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Lo que no se dice en las cumbres del clima

Tenemos el pie en el acelerador para impulsar acciones climáticas, mientras que algunos tienen el pie en el freno y han puesto, además, el freno de mano. Opinión.

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Santiago Aparicio Velásquez*
10 de diciembre de 2025 - 12:46 p. m.
Imagen de las protestas que hubo en Belém, Brasil, durante la COP30.
Imagen de las protestas que hubo en Belém, Brasil, durante la COP30.
Foto: EFE - Andre Borges
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En un mundo impregnado de dinámicas de polarización, donde los péndulos políticos se mantienen en los extremos y parece más difícil acordar y resolver a través del diálogo, en la COP 30 de Cambio Climático en Brasil, 194 países intentaron alinearse y llegar a acuerdos en un contexto donde el multilateralismo, y el sistema principal que soporta las Naciones Unidas, ha estado siendo cuestionado recientemente, hasta el punto de que algunos incluso mencionan que podría estar implosionando.

En esta Cumbre número 30, realizada en Belém, ciudad ubicada en la selva amazónica de Brasil, se intentó abordar colectivamente la problemática del cambio climático y hubo logros moderados. Uno de estos fue reafirmar los compromisos previos, ratificando que existe una arquitectura institucional y un proceso en movimiento. Seguimos avanzando en la dirección correcta, con un espacio de encuentro para articular visiones y acciones, pero a la velocidad incorrecta, que no permite mantener la temperatura bajo 1.5 grados para evitar alteraciones de mayor impacto que las que hoy ya estamos viviendo.

El “momentum” que se ha ganado a lo largo de estos 30 años de conversaciones formales en las cumbres (Conference of the Parties – COPs) es tal, que quienes desean contener o ralentizar la velocidad y profundidad de la transición han tenido que intensificar sus esfuerzos de cabildeo en los últimos años a niveles tan visibles que resultan innegables. Parecería que las COP se han vuelto la arena, el ruedo, donde salen a relucir las técnicas de la comunicación estratégica, las relaciones públicas y el cabildeo (lobby).

Tenemos el pie en el acelerador para impulsar acciones climáticas, mientras que algunos tienen el pie en el freno y han puesto el freno de mano. Mencionar que solo los países productores, como Arabia Saudita, son quienes frenan, es una sobresimplificación, pues países que son grandes consumidores, como China o India, también pueden contribuir a ralentizar bajo las banderas de una transición justa.

Siempre se ha dicho que el verbo crea la acción, y las narrativas que se plantean terminan creando una realidad. En ese sentido, vale la pena visibilizar dos casos que son tan increíbles que podrían pasar a la historia como “récords Guinness” del cabildeo. En el documento de 200 páginas aprobado como producto de la COP 30, no aparecen en el texto las dos palabras “combustibles fósiles”, siendo este el protagonista de toda la crisis que vivimos. Por otro lado, en el documento que dio lugar a la creación del Fondo Tropical de Protección de Bosques, impulsado por la presidencia de la COP desde la Amazonía solo aparece la palabra “deforestación” una vez, siendo esta la principal amenaza de los bosques.

Pareciera que seguimos dando círculos infructuosos, pero se van abriendo conversaciones valiosas con actores que antes no estaban dialogando sobre el tema y, desafortunadamente, por la creciente manifestación de impactos del cambio climático, las conversaciones sobre adaptación y resiliencia siguen avanzando. De hecho, en la COP se empieza a poner sobre la mesa la necesidad de triplicar el financiamiento climático para la adaptación. La tecnología continúa avanzando en sofisticación, precisión y reducción de costos, gracias a la masificación en su uso. La Agencia Internacional de Energía indica que este año las inversiones en energías renovables duplican las realizadas en combustibles fósiles, y muchos ciudadanos empiezan a construir confianza sobre los vehículos eléctricos al ver las calles de varias ciudades inundándose con estos silenciosos vehículos.

En un mundo cada vez más interconectado —literalmente— y con mayor comprensión sobre la interdependencia y la necesidad de abordar problemas complejos, como la crisis climática, de forma colectiva, los sistemas multilaterales y las grandes Convenciones Marco, como la de Cambio Climático, deben afianzarse. Al igual que los liderazgos, que, aunque algunos son valiosos, hacen falta compromisos más contundentes que no posterguen una acción que, entre más lejos se deje, más costosa, más impactante y más difícil será. En la COP30 de Brasil quedó pendiente que las naciones atendieran el llamado de unirse en un mutirão para enfrentar juntos una crisis que ningún país puede resolver en solitario.

*Divulgador científico y autor del libro «El ABC Visual del Cambio Climático».

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Por Santiago Aparicio Velásquez*

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