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Uno de los muchos factores que influye en comportamiento del clima en el mundo está relacionado con la Circulación Meridional Atlántica (CMA). Se trata de un sistema de corrientes que se encargan de llevar agua salada y caliente desde el sur hacia el norte del planeta, que luego se enfría y se hunde para hacer su camino de vuelta.
Esta corriente tiene influencia en el comportamiento de las lluvias en regiones como Sudamérica y gran parte de África. Además, también influye en las temperaturas que se presentan durante algunas estaciones, como el invierno, en Europa.
Durante los últimos 20 años, la ciencia ha hecho seguimiento al comportamiento de estas corrientes y también ha hecho esfuerzos por estimar cómo se comportaba en el pasado, antes de que se monitoreara.
A raíz de este seguimiento, han surgido discusiones sobre lo que podría pasar con estas corrientes de aquí a 2100, teniendo en cuenta el impacto del cambio climático en su funcionamiento. Recientemente, una investigación publicada en la revista científica Nature ha sumado nuevos argumentos al debate, y reafirmando la preocupación sobre el debilitamiento de estas corrientes.
El nuevo estudio testeó a través de modelos de simulación el comportamiento de la CMA, poniéndola a prueba en escenarios de aumento de temperatura de la superficie del mar y de un incremento cuatro veces mayor de la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Esto implica que los modelos simularon diferentes escenarios, incluido un extremo cambio climático.
En sus resultados, los investigadores aseguran que se presenta un debilitamiento de entre el 20 y el 80 % de la Circulación Meridional Atlántica bajo las condiciones estudiadas. Sin embargo, consideran que es poco probable que este sistema de corrientes colapse por completo antes de 2100.
Para afirmar esto, los científicos encontraron que, aun bajo condiciones extremas, la CMA tiene mecanismos que permiten su estabilización, mitigando su debilitamiento. Es decir, las corrientes de agua cálida y salada seguirían fluyendo hacia el norte, y las de agua fría y en las profundidades fluiría de vuelta al sur.
Un estudio publicado en 2023 en la misma revista ya había explorado los mecanismos de recuperación que tenía este sistema de corrientes bajo escenarios de aumento de temperatura.
Otros estudios, como uno publicado en 2024 en la revista Physical Sciences, aseguran que el debilitamiento sí podría llevar al colapso del sistema de corrientes antes de 2100.
A pesar de tener diferencias en el estimado de probabilidades de que el sistema colapse antes de 2100, los científicos sí coinciden en que hay un debilitamiento de estas corrientes y, sin importar si es del 20 o el 80 %, implicaría cambios significativos en el comportamiento del clima.
Algunas de las preocupaciones incluyen una alteración de las lluvias que llegan a regiones como Sudamérica, modificando su intensidad y los períodos en los que se presentan. Esto podría tener un impacto fuerte en la agricultura y, en consecuencia, la alimentación de la población.
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