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La mortal mosca que amenaza a una danta de Colombia en peligro de extinción

Del tapir de montaña, estiman los científicos, quedan entre 200 y 300 individuos en la Cordillera Central del país. A las amenazas que lo han acechado, y que llevaron a categorizarlo como En Peligro de extinción, se le sumaron recientes reportes de infestaciones por gusano barrenador, una larva mortal que afecta, principalmente, al ganado. ¿Cómo llegó este gusano hasta los tapires? La respuesta podría estar en el cambio climático.

César Giraldo Zuluaga

17 de mayo de 2025 - 09:00 a. m.
La danta de montaña (Tapirus pinchaque) es, de las tres especies de tapires, la más pequeña y amenazada.
Foto: Cortesía de Diego Lizcano
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Hace un par de años, al celular del biólogo Diego Lizcano llegaron unas fotos y videos en los que se veían unas imágenes que ahora califica como “impactantes”: algunas dantas de montaña (Tapirus pinchaque), que habitan en cercanías al Parque Nacional Natural Los Nevados, en Risaralda, tenían huecos en sus cuerpos llenos de gusanos. Desde 2023, agrega el doctor en Ecología y Conservación de la Biodiversidad de la Universidad de Kent (Inglaterra) y quien ha investigado a esta especie por más de dos décadas, los reportes de esta situación, varios de ellos realizados a través de las redes sociales, han aumentado.

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Aunque desde 2019, cuando a la Corporación Autónoma Regional de Risaralda (CARDER) llegó el primer reporte de una danta de montaña herida y con gusanos, los científicos sospecharon que podía tratarse del gusano barrenador, solo fue hasta noviembre del año pasado que pudieron confirmarlo con certeza. Dos análisis, adelantados por la CARDER y por varios científicos colombianos que pertenecen al Grupo de Especialistas de Tapires de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), arrojaron que las larvas encontradas en una de las dantas correspondía a la especie Cochliomyia hominivorax.

Este gusano es, en realidad, la larva de una mosca muy conocida en el país y el continente, donde ha afectado por décadas al ganado, principalmente, dejando a miles de estos animales muertos y multimillonarias pérdidas económicas. Sin embargo, como advierte Juliana Vélez Gómez, bióloga colombiana con doctorado en Ciencias de la Conservación de la Universidad de Minnesota (Estados Unidos), y vicepresidenta del Grupo de Especialistas de Tapires de la UICN, es la primera vez que se reporta infestación de estas larvas en la danta de montaña.

Individuo de danta de montaña (Tapirus pinchaque) captado por una cámara trampa en Risaralda.
Foto: Cortesía de Diego Lizcano

Desde 2019, confirma Jackeline Rivera Gómez, bióloga responsable del programa de fauna amenazada de la CARDER, se han reportado siete casos de dantas de montaña con gusano barrenador, y solo un individuo que logró sobrevivir a las heridas. Del total, cinco casos corresponden a los dos últimos años. Eso sí, reconocen los tres científicos, es muy posible que se trate de un subregistro, pues estiman que no todos los animales afectados han sido reportados a la autoridad.

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Aunque puede parecer un número menor, científicos como Lizcano y Vélez están preocupados, pues estas infecciones mortales se suman a otra serie de amenazas que han ido reduciendo la población de esta especie de tapir —el mamífero terrestre más grande de los Andes—, al punto de ser categorizado por la UICN como En Peligro de extinción. “Cualquier animal que se pierda de esta población es importante porque quedan muy poquitas dantas”, resume el biólogo.

A Vélez, investigadora posdoctoral en la Universidad de Stanford (Estados Unidos), además, le inquieta esta problemática, pues las dantas de montaña juegan un rol ecológico muy importante en las cordilleras central y oriental, donde se concentra su distribución en nuestro país: con una longitud total de 180 centímetros, una altura que casi alcanza el metro y un peso de hasta 250 kilogramos, estos animales son conocidos como los ingenieros de los ecosistemas, pues ayudan a dispersar las semillas de las especies de plantas más grandes. “Siembran semillas mientras se mueven”, sintetiza la bióloga.

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Pero, ¿qué llevó a que el gusano barrenador ahora afecte a las dantas de montaña? Mientras los investigadores y la corporación ambiental regional intentan responder a esta inquietud, hacen un llamado a los gremios ganaderos y a las autoridades nacionales para aunar esfuerzos y conservar a esta especie en peligro de extinción, al tiempo que se avanza en la erradicación de la mosca. Piden, además, no olvidar que este es un problema de salud pública, que también puede afectar a los humanos.

La danta de montaña (Tapirus pinchaque) se distribuye en Colombia, Ecuador y norte de Perú.
Foto: Cortesía Juan Camilo Cepeda

Una vieja conocida en un nuevo huésped

En 1858, el entomólogo francés Charles Coquerel describió por primera vez la enfermedad que produce la miasis —infestación parasitaria causada por gusanos en los tejidos— del gusano barrenador del ganado (GBG), al identificar el caso en un prisionero en la Isla del Diablo, en la Guyana Francesa.

Entre la mitad del siglo XIX y la mitad del siglo XX, el gusano barrenador empezó a afectar, principalmente, al ganado en todo el continente americano. La infestación de este gusano, explican los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, ocurre cuando las moscas Cochliomyia hominivorax ponen cientos de huevos en las heridas o aberturas (como nariz y ojos) de los animales. Al cabo de unas horas, los huevos eclosionan y se convierten en larvas que se alimentan de tejido vivo.

Larva de la mosca Cochliomyia hominivorax, conocido como gusano barrenador.
Foto: John Kucharski - Departamento de Agricultura de los Estados Unidos

El nombre de gusano barrenador, continúa la agencia de salud pública de EE. UU., “se refiere al comportamiento alimentario de las larvas, que barrenan o perforan los tejidos sanos”, lo que puede generar un gran daño en el animal hospedador, provocándole profundas y dolorosas heridas que, sin tratamiento, pueden generar la muerte del animal.

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De acuerdo con estimaciones del Organismo Internacional de Energía Atómica (OEIA), los países de América del Sur, donde la miasis es endémica, pueden requerir al año más de 3.600 millones de dólares por cuenta de las medidas preventivas, las pérdidas de animales y la disminución de la producción pecuaria, entre otros aspectos. Justamente la OEIA, a mediados del siglo pasado, inició el programa de erradicación más exitoso que se ha implementado hasta la fecha.

Con machos estériles modificados genéticamente, el organismo, en sociedad con Estados Unidos, logró erradicar al gusano barrenador en este país y en todos los demás hacia el sur hasta Panamá. Mientras tanto, en países como Colombia y el resto de Latinoamérica, a excepción de Chile, la enfermedad sigue siendo endémica, pues no entraron en los programas que promovieron desde el norte.

Sin embargo, desde 2023, y tras más de 20 años libres de gusano barrenador, varios países, como Panamá, Nicaragua, México y Costa Rica, han vuelto a reportar miles de casos, la mayoría de ellos, en ganado. En este último, a mediados de 2024 se reportó, por primera vez, la muerte de un tapir centroamericano (Tapirus bairdii), una de las tres especies de tapires que hay en América.

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En este punto, Vélez hace una aclaración importante. “Hay un dato que solemos pasar por alto, los tapires son los mamíferos terrestres más grandes de los Andes y Colombia es el único país que tiene las tres especies de estos animales, que también se conocen como dantas”. Esto es clave, ya que el caso registrado en Costa Rica se dio en un tapir centroamericano, mientras que los reportes en nuestro país corresponden al tapir de montaña.

Si bien los científicos reconocen que, en teoría, el gusano barrenador puede afectar a cualquier mamífero de sangre caliente, como los tapires de montaña, los recientes casos en Risaralda les inquietan, pues suelen hacerlo en altitudes bajas, como la Amazonia o la Orinoquia, donde habita la tercera especie de los tapires que hay en el territorio nacional: el de tierras bajas (Tapirus terrestris). “En Colombia —agrega Vélez— ha estado principalmente asociado a tierras bajas. Los ganaderos están acostumbrados y familiarizados con la ‘gusanera’”, como también se le conoce a esta enfermedad.

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Entonces, ¿cómo llegó el gusano barrenador hasta la danta de alta montaña? Hasta el momento, los investigadores tienen varias hipótesis que deben seguir estudiando. La primera de ellas, resaltan Vélez y Lizcano, tiene que ver con el cambio climático. “Mi opinión es que las dantas han recibido una muy buena política de conservación en Risaralda y, en cierta forma, han mejorado sus poblaciones. Esto ha hecho que bajen un poco en la montaña”, empieza apuntando el biólogo.

“Lo que ha sucedido con el cambio climático es que el gusano barrenador está llegando a zonas más altas y termina solapándose con el hábitat de la danta de montaña”, que se encuentra, principalmente, en la Cordillera Central y Oriental, entre los 1.400 msnm y los 4.800 msnm, complementa Vélez. Aunque los investigadores colombianos todavía no cuentan con la evidencia científica para afirmar con seguridad que esta es la causa de los recientes casos, un estudio publicado en 2019 en la revista académica Royal Entomological Society ya advertía que el calentamiento del clima “ampliará la zona de favorabilidad y aumentará la frecuencia y gravedad de los brotes”.

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A lo anterior, Victoria Rodríguez, médica veterinaria de la Universidad Nacional e integrante del Grupo de Especialistas de Tapires de la UICN, agrega que la fuerte afectación que están teniendo las larvas en las dantas se deba a que, “como nunca había llegado allá, las dantas no tienen estrategias de defensa”. A criterio de la médica veterinaria, directora de la Asociación de Veterinarios de Vida Silvestre (VVS), pueden pasar varios años para generar esa estrategia.

La segunda hipótesis la plantea el biólogo Juan Camilo Cepeda Duque, quien también hace parte del Grupo de la UICN, y que en los últimos años ha estado monitoreando otra amenaza reciente sobre las dantas: los perros dejados en libertad que atacan a estos mamíferos.

Captura de un video en el que se ve a un perro persiguiendo a una danta en Risaralda.
Foto: Cortesía Juan Camilo Cepeda

Como contamos en este artículo de hace un año, Cepeda, Lizcano y otros científicos, obtuvieron, por primera vez, videos que dejan en evidencia el ataque de estos perros a las dantas de montaña. En los últimos meses, Cepeda ha encontrado perros en cercanía del hábitat de las dantas que han tenido gusanera, lo que reforzaría su hipótesis de que estos animales domésticos pueden ser hospedadores y vector del gusano barrenador.

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De hecho, en enero de 2020, científicos colombianos reportaron, por primera vez, dos casos de miasis causada por Cochliomyia hominivorax en perros callejeros del país, en la revista académica Veterinary Parasitology: Regional Studies and Reports. Pese a esto, es importante resaltar que hace falta más evidencia que permita corroborar la hipótesis de Cepeda.

Mientras los investigadores y la CARDER continúan con el análisis de los datos recopilados hasta la fecha, y avanzan en el monitoreo para poner a prueba sus hipótesis, el manejo que la autoridad ambiental le ha dado a los casos de gusano barrenador en dantas se ha enfocado en un manejo veterinario.

Intervención de profesionales de la CARDER en una danta de montaña afectado por gusano barrenador.
Foto: CARDER

El problema, como señala Rivera, de la CARDER, es que capturar a estos animales es “extremadamente complejo”, dada su velocidad. Aunque han podido identificar dantas que tienen heridas por el gusano en una etapa inicial, estas logran escapar, pues aún no presentan afectaciones graves. “Se logran capturar ya cuando están muy mal”, lo que dificulta el tratamiento y reduce las posibilidades de supervivencia, agrega la bióloga de la autoridad ambiental regional.

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Esto inquieta particularmente a los científicos, pues la población de estos animales se ha calculado entre los 200 y los 300 individuos, entre los departamentos de Risaralda, Quindío, Caldas y Tolima, según Lizcano.

Tanto los científicos colombianos que integran el Grupo de Especialistas de Tapires de la UICN, como la CARDER, le hacen un llamado al sector ganadero y a entidades de carácter nacional, como el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y el Ministerio de Ambiente, para que se integren en la respuesta a esta reciente problemática. Rodríguez, por ejemplo, espera que la situación con las dantas pueda ser abordada en el Grupo Permanente de Expertos sobre el GBG que coordina la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), y de la que Colombia hace parte desde finales de abril de este año.

Rivera, de la autoridad ambiental de Risaralda, plantea que la respuesta no puede recaer solo sobre esta corporación, pues el gusano barrenador es una plaga que supera sus capacidades y no cuentan con los recursos económicos para adelantar estrategias de erradicación. Esto último es clave para la médica veterinaria Rodríguez: “no podemos pasar 10 años capturando dantas. Necesitamos erradicar la mosca”.

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