja de Especies Amenazadas.

El Parque Nacional Galápagos (PNG) lleva a cabo medidas de control del cedro. No obstante, la especie invasora ya cubre más de 1700 hectáreas solo en Santa Cruz. También amenaza a otras especies endémicas como los árboles del género Scalesia y el pájaro brujo (Pyrocephalus nanus), de acuerdo con Rafael Chango Miranda, encargado de conservación y restauración de ecosistemas insulares del PNG.

Perseguir el verdor

Entre enero y mayo, la temporada cálida y húmeda, las lluvias promueven el crecimiento de abundante vegetación en las zonas bajas, suficiente para alimentar a grandes individuos como Sebastián y Carlitos y a hembras y juveniles. A partir de junio, cuando llega la temporada seca, estas zonas se vuelven paulatinamente más áridas. Entonces, disminuye la productividad de la vegetación de manera drástica y, por lo tanto, se reduce la disponibilidad de alimento.

Los individuos pequeños y medianos no tienden a migrar, pero mientras más grande es la tortuga, tiene mayores probabilidades de ser migrante, explicó Blake. Los machos más corpulentos lideran la expedición hacia las tierras altas, pues, por su gran demanda, son los primeros en sentir la falta de alimento en las tierras cercanas al océano.

Las hembras retrasan un poco su partida por la anidación. Solo ponen sus huevos en las zonas bajas y secas de Santa Cruz, donde la temperatura es ideal para la incubación. Una vez cumplida esa tarea, se unen al viaje hacia las áreas de mayor altitud.

Mientras suben, el paisaje cambia. El suelo se vuelve más húmedo y cada vez hay más vegetación verde. Esto se debe a que en las zonas altas hay una “cobertura persistente de nubes”, señala el artículo, que mantiene las lluvias y la humedad del suelo. Estas condiciones permiten que haya productividad de vegetación durante todo el año. En resumen, las tortugas gigantes persiguen el verdor.

Los ejemplares con el rastreador satelital subieron hasta 400 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, la especie llega “probablemente” más lejos, señaló Blake. “Pero hay muchos cambios de vegetación en Santa Cruz y una vía atraviesa la parte alta. En el estudio, los animales pararon en esa vía”, añadió el científico. Esta es otra barrera que, a medida que hay más turistas y pobladores transitando, se hace más impenetrable para estas tortugas de caparazón en forma de cúpula.

El artículo también señala que las tortugas migratorias mantienen un balance energético positivo, mientras que las tortugas adultas residentes en las tierras bajas incurren en un déficit energético. Además, la migración mejora su condición corporal y, potencialmente, su fecundidad.

Menos biodiversidad en los bosques invadidos

Se cree que el cedro llegó a Galápagos en 1940. Los colonos lo habrían llevado desde el continente para aprovechar su valiosa madera en la carpintería y en la construcción. También lo usaban como un cerco natural para delimitar áreas agropecuarias, contó Chango Miranda, el técnico del Parque Nacional Galápagos.

Desde entonces, la Cedrela se ha expandido más allá de las zonas agrícolas e invadió el Parque Nacional Galápagos. El género Scalesia, que contiene unas 15 especies de arbustos y árboles, está entre los más afectados, de acuerdo con el técnico. El cedro ha ido desplazando y reduciendo los bosques de Scalesia de las partes altas, hasta ocupar al menos 1700 hectáreas en el sur de Santa Cruz. La planta invasora también está presente en otras dos islas habitadas, Isabela y San Cristóbal, y en la isla Santiago.

La Cedrela es un invasor exitoso debido a una serie de características. En primer lugar, se adapta fácilmente a diversas condiciones climáticas y es de crecimiento rápido. El viento dispersa fácilmente sus semillas aladas, lo que le facilita la colonización de extensas áreas. Sus retoños pueden crecer varios metros en pocos meses y florecer solo dos años después de la germinación.

Este árbol invasor es alopático, es decir, libera aceites de sus hojas y raíces que inhiben la germinación y el crecimiento de otras especies. Además, sus copas forman doseles muy cerrados, lo que impide que la luz solar llegue al suelo, explicó Chango Miranda. Estas últimas dos características son las principales responsables de que los bosques de Cedrela odorata tengan un 42 % menos de riqueza de especies de plantas endémicas y un 17 % menos de diversidad en relación a los bosques endémicos no invadidos, cita el artículo.

La poca vegetación disponible para la alimentación y la dificultad para mantener la temperatura corporal bajo las copas de Cedrela estarían entre las razones por las que animales como Sebastián y Carlitos evaden estos bosques. Otra hipótesis que plantearon los investigadores tiene que ver con el hecho de que los bordes del bosque están flanqueados por densos matorrales de mora (Rubus niveus), otra especie invasora, que pueden ser impenetrables.

Mientras tanto, los bosques de Scalesia, señaló Chango Miranda, están asociados a un sotobosque –la formación vegetal que crece debajo de los bosques– “más generoso y más diverso”. En esos ecosistemas hay, por ejemplo, una mayor diversidad de insectos que son el alimento del pájaro brujo, clasificado como vulnerable en la Lista Roja de Especies Amenazadas.

Ingenieras de Galápagos

Las tortugas gigantes modifican la estructura de la vegetación, de acuerdo con Blake. “Cavan, se revuelcan y mueven cosas. Son como una excavadora biológica”, añadió el experto. Al mismo tiempo, se alimentan de diferentes tipos de plantas, controlando la expansión de ciertas especies y dando espacio al florecimiento de otras. “Son las jardineras de Galápagos”, dijo.

También dispersan las semillas de las frutas que comen, liberándolas en sus excrementos. Durante los al menos tres millones de años que han estado en las islas, este ha sido un rol importante para mantener la biodiversidad, pero las cosas están cambiando. Con unas 1700 especies introducidas en el archipiélago, ahora estas gigantes también dispersan semillas de plantas invasoras que afectan el ecosistema, como la guayaba (Psidium guajava).

“Si los humanos nunca hubieran venido a Galápagos, las tortugas tendrían solo un rol positivo, pero porque hemos cambiado la ecología de Galápagos, las tortugas pueden tener efectos positivos como negativos”, explicó Blake.

No obstante, si las rutas de migración se bloquean por la expansión del Cedro, los autores del estudio advierten que puede haber una “reducción de la población” de las tortugas gigantes del Occidente de Santa Cruz. En consecuencia, se perdería su rol como ingenieras del ecosistema, lo que provocaría la pérdida de biodiversidad de las islas.

Falta de financiamiento en el control

La Dirección del Parque Nacional Galápagos realiza acciones de control enfocadas en “áreas de alto valor ecológico”, de acuerdo con Chango Miranda. Esto quiere decir que allí habitan especies vulnerables que se busca proteger, como el petrel (Pterodroma phaeopygia). Su personal trabaja de manera sistemática en unas 60 hectáreas.

Para eso, talan los árboles de cedro con motosierras y aplican de manera focalizada herbicidas para evitar el rebrote. Aquí se enfrentan a otro problema. En el área descampada, la mora llena rápidamente el espacio. Lo evitan reforestando especies como las del género Scalesia y otras plantas nativas de las islas. Al año siembran unas 60 000 plántulas, aseguró el técnico del Parque Nacional Galápagos.

“Estamos trabajando en nuevas áreas, no solo para controlar las especies introducidas, sino para recuperar el bosque de Scalesia y el pájaro brujo. Tenemos proyectado recuperar 200 hectáreas en los siguientes años”, dijo Chango Miranda. Además, advirtió que faltan el involucramiento de la sociedad y recursos económicos. El control de 1000 hectáreas ascendería a los 7 millones de dólares.

Blake, por su lado, considera que es necesario continuar con los estudios para entender, por ejemplo, la dinámica de la Cedrela, cómo manejarla, cómo las gigantes de Santa Cruz responderían a ese manejo y confirmar los motivos por los que tortugas como Sebastián y Carlitos evitan los bosques de la especie invasora. Sin embargo, él y sus colegas científicos también se enfrentan a la falta de financiamiento.

“Las poblaciones de tortugas están relativamente bien. Esto no quiere decir que seamos conformistas, no quiere decir que no tengamos que manejar la Cedrela y otras especies invasoras, pero tenemos el lujo del tiempo para ayudar a las tortugas gigantes”, concluyó el científico.

*Este artículo fue publicado originalmente en Mongabay.

🌳 📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre el ambiente? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🐝🦜

Por Ana Cristina Alvarado*

Conoce más

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.