Publicidad

De la COP16 a la acción: impulsando la bioeconomía en el trópico

La bioeconomía, una de las grandes protagonistas de la conservación ambiental y el desarrollo sostenible en la COP16, enfrenta varios retos para implementarse efectivamente. Desde el Instituto de Ambiente de Estocolmo reflexionan acerca de la importancia de superar estas barreras.

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Mónica Trujillo* y Jesica López**
25 de febrero de 2025 - 12:07 a. m.
Opinión
Opinión
Foto: El Espectador
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Durante la COP16, la bioeconomía se perfiló como una solución para conservar la Amazonía y otros ecosistemas estratégicos, tanto que, en algunos países, como Colombia, la incluyeron en el plan de biodiversidad. Pero el reto no es menor: sin resolver las barreras para su implementación, este modelo corre el riesgo de quedarse en el papel.

Desde el Instituto de Ambiente de Estocolmo (SEI, por su sigla en inglés) lideramos un espacio de discusión en la COP16 donde actores de gobierno, empresas, asociaciones, institutos de investigación y organizaciones internacionales analizaron los principales desafíos para hacer de la bioeconomía una realidad en el trópico. ¿Qué se necesita para transformar el potencial en acción?

A pesar de que más del 50 % del territorio de Colombia está cubierto por bosques, la tecnología para aprovechar productos forestales no maderables sigue siendo rudimentaria y, en muchos casos, peligrosa. En la COP16, quedó claro que esta es una barrera crítica para la bioeconomía.

Por ejemplo, la cosecha del asaí en palmas altas y delgadas, dentro de terrenos fangosos, expone a niños y jóvenes a riesgos innecesarios. Para que la bioeconomía sea un motor del desarrollo sostenible, es urgente invertir en innovación y tecnología que permitan cosechar y procesar estos productos de manera segura, eficiente y sostenible.

Además, es fundamental considerar el contexto de las comunidades locales, que desempeñan un papel clave en la preservación de la biodiversidad, así como las funciones ecológicas del ecosistema para asegurar que los beneficios de la bioeconomía no solo sean económicos, sino que respeten los equilibrios naturales, contribuyendo al bienestar de las personas.

Un gran desafío para la bioeconomía es cómo satisfacer la creciente demanda del mercado sin comprometer los ecosistemas. ¿Hasta dónde es viable cosechar frutos de bosques naturales de forma silvestre? ¿Cuándo es necesario domesticar especies y producirlas en sistemas agroforestales? Resolver estos dilemas requiere no solo investigación sobre la fisiología de las plantas, sino también el desarrollo de tecnologías que maximicen la productividad sin fomentar monocultivos o incentivar la deforestación.

En el aspecto empresarial, las MiPyMEs son la columna vertebral de las economías tropicales, representando más del 90% de los negocios y una porción significativa del empleo y el PIB. Sin embargo, estas empresas enfrentan obstáculos significativos que dificultan su capacidad para participar efectivamente en la bioeconomía.

Uno de los grandes desafíos es superar la burocracia y las regulaciones complejas que dificultan que las MiPyMEs aseguren negocios sostenibles con productos de la biodiversidad. Curiosamente, en el país de la biodiversidad, existen muy pocos de estos negocios consolidados.

Esto crea una paradoja: actividades como la ganadería en ecosistemas estratégicos, que no implican trámites ante las autoridades y que pueden ser potenciales motores de deforestación, se facilitan más que los negocios basados en biodiversidad.

Igualmente, la falta de apoyo institucional para las MiPyMEs, la carencia de capacidades empresariales, y el limitado acceso a la inteligencia de mercados agravan aún más la situación. Para fortalecer el encadenamiento de las MiPyMEs las empresas ancla tienen un rol clave, pues pueden transferir tecnologías, capacidades y buenas prácticas para conectar las cadenas con mercados especializados.

A pesar de que los mercados internacionales ofrecen grandes oportunidades comerciales, también es crucial ampliar el consumo interno de productos amazónicos, dado el escaso conocimiento y la tradición limitada en el país.

A nivel de exportaciones, cumplir con los estándares de los mercados internacionales es otro gran obstáculo, en especial para empresas pequeñas. La falta de estandarización, la necesidad de demostrar eficacia y seguridad, y la baja visibilidad y volumen limitan la inserción de estos productos en mercados globales.

También, los modelos de negocio basados en biodiversidad requieren financiamiento con plazos más largos que consideren los tiempos del bosque, el retorno del mercado y la gobernanza local. Transitar hacia la bioeconomía en estos territorios implica transformaciones culturales, productivas y contractuales.

La COP16 subrayó el papel clave de la política pública para impulsar la bioeconomía y superar barreras institucionales, empresariales y de innovación. Aún falta reglamentar el Decreto 690 de 2021 para dar claridad sobre el aprovechamiento de la biodiversidad, mientras otros sectores avanzan.

El Ministerio de Agricultura formalizó la cadena productiva de frutos amazónicos para fortalecer mercados y bio-emprendimientos, y Mincomercio lanzó centros de reindustrialización para apoyar la internacionalización de MiPyMEs. Asimismo, se presentó un mecanismo intersectorial para coordinar acciones en bioeconomía.

Aunque estos avances son importantes, son tardíos frente a la urgencia de frenar la deforestación y proteger la biodiversidad. En conclusión, aunque la bioeconomía ofrece un camino hacia el desarrollo sostenible en los trópicos, su consolidación requiere cambios estructurales urgentes.

Superar barreras tecnológicas, empresariales, institucionales y de política pública demanda un esfuerzo coordinado entre comunidades, empresas, gobiernos e inversionistas. Es crucial avanzar en marcos regulatorios claros, incentivos adecuados y condiciones de financiamiento que se ajusten a la realidad de los territorios.

Además, fortalecer mercados regionales y nacionales es clave para garantizar que los bioproductos sean valorizados y consumidos. Como señaló Jesica López, de la Universidad de Lund: “el bosque no espera políticas, el bosque es resiliente”. Pero si queremos que las comunidades que lo habitan prosperen con él, hay que acelerar la acción y transformar las condiciones que frenan el potencial de la bioeconomía.

*Instituto de Ambiente de Estocolmo (SEI)

**Universidad de Lund

***Los datos presentados en este artículo se basan en información recopilada durante la COP16 en Cali, Colombia. Este evento contó con la participación de diversos expertos y organizaciones, incluyendo representantes de gobiernos, academia, sector privado y comunidades locales, quienes discutieron los desafíos y oportunidades de la bioeconomía en el contexto del uso sostenible de la biodiversidad.

🌳 📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre el ambiente? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🐝🦜

Por Mónica Trujillo*

Por Jesica López**

Conoce más

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.