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“La transformación energética en América Latina necesita de pilotos que lideren el cambio”

Así lo dijo el director de la división de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la Cepal, Joseluis Samaniego, en la séptima sesión de la cátedra Repensar Nuestro Futuro, del Foro Nacional Ambiental (FNA).

Centro ODS
16 de abril de 2021 - 07:59 p. m.
Es importante establecer máximas y mínimas de uso de energía de acuerdo al contexto del cambio climático,
Es importante establecer máximas y mínimas de uso de energía de acuerdo al contexto del cambio climático,
Foto: Pixabay

En la séptima sesión de la cátedra Repensar Nuestro Futuro, del Foro Nacional Ambiental (FNA), cuatro personas que han estudiado a profundidad las consecuencias del cambio climático en América Latina y el Caribe hablaron sobre algunos elementos esenciales para lograr una transición que permita mitigar los efectos de la crisis climática en las próximas décadas.

En esta conversación participaron Joseluis Samaniego, director de la división de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la Cepal; Pablo Bertinat, director del Observatorio de Energía y Sustentabilidad de la Universidad Tecnológica Nacional en Rosario, en Argentina; Manuel Pulgar Vidal, exministro del Ambiente de Perú y líder de clima y energía para WWF Internacional y Adriana Lobo, directora ejecutiva del World Resources Institute México y Colombia.

Claves del diagnóstico

En primer lugar, Samaniego explicó algunos de los problemas actuales que tiene América Latina para cumplir con acuerdos globales que permitan afrontar la crisis climática. Por ejemplo, mientras que la emergencia climática va en aumento, en los países de la región todavía no se han consolidado los instrumentos para alcanzar un cambio económico y ambiental. De hecho, dijo el expositor, “no hay piloto nacional; nadie está planificando en las naciones el cambio en el estilo de desarrollo y, por otro lado, el sector financiero y hacendario van muy a la zaga, tal vez piensan que todavía no es su agenda”.

En la región todavía hay varios temas que son necesarios debatir. Por ejemplo, agregó Samaniego, “la economía política de la acción climática puede reforzar o mitigar desigualdades”. Por otro lado, hacen falta reformas, como al indicador del PIB, el cual no tiene en cuenta los costos ambientales del desarrollo. “El PIB nos está llevando al desastre como medida sustitutiva del bienestar, de hecho, el reto de la emergencia climática es el reto de la sostenibilidad del desarrollo, ya no es un tema ambiental solamente”. Si bien el Acuerdo de París estableció unas contribuciones determinadas para reducir las emisiones de carbono, el presupuesto para América Latina y sus herramientas para afrontar el cambio climático pueden no ser suficientes, agregó.

Hay varios puntos por revisar, pues como señaló el expositor, América Latina y el Caribe tiene baja responsabilidad en las emisiones globales, con cerca de un 8,3% de las emisiones totales. En la región, las emisiones provienen: “el 45% del sector energético, 23% por agricultura y 19% por ganadería cambios de uso del suelo”. Si bien la región no es una de las que más emisiones genera a nivel global, sí tiene una alta vulnerabilidad frente al cambio climático. Entre 1970 y 2019, por ejemplo, en América Latina y el Caribe se registraron 2.309 desastres naturales que causaron 510.204 muertes y 297 millones de personas afectadas.

Por otro lado, agregó Samaniego, pese a que el porcentaje en las emisiones de gases no es mayor en la región, lo cierto es que las emisiones han generado serias afectaciones a la salud de los habitantes, principalmente en las grandes ciudades por la contaminación. Adicionalmente, para la adaptación al cambio climático los países de la región, principalmente del Caribe, tienen altas deudas externas, lo que les impide muchas veces aumentar su rubro para planes ambientales. Por esta razón, el expositor recomendó persuadir a los acreedores para que otorguen alivios de deuda por resiliencia.

Para alcanzar un cambio, Samaniego señala que son necesarios al menos estos tres elementos: desarrollar un proceso técnico, proponer un cambio estructural y ejecutar los planes de descarbonización. Y de aquellos requisitos se desprenden la transformación de la matriz energética, el impulso de movilidad sostenible, la revolución digital, la bioeconomía, la economía circular y el turismo sostenible. En todo el proceso serán claves planos normativos así como nuevas políticas fiscales, de lo contrario la adaptación al cambio climático no será fácil.

Elementos de la transición energética

En la segunda parte de la cátedra, Pablo Bertinat, director del Observatorio de Energía y Sustentabilidad de la Universidad Tecnológica Nacional de Rosario (Argentina), habló sobre algunos elementos para hacer efectiva una transición energética en América Latina y el Caribe. En la región, dijo, la transición debe fortalecerse, pues todavía predomina un sistema energético fósil, “desigual, centralizado y rentístico”.

Hoy, agregó, empresas como Petrobras, Pemex y Pdvsa, “funcionan más con la lógica de empresas privadas” y en parte por eso han aplazado su transformación de sus industrias. En esta transformación también es fundamental el rol de los consumidores, pues como señaló Bertinat, “el sistema energético se configura como un conjunto de relaciones que vinculan al sistema humano entre sí con la naturaleza y que se encuentran determinadas por las relaciones de producción existentes”.

En ese sentido, agregó, la energía debe ser concebida como “patrimonio y derecho” y para construir la sustentabilidad energética se deben tener en cuenta valoraciones “ecológicas, éticas, estéticas, culturales, económicas, sociales y políticas”. Si en las sociedades se deja de concebir la energía como un fin en sí mismo, agregó, podría convertirse en una herramienta para mejorar la calidad de vida y en esta misma línea las sociedades deberían replantearse otras formas de satisfacer las necesidades humanas.

Las siguientes fueron otras ideas propuestas por Bertinat: establecer máximas y mínimas de uso de energía de acuerdo al contexto del cambio climático, establecer un programa de eliminación de pobreza energética, vincular las políticas de hábitat con las energéticas y priorizar el suministro mediante fuentes renovables. Algunos elementos para el desarrollo en el futuro son los siguientes: “pensar en tecnologías adecuadas para subsidiar los procesos de democratización y desarrollo e impulsar tecnologías para la inclusión social y orientadas a solucionar problemas sociales y ambientales frente a tecnologías convencionales orientadas a la obtención del lucro”. Para terminar, señaló, lo más importante es “recuperar la idea de la energía como una herramienta para satisfacer necesidades humanas en un contexto de recursos finitos e inequidades”.

Es momento de actuar

Para Adriana Lobo, directora ejecutiva del World Resources Institute en México y Colombia, los efectos de la crisis climática se han hecho cada vez más evidentes en la región, por lo que se debe pasar de la formulación de transiciones a la acción. En México, por ejemplo, “la quema de bosque ha aumentado a tal punto que hoy, el 83% del territorio nacional presenta condiciones de sequía moderada o severa. En Ciudad de México, de hecho, ya estamos viendo una racionalización del agua”. Lobo mencionó otro ejemplo sobre cómo la región va en la dirección equivocada. Las hectáreas que perdió la Amazonia brasileña en 2020, por ejemplo, “equivale a liberar las emisiones de 570 millones de autos”.

Para ella, es clave que los países conozcan los beneficios de la transformación, sobre todo en los impactos positivos para la salud de los habitantes. “Los cambios urbanos en China, India, Indonesia, Brasil, México y Sudáfrica pueden generar retornos de 12 billones de dólares y agregar cerca de 31 millones de empleos en sectores claves: transporte, electrificación y eficiencia energética”.

Para finalizar, Manuel Pulgar Vidal, exministro de Ambiente de Perú, dijo que en la región hay esperanza, pues el mundo “ya ha entrado en una nueva economía que tiene en cuenta el cambio climático. La evidencia es cuando el presidente Trump, el líder de la mayor economía global, se retiró del Acuerdo de París y dijo que iba a recuperar todas las instalaciones de carbón. Al finalizar su periodo, lo cierto es que las industrias de carbón se siguieron cerrando. El camino es irreversible”.

Por supuesto, agregó, la Cumbre Mundial del Clima en 2021 debe generar más precisión en las políticas para reducir las emisiones de carbono y otras sobre su precio. De otro lado, lo cierto es que los países en la región han hecho un gran esfuerzo por fijar sus metas de reducción en más del 40%, como lo hicieron Chile y Colombia. Las empresas privadas, puntualizó,deben tener en cuenta que hay países como Francia que ya no financian proyectos a base de petróleo sino que hay una apuesta importante por las energías renovables.

Por Centro ODS

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