En uno de los pocos caminos rurales del sector Las Juntas de la vereda La Balsa, en Chía, hay varios carros particulares atravesados. Frente a ellos, tractomulas y otras máquinas pesadas están parqueadas desde la segunda semana de mayo.
Los carros pertenecen a las personas que desde hace unos 30 años empezaron a poblar esa esquina del municipio. Las máquinas pertenecen al consorcio que se ganó la licitación para construir la segunda Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) del municipio. Y la escena no sería noticia si no estuviera a punto a de desatar una confrontación con Esmad incluido en el –hasta ahora– pacífico rincón campestre.
La crisis no para de crecer. La pregunta obvia es ¿cómo llegó este conflicto a convertirse en la primera plana de todos los medios locales de Chía?
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