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Los puntos secos del Magdalena y el Cauca

El problema va más allá de las fuertes sequías y responde a la sedimentación, la minería y la pérdida de conectividad entre los ecosistemas.

María Paulina Baena Jaramillo
05 de enero de 2016 - 04:09 a. m.

La semana pasada el presidente Juan Manuel Santos anunció que el 80% del país estaba en alerta roja por las altas temperaturas y las fuertes sequías. De hecho, desde 1997 no se presentaba un fenómeno de El Niño de tal magnitud: olas de calor, ausencia de lluvias y un descenso alarmante en los niveles de los ríos.

La NASA también confirmó ese dato no sólo para el país, sino para el resto del planeta, porque El Niño “ha creado un caos climático alrededor del mundo”, dijo en un comunicado la agencia norteamericana. Según la predicción de expertos apenas estamos entrando en la fase más crítica de este fenómeno y 2016 se pinta como el más caluroso de los últimos años.

De acuerdo con el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), los ríos Magdalena y Cauca, considerados como las dos principales arterias fluviales del país, están en sus niveles más bajos de los últimos 15 años, además faltarían “por lo menos 1 o 2 meses con lluvias permanentes hasta que el río Magdalena tenga nuevamente un caudal con condiciones diferentes a las de hoy”.

El panorama seguirá igual durante los próximos tres meses, donde las lluvias van a ser escasas, “solamente hasta el mes de abril se estima que el fenómeno de El Niño empiece a declinar e ingrese a su fase de debilitamiento”, asegura Ómar Franco, director del Ideam. Y esos mínimos históricos (ver infografía) se deben, en principio, a las altas temperaturas y la poca lluvia.

Tanto así, que el presidente Santos anunció en su cuenta de Twitter: “Río Magdalena registra nivel mínimo histórico. ¡Todos #ContraElDerroche del agua!”, y la semana pasada había ordenado que el alumbrado navideño debía terminar el 1° de enero para ahorrar las reservas del recurso, cosa que, además, no han cumplido los recién posesionados alcaldes y gobernadores del país.

Pero, realmente, ¿se trata sólo de un problema de derroche del agua?, ¿la culpa es únicamente de la variabilidad climática? Para Juan Carlos Gutiérrez, subdirector científico de la Fundación Alma, organización que ejecuta proyectos con las comunidades del Magdalena Medio, en la macrocuenca del Magdalena-Cauca habitan alrededor de 300 mil familias entre pescadores, ganaderos campesinos y terratenientes que no tienen un plan para adaptarse a las realidades del clima.

“Esto es un asunto preventivo que no se resuelve llevando mercados, sino garantizando la conectividad de los ecosistemas que forman parte de los ríos: bosques de galería, sabanas y la estructura ecológica”, comentó Gutiérrez. “Las poblaciones quedan condenadas a la miseria por cuenta de una afectación climática, pero es la expresión de un modelo de ocupación del territorio en detrimento de los ecosistemas”, concluye.

Con esa visión coincide Ricardo Lozano, exdirector del Ideam y consultor ambiental, pues según él “estamos es en una etapa de contingencia. Colombia no debería estar atendiendo con carrotanques a una comunidad. El problema no es el cambio climático, es que no hemos querido aceptar que nuestro desarrollo se basa en el agua, el clima y las condiciones ambientales de los territorios”.

Como explicó Gutiérrez, las planicies de inundación de los ríos cumplen una función. Cuando se pierde por falta de conectividad entre los ecosistemas, sedimentación, contaminación por minería, se afectan los humedales que permiten mantener el agua e irla entregando a los grandes ríos paulatinamente. “No tendríamos estos mínimos históricos de los ríos y temperaturas extendidas en el tiempo si hubiéramos conservado la estructura ecológica”, remató el experto.

Gutiérrez también sostuvo que la sequía de hoy demuestra que ese sueño de volver navegable el río Magdalena es un espejismo y un atropello.“Los ríos necesitan una mirada distinta y es entenderlos en su integridad como ecosistemas, como áreas que deben protegerse y no sólo como autopistas para exportar carbón y petróleo. Es importante que los gremios garanticen áreas de uso común, por ejemplo las rondas de los ríos, caños naturales, bajos y playones que hoy están ocupados ilegalmente por ganadería extensiva, palma africana, usos industriales (refinerías) y contaminados por la minería legal e ilegal”, aseguró.

Por María Paulina Baena Jaramillo

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