Los peces sí sienten dolor según la ciencia

La más reciente evidencia resuelve una pregunta moral que se debate desde hace años, y que la ciencia quiere responder. El interrogante es qué hacer al respecto.

Redacción VIVIR
10 de enero de 2018 - 05:24 p. m.
Wikimedia Commons
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En 2016, el neurobiólogo Brian Key escribió el artículo “¿Por qué los peces no sienten dolor?”. En él explica que estos animales simplemente no tienen la estructura cerebral para sentir dolor. El dolor humano, argumenta, sucede en la corteza cerebral, esa región del cerebro asociado con la experiencia consciente y el pensamiento. Es un sistema complejo de emisión y recepción de información.

De acuerdo con Business Insider, esto significa que la corteza no solo convierte un estímulo, un pinchazo, en una reacción, como quitar la mano. Eso es solo una vía: acción-reacción. En cambio, la corteza da vuelta a la sensación: de ahí el dolor.  

Los peces, que carecen de corteza cerebral, en teoría no sufren este “coletazo”, así que cualquier comportamiento que “parezca” doloroso, como retorcerse cuando lo sacan del agua, es solo eso, un comportamiento, no una sensación. Key terminó en la palestra, y no a manos de animalistas, sino de unos 40 científicos que se lanzaron a debatir la evidencia que presentó en Animal Sentience, un diario interdisciplinario sobre la sensación de los animales.

Otros de sus colegas neurocientíficos, Hanna y Antonio Damasio, profesores del Instituto del Cerebro y Creatividad de la Universidad del Sur de California, hicieron parte de los detractores. En un estudio publicado en 2016, explican que el dolor no solo sucede en la corteza, por lo menos en los humanos, y que es un comportamiento –o una sensación, o una respuesta– mucho más compleja incluso en organismos más simples, como los peces que si bien no tienen corteza cerebral, sí tienen una especie de sistema nervioso.

En otro estudio, de 2014, un equipo zoólogos de la Universidad Macquarie, Australia, realizó un análisis de todo lo publicado desde 1975, cuando la ciencia empezó a tratar de resolver la pregunta moral de si los peces sentían o no dolor. Concluyeron que la cognición de los peces y su percepción sensorial están a la par que la de otros animales.

Es cierto que los peces no sienten dolor como los humanos, pero no había evidencia suficiente para probar que los peces no sentían dolor, así como tampoco había suficiente para asegurar que sí. Hasta ahora.

El museo y centro de investigación Smithsonian publicó un artículo en el que asegura que el veredicto es “sí, sienten dolor”. Cita a la bióloga Victoria Barithwaite, que desde hace 15 años acumula evidencia de que los peces, como los mamíferos, sienten dolor. Barithwaite le dijo en 2014 a la BBC: “es imposible saber si la experiencia de otra criatura es como la nuestra. Pero los peces sí sienten dolor. Es probable que sea diferente de lo que los humanos sienten, pero sigue siendo una especie de dolor”.

A nivel anatómico (explica el Smithsonian) los peces tienen neuronas conocidas como nociceptores que detectan daños potenciales y ante una amenaza, producen opiáceos, los mismos analgésicos naturales que los mamíferos producimos. “Insertar un alfiler en peces dorados o trucha arcoíris, justo detrás de las branquias, estimula los nociceptores y una cascada de actividad eléctrica que surge hacia las regiones cerebrales esenciales para las percepciones sensoriales conscientes (como el cerebelo, tectum y telencéfalo), no solo el rombencéfalo y el tallo cerebral, que son responsables de los reflejos y los impulsos”.

Los peces también se comportan indicando que sufren. En un estudio citado por el centro de investigación Smithsonian, los investigadores arrojaron Legos de colores a tanques con truchas arcoíris, que normalmente evitan los objetos extraños. Cuando los científicos inyectaron las truchas con ácito acético, exhibían menos comportamientos defensivos, seguro porque estaban distraídos por su propio sufrimiento. Los que inyectaron con morfina siguieron precavidos. “Como todos los analgésicos, la morfina opaca la experiencia del dolor, pero no hace nada para eliminar la fuente del dolor en sí, lo que sugiere que el comportamiento del pez refleja su estado mental, no la mera fisiología”. En otras palabras, los peces sienten dolor y lo manifiestan a través del sufrimiento, es decir que su dolor sucede en un plano consciente.   

La noción propuesta por Key de que los peces no tienen la complejidad cerebral para sentir dolor es, en palabras de los críticos, anticuada. Si bien no todos los vertebrados son conscientes, pero aunque no tengan una corteza cerebral tan extensa como la nuestra, esto no es un prerrequisito para la experiencia subjetiva, según el artículo del centro de investigación. “El planeta contiene una multitud de cerebros: densos, esponjosos, globulares, elongados. Una mente no debe ser humana para sufrir”, concluye.

Otros estudios respaldan esta idea, tanto así que la evidencia colectiva es ahora lo suficientemente robusta para que biólogos y zoólogos acepten el dolor de los peces como una realidad.

Ante la nueva información que nos ofrece la ciencia, el reto es qué hacer con ella. En algunos países como Noruega, los piscicultores han adoptado medidas más “humanas” para matar peces. En vez de sofocarlos, les pasan una descarga eléctrica o los pasan a cubos de agua helada para que se congelen, o los envenenan con dióxido de carbono, y les dan una muerte más rápida.

Aunque todavía no hay un consenso total sobre si los peces sienten o no dolor (como decir, por ejemplo, que la tierra es redonda), la evidencia se acumula poco a poco y se inclina hacia un sí. La cuestión ahora es si estos animales deberían recibir la misma atención que los toros en las corridas y las reses y cerdos en los mataderos. Por ahora, y según la FAO, el consumo humano de pescado fue de 20 kilogramo por persona en 2016, lo que significa que millones de pescados mueren, aparentemente con dolor, cada año.

Por Redacción VIVIR

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