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Este miércoles la Comisión Europea aprobó su controvertido plan con el que busca que la energía nuclear y ciertas plantas de generación eléctrica a partir de gas se consideren inversiones “verdes”. (Le puede interesar: El año clave para las energías renovables: ¿cómo van los proyectos?) Descarbonizar la economía y transitar a energías renovables)
La iniciativa, bastante criticada por diversos sectores, hace parte de una propuesta llamada “taxonomía” que pretende distinguir las tecnologías sostenibles de las que no lo son para orientar las inversiones en la transición ecológica. “Tenemos que abandonar lo más rápidamente posibles fuentes de energía altas en emisiones de carbono, como el carbón. Durante esta transición, eso podría significar aceptar soluciones imperfectas”, dijo la comisaria de Servicios Financieros de la Comisión, Mairead McGuinnes en una rueda de prensa.
En consecuencia, la Comisión Europea plantea que se consideren “sostenibles” las centrales nucleares con permiso de construcción antes de 2045 y las plantas de gas que emitan menos de 270 gramos de CO₂ por kilovatio/hora hasta 2031, o menos de 100 gramos en el conjunto de su vida útil. Hasta ahora solamente inversiones en energías renovables podían beneficiarse de este ‘sello verde’ de la Comisión. (Le puede interesar: La paradoja que afecta las energías alternativas en Colombia)
El pasado 31 de enero, el primer borrador de la propuesta fue enviado a los países miembros, el Parlamento Europeo y a una plataforma de expertos que asesora a la Comisión. Desde entonces las reacciones no se hicieron esperar. La plataforma de asesores rechazó en un informe, presentado la semana pasada, que la energía nuclear y el gas natural sean concebidos como “verdes” en los términos planteados por la comisión, y manifestaron estar “profundamente preocupados” por el impacto que pueda tener sobre el medio ambiente.
El gas emite un 30% de CO₂ menos que el petróleo y la mitad que el carbón; contamina menos el aire (menos óxidos de azufre y nitrógeno). Pero sigue siendo una energía fósil, responsable de alrededor del 22% de las emisiones mundiales de CO2 en 2021, según la Agencia Internacional de Energía (AIE). Su producción genera también importantes fugas de metano, cuyo impacto sobre el calentamiento global es muy superior al CO₂. (Le puede interesar: ¿Por qué Colombia sigue apostando por energías del pasado?)
Si el mundo quiere mantenerse por debajo del 1,5 °C de calentamiento respecto de los niveles preindustriales, hay que posponer “desde ahora” cualquier nuevo proyecto de exploración de gas, calculó la AIE. Con el auge del gas para la generación de energía en Asia, la agencia pide que se utilice de forma “más eficiente” y se sustituya en los países desarrollados. Instituciones como el Banco Europeo de Inversiones han dejado de financiar proyectos relacionados con el gas. Por su parte, la energía nuclear no emite directamente CO₂. Cuando se analiza su ciclo de vida -emisiones vinculadas con la extracción de uranio o al hormigón de las centrales- emite menos que el gas, e incluso, que la energía solar. Sin embargo, conlleva el riesgo de accidentes catastróficos, y el asunto, aún sin resolver, del almacenamiento a largo plazo de los desechos altamente radioactivos.
Reacciones en contra de la propuesta
Para organizaciones ambientalistas como Avaaz, considerar el gas y la energía nuclear como “verdes” permitiría canalizar miles de millones de euros que se necesitan para fuentes renovables en “proyectos sucios” que generan toneladas de residuos radioactivos.
Gobiernos de la Unión Europea también han manifestado su desacuerdo. En Viena, la ministra austríaca de Medio Ambiente, Leonore Gewessler, adelantó que el gobierno está dispuesto a ir a la justicia europea contra el proyecto.
“Prepararemos los detalles legales en las próximas semanas, y si esta taxonomía entra en vigor iniciaremos un procedimiento ante el Tribunal de Justicia de la UE”, dijo Gewessler. En tanto, el canciller Karl Nehammer apuntó en Twitter que “la energía nuclear no es verde ni sostenible. No puedo comprender la decisión de la UE”.
Alemania -un país altamente dependiente del gas para mover su industria- encabezó el grupo de países que se opone a la inclusión de la energía nuclear en el programa de inversiones “sostenibles” y defiende la inclusión del gas.
Austria, Dinamarca, Suecia y los Países Bajos publicaron una carta conjunta en oposición a la inclusión del gas, una fuente de energía fósil.
A partir de ahora comienza a correr un plazo de cuatro meses (que se podría extender dos meses más) para que el Parlamento Europeo evalúe y discuta el texto. Pasará a ser definitivo si en ese periodo de tiempo no se reúne una mayoría de bloqueo. Para ello sería necesario que se opongan el 72 % de los Estados miembros en el Consejo (20 países), que representen, a su vez, al menos el 65 % de la población de la UE, o que lo rechace la mitad del pleno de la Eurocámara (353 diputados).