Los programas de cría para la conservación han sido una herramienta muy importante para combatir la extinción de especies. Es sabido qué gracias al trabajo de organizaciones y santuarios, se ha podido dar una segunda oportunidad a animales que de otra manera habrían desaparecido. Estos programas buscan preparar a los animales para la vida en la naturaleza, pero esto es más fácil decirlo que hacerlo.
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Una investigación publicada el pasado 15 de marzo en Ecology Letters estima que comenzar la vida en cautiverio puede cambiar la forma de las alas de las aves y afectar, cuando estos cambios son importantes, su aptitud física tras la liberación del cautiverio y su oportunidad de supervivencia. Por ejemplo, la migración selecciona en gran medida a los individuos más capaces y los animales nacidos en cautividad suelen tener menos éxito en la migración que sus congéneres nacidos en libertad.
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A veces esto se debe a diferencias de comportamiento. Algunas aves nacidas en cautividad parten más tarde y recorren distancias más cortas que sus congéneres silvestres y las mariposas criadas en cautividad a veces no consiguen orientarse o ni siquiera intentan migrar. Es probable que los cambios morfológicos también contribuyan a los malos resultados de la migración tras la liberación, pero las pruebas de sus efectos sobre la aptitud son sorprendentemente limitadas, describen los investigadores en el artículo.
Los científicos señalan que se ha demostrado que las mariposas monarca Danaus plexippus criadas en cautividad tienen alas con una forma diferente y un éxito migratorio inferior al de sus congéneres silvestres.
No hay que perder de vista que forma de las alas predice en gran medida la eficacia del vuelo, pero cuantificar el efecto en la migración de un ave criada en cautiverio y liberada es extremadamente difícil, reconoce el estudio. Para lograrlo, se comparó las alas de aves cautivas y salvajes de 16 especies que representan a tres familias de aves criadas habitualmente en cautividad para evaluar de los fenotipos de las ales. Después, utilizando un modelo de ave migratoria en peligro crítico de extinción, el estudio intenta demostrar el coste físico de esos cambios tras la liberación.
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Por ejemplo, los loros congéneres de vientre anaranjado y turquesa tenían una pluma más corta en cautividad, pero los loros del ocaso, estrechamente emparentados, tenían el efecto contrario. Entre los pinzones, hubo tendencias contradictorias en la longitud de la pluma en múltiples especies. El estudio también encontró evidencia de formas de alas alteradas en otras cuatro especies de aves cautivas, lo que sugiere que estos cambios pueden ser más comunes en cautiverio de lo que se pensaba anteriormente.
El estudio no explora por qué las plumas de vuelo de las aves cambian, si esto se debe a la genética o al entorno cautivo. “También hay otras preguntas sin respuesta: ¿pueden las aves con formas de alas cautivas volver a la forma salvaje óptima? ¿Podría ayudar el entrenamiento de vuelo? Estas preguntas deben responderse para que podamos descubrir cómo criar animales adecuados para la vida en la naturaleza”, dijo el doctor Dejan Stojanovic, autor de la investigación, citado por la Universidad Nacional de Australia.
La posibilidad de que esos cambios en las alas afecten directamente el rendimiento del vuelo es algo que no está, sin embargo, completamente probado. Esa posibilidad se ve apoyada, dice el estudio, por la evidencia de que una pluma más corta en loros de vientre naranja juveniles liberados en cautividad se asoció con menores tasas de supervivencia. “Se trata de la primera demostración de que la alteración de los fenotipos alares puede tener un coste físico”, se lee en el estudio. Las aves criadas en cautiverio con formas de alas alteradas tenían una tasa de supervivencia 2,7 veces menor que aquellas con un ala de “tipo salvaje” ideal.
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“Esto podría volverse especialmente importante a medida que la crisis de extinción global obliga a más especies a participar en programas de reproducción en cautiverio”, finaliza Stojanovic.