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Las mujeres que quieren convertirse en restauradoras de la selva del Guaviare

Durante casi una semana, 16 mujeres de diferentes veredas del Guaviare aprendieron técnicas de restauración en el departamento, donde la deforestación disminuyó un 22% durante el segundo periodo 2023 respecto a los demás años. Esto impulsó al Instituto Sinchi y al proyecto Paz con la Naturaleza a involucrar a las mujeres en la solución de este problema relacionado con el conflicto armado.

Luisa Fernanda Orozco
23 de marzo de 2024 - 08:00 p. m.
Taller para mujeres sobre técnicas de restauración en el Guaviare.
Taller para mujeres sobre técnicas de restauración en el Guaviare.
Foto: Cortesía

La familia de Maribel García llegó al Guaviare mucho antes de que ella naciera. Creció escuchando las historias de sus abuelos sobre ríos caudalosos, bravos, y la selva que se extendía compacta por todo el departamento. Por eso, Maribel cuenta que sus antepasados utilizaban hachas y peinillas para “tumbar y tumbar” los árboles que, en ese entonces, parecían infinitos.

Pero las generaciones cambian y, como recuerda García, si bien ese era el método que sus abuelos encontraron para sobrevivir económicamente hace más de 50 años, hoy en día la realidad es otra. Aunque las últimas cifras del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) indican que en el Guaviare la deforestación en el segundo semestre de 2023 disminuyó un 22% respecto a 2022, el departamento sigue siendo una zona del arco amazónico colombiano afectado por esta problemática que preocupa al Ministerio de Ambiente por sus dinámicas y riesgos. “¿Qué le vamos a dejar a nuestros nietos y al futuro?”, se preguntaba García a la salida de la estación experimental El Trueno, del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), ubicado en San José del Guaviare. Su hija, Yesica León, le sostenía el bolso a pocos metros de distancia. Ambas estaban ahí por un taller para aprender a reforestar dirigido solo a mujeres. Además de ellas dos, otras 13 asistieron, cada una con historias ligadas al conflicto armado de nuestro país y a la implementación de paz.

El taller, que se dictó entre el 20 y 24 de febrero pasado, fue convocado por Paz con la Naturaleza, un proyecto financiado por el Gobierno Británico a través de UKPACT que, desde 2018, viene trabajando iniciativas con excombatientes y civiles para ayudar a la implementación del Acuerdo de Paz, firmado en 2016 entre las antiguas FARC-EP y el Gobierno Nacional. En palabras de Angélica Pinzón, consultora del proyecto, ese taller de cinco días fue la primera vez que algunas de sus participantes se alejaron de sus casas por tanto tiempo. Maribel, por ejemplo, no recordaba cuándo había sido la última vez lejos de su esposo. “Creo que nunca lo había dejado solo por tantos días”, dijo.

Aunque Paz con la Naturaleza ya había trabajado con esas familias en talleres que no tenían que ver con reforestación, eran los esposos, los abuelos o los hijos los que participaban. “Ellas se quedaban en sus casas y no hacían parte. Por eso, esta vez la invitación fue exclusivamente para ellas”, contó Pinzón. Cada una de las participantes fue convocada por veredas. Contactaron a algunas agrupaciones de mujeres con las que Paz con la Naturaleza ya tenía relación, y les dijeron que escogieran a dos de sus integrantes para viajar a la capital del departamento durante los días del taller.

Durante algunas jornadas, profesionales del Sinchi le enseñaron a las mujeres sobre el bioma amazónico: sus presiones por la pérdida de cobertura vegetal y los riesgos relacionados con la deforestación. Les enseñaron a reconocer fotografías tomadas por satélites que mostraban puntos de afectación en sus propias veredas. Incluso, compararon imágenes pasadas con versiones actuales para hacerse una idea del cambio. En ese momento, muchas de ellas aceptaron que, años atrás, también deforestaron porque era la única forma de tener ingresos económicos extra para mantener a sus familias.

Hicieron reconocimiento de territorio deforestado con caminatas y el equipo técnico del Sinchi les enseñó qué tipo de plantas podían sembrar para restaurar de manera adecuada una porción de tierra según sus características. También, les hablaron de herramientas que podían utilizar para monitorear las acciones de restauración, como el Sistema de Información Ambiental Territorial de la Amazonía Colombiana.

El Sinchi contó que, aunque son poco conocidos, ya existen otros grupos de mujeres que restauran cobertura vegetal en el departamento, como AMUTRAGU, ASOMUJERES, ASOMUJEGUA y COMFASOL, las cuales, además de realizar procesos de reforestación, trabajan en otros temas sociales y económicos. “Lo que pasa es que, siempre que pensamos en restauradores, hablamos de hombres. Se nos olvida el papel crucial que han tenido las mujeres en la conservación de la naturaleza, y ni hablar de su rol en la implementación del Acuerdo de Paz”, explicó Jaime Góngora, director de Paz con la Naturaleza y profesor asociado a la Universidad de Sídney, Australia.

En palabras de Góngora, la mayoría de las participantes del taller tenían historias con el conflicto armado: desde víctimas de algún hecho, hasta familiares de firmantes de paz que están intentando reincorporarse a la vida civil. Por ejemplo, una de las participantes, Carmen Rosa Medellín, contó que su hijo de 23 años es firmante de paz. Desde 2016, ambos tienen una corporación cultural para que los jóvenes realicen prácticas artísticas y labores sociales. Adicional a eso, Carmen también vende sus propias artesanías.

Su historia no es muy diferente a las de otras mujeres participantes del taller. Cada una tiene su propia iniciativa económica en áreas como la gastronomía, la defensa de los derechos humanos, y el ecoturismo, como Lucy Tovar y Claudia Cocuy con el avistamiento de toninas en la Laguna de Nare, a dos horas de San José del Guaviare. Ambas ofrecen paquetes turísticos diferentes para quienes quieren conocer la laguna, un lugar donde anteriormente hubiera sido impensable una actividad de ese tipo por su proximidad con uno de los territorios más mencionados durante el conflicto armado: Mapiripán, donde alrededor de 120 paramilitares perpetuaron masacres entre el 15 y 20 de julio de 1997.

El papel crucial de las mujeres

Yolvi Padilla, asesora de la dirección de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), encargada de apoyar a los firmantes de paz en su reincorporación a la vida civil, asistió también a los cinco días de talleres en el Sinchi. Acompañó a las 15 mujeres que hicieron parte y habló con ellas sobre la importancia de su rol. “No podemos negar que, si el mundo continúa siendo machista y patriarcal, algunos departamentos también lo son y en mayor medida. El Guaviare es uno de esos territorios, que, aunque ha tenido grandes avances, todavía presenta grandes dificultades”, dijo Padilla.

Por eso, para ella, es sumamente significativo que sean mujeres quienes quieran conformar un grupo de restauradoras en el departamento, pues ellas también han jugado un rol fundamental en la construcción de paz tras la firma del Acuerdo en 2016. Pero, de manera específica, para tener una perspectiva de lo que ha sucedido en el Guaviare en el marco del conflicto, debemos remontarnos a una cifra que da la Unidad de Víctimas, y es que el 21 % de las personas que habitan allí fueron víctimas.

Múltiples instituciones, como el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y el Museo Casa de la Memoria, han explicado que las mujeres han jugado un rol crucial en la implementación de paz. Ellas han sido en mayor medida quienes han buscado a las personas desaparecidas de nuestro país, exigido justicia e implementado la reparación. Han brindado apoyo emocional y económico a otras víctimas, y han defendido sus territorios de actores armados a pesar de las consecuencias; a pesar de que una de las frases más dichas para describir cómo eran tratadas durante el conflicto era la de “botín de conquista”. “¿Qué es lo primero que hace un actor armado cuando entra a un pueblo?”, explicaba Lucía González, excomisionada de la Comisión de la Verdad. “Asesinar y violentar sexualmente a sus mujeres para generar miedo”. “Pero las mujeres no somos ningún botín”, le dijo a la Unidad de Víctimas Cecilia*, una mujer que contó su testimonio ante esa entidad en mayo de 2023.

Ahora, en palabras de Padilla, en una región en la que todavía hay un conflicto entre distintos actores del conflicto armado, y donde la deforestación es un fenómeno central en estas disputas, no sorprende que las mujeres también quieran restaurar la cobertura vegetal para ayudar a reparar los daños. “En Colombia, tenemos prácticas ancestrales de cuidados con la naturaleza que han sido llevados a cabo únicamente por ellas. Ahora, el que un grupo de mujeres como las que reunió Paz con la Naturaleza en el Guaviare quieran sembrar árboles en lugares donde ya no están, resulta sumamente importante. Esto también le demuestra a ellas que su papel es fundamental, sin importar qué tan patriarcal o machista sea su contexto. Por eso, deben contar con apoyo económico y social para hacerlo”, explica Padilla.

El problema de la deforestación

Desde la firma del Acuerdo de Paz, la deforestación ha tenido varios picos en el Guaviare. El Ideam señala que el más significativo fue durante 2019, con 38.742 hectáreas deforestadas. Para explicar esto, en su momento varios analistas del CNMH, la Wildlife Conservation Society e, incluso, estudios científicos publicados en la revista Nature durante 2020, sugirieron que la disparada de la deforestación tras el proceso de paz se debió a que las zonas donde se encontraban las extintas FARC fueron ocupadas por otros actores ilegales. Su propósito era tumbar árboles y generar ganadería, agricultura, cultivos de coca y venta de madera.

Ahora, en cifras más actuales, el Ideam explicó que, durante 2023, la deforestación fluctuó: pasó de 3.033 hectáreas afectadas en el cuarto trimestre de 2022, a 4.037 durante el mismo periodo de 2023. Esto sería igual a decir, por ejemplo, que la deforestación pasó de ser aproximadamente 216 veces el tamaño de la Plaza de Bolívar de Bogotá en 2022, a 288 veces en 2023.

Además, esa problemática aumentó de manera drástica en el municipio de Calamar. Sin embargo, durante el segundo semestre de 2023 se representó una reducción del 22% respecto al mismo periodo de 2022. Igualmente, y en palabras del Ideam, las cifras oficiales de monitoreo y deforestación de 2023 se publicarán durante junio de 2024.

El Guaviare está lejos de la imagen que vieron los abuelos de Maribel García hace 50 años. Ahora, al llegar en avión al aeropuerto, se ve que, entre la selva que rodea al río del mismo nombre, hay parches de tierra pelada, café, que arde durante el día por incendios provocados.

El Sinchi y el Ideam están de acuerdo al decir que, aunque la mayoría son ilegales, resulta difícil frenarlos. Según múltiples personas que no quisieron dar su nombre para este artículo, todo el Guaviare tiene una presencia fuerte por parte de grupos paramilitares y frentes de Gentil Duarte, una de las disidencias de las Farc que, en 2016, se sumó a las agrupaciones que rechazaron el Acuerdo de Paz. Todos estos actores pueden deforestar por diferentes motivos.

Alberto*, otra de las personas que quisieron reservar su nombre para este artículo, dijo que hace un par de años las disidencias comenzaron a dar permisos para deforestar y así tener más fuentes de financiamiento. “Lo otro es que hace como 3 años se volvió a sembrar fuerte la coca frente al fracaso del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos (PNIS). Esos proyectos productivos tienen un problema muy estructural, que es la falta de vías de acceso para que los cultivos sembrados tengan buena rentabilidad”, explicó Alberto. Incluso, en sus palabras, los campesinos que decidan deforestar para tener ingresos extra reciben $5 millones de pesos por hectárea talada, cifra que corroboró el Sinchi.

Sin hablar que, como lo dijo el periodista Pablo Correa en un artículo publicado por este diario, Colombia está perdiendo un promedio de 1.500 kilómetros de bosque anual, un área que, según sus cuentas, equivale a 25 veces la isla de Manhattan. Cerca del 65 % corresponde a bosques amazónicos.

El pasado 7 de noviembre de 2023, la ministra de Ambiente, Susana Muhammad, presentó cifras preliminares sobre deforestación en lo que iba de ese año, según los boletines trimestrales del Ideam. Dentro de los resultados más importantes, se encuentra una disminución de alrededor del 70 % en los primeros nueve meses de 2023 en comparación con el mismo período de 2022. Pero esa reducción, a pesar de mostrar un avance en la contención de la deforestación en esta zona clave del país, tiene varias preocupaciones detrás por lo que “no queremos ser triunfalistas”, explicó Muhamad. La misma ministra aseguró que reducir la deforestación “dependerá de lo que pase con la Paz Total”.

El anuncio de la llegada del fenómeno de El Niño al país también podría tener implicaciones en el comportamiento de la deforestación durante el último trimestre del año. Generalmente, la mayor cantidad de hectáreas deforestadas en la Amazonia se presentan en los primeros y últimos semestres del año, porque es cuando se incrementa la temporada seca. El Niño hace que esa temporada se anticipe y por esto estarían incrementando las hectáreas deforestadas en Guaviare y Caquetá.

De cualquier manera, Góngora explica que todos estos ingredientes hacen que cada vez sea más indispensable la importancia de que existan grupos restauradores en el Guaviare. “Y, de manera más importante, es fundamental que estos grupos estén constituidos por mujeres, quienes han tenido un papel crucial en el posconflicto”, dijo Padilla.

¿Qué sigue para ellas?

Durante el último día de la jornada, Góngora y Pinzón hicieron énfasis en que, después de su formación con el Instituto Sinchi, las 15 mujeres tenían la oportunidad de agruparse formalmente para ser restauradoras del Guaviare. Incluso, se plantearon la posibilidad de presentarse al Minambiente para hacer parte del Programa Nacional de Pagos por Servicios Ambientales (PSA), en el que se paga a personas naturales o jurídicas que ayudan a preservar y restaurar ciertos ecosistemas.

Para recibir el pago, explica Minambiente, deben rendirle cuentas a la autoridad ambiental encargada de su territorio. “Eso le permitiría a ustedes continuar con el grupo y recibir un incentivo económico mientras lo hacen”, explicó Góngora durante la jornada final. “Además, la mayoría está en zonas sumamente delicadas, como la Laguna Damas del Nare, donde hay delfines rosados, por sus proyectos ecoturísticos. El ecoturismo y la preservación ambiental deberían ir de la mano”, continuó. En palabras de Góngora, esperan contar con el apoyo de ese despacho para llevar a cabo otros proyectos similares.

Las participantes debatieron cómo podría ser la estructura de representación del grupo, el propósito que tendría y sus principios. Al final del día, ya habían conformado un grupo con 5 representantes de diferentes veredas para determinar los pasos a seguir. “Esto nos hace sentir valiosas”, dijo Maribel. “Pero, de manera más importante, a continuar con las iniciativas por las que tanto hemos trabajado durante los últimos años, porque, de alguna manera, nuestro trabajo está unido a la naturaleza, y si ella no sobrevive, nosotras tampoco”.

*Nombre reservado por petición de la fuente.

Luisa Fernanda Orozco

Por Luisa Fernanda Orozco

Periodista de la Universidad de Antioquia.@luisaorvallorozco@elespectador.com

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Gonzalo(fs89y)23 de marzo de 2024 - 08:36 p. m.
Mis felicitaciones, me gustaría saber su economía, Vias, salud, educación y gastronomía del Guaviare
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