En medio de las conversaciones que están teniendo lugar en Bonn, Alemania, donde líderes globales preparan el terreno para la COP30 de cambio climático, salió una propuesta a la luz: que se cobre un impuesto a los tiquetes en avión y que con ese recaudo se ayude a enfrentar las consecuencias de la crisis climática.
La idea la están impulsando Francia, Kenia y Barbados y tiene en el fondo un argumento de peso: la aviación es el medio de transporte que más genera emisiones de gases de efecto invernadero. De hecho, como lo señalaron en un comunicado los autores de otro estudio que fue publicado este jueves en Earth System Science Data, el sector de la aviación volvió a causar tantas emisiones como lo hacía antes de la pandemia del covid-19.
El propósito es que, en caso de hacerse realidad, se reúna dinero para poder darle una mano a los países pobres que, a pesar de no generar una gran cantidad de emisiones, van a sufrir las secuelas del cambio climático.
Según los datos presentados y recogidos por el diario británico The Guardian, si se acoge la medida, se podrían recaudar unos 100.000 millones de euros al año.
De acuerdo con un análisis de la organización ambiental CE Delft, un primer paso sería cobra 10 euros para vuelos de corta distancia. En el caso de los de larga distancia, ese valor sería de 30 euros (es decir, unos $140 mil pesos colombianos). Eso para quienes vuelen en clase económica.
Para las personas que viajen en clase ejecutiva, el monto podría ser de 20 euros en vuelos de corta distancia y de 120 euros en viajes de larga distancia (alrededor de $560 mil pesos colombianos). Los cálculos de esa consultora indican que se recogerían 106.000 millones de euros cada año.
“Los nuevos impuestos sobre los billetes de primera clase, clase ejecutiva o jets privados pueden recaudar fondos vitales para diversas áreas, desde la salud hasta los trenes, y desde el clima hasta el desarrollo. En todo el mundo, las personas pagan altos impuestos por la gasolina de sus automóviles, mientras que las aerolíneas comerciales y los jets privados a menudo no pagan impuestos o los pagan muy poco por el combustible que usan”, dijo a The Guardian Laurence Tubiana, copresidente de la secretaría del Grupo de Trabajo sobre Impuestos de Solidaridad Global, un grupo creado por los tres países que impulsan la medida.
“Impuestos más justos a las industrias contaminantes en todo el mundo podrían ayudar a evitar más muertes, brindar un apoyo inmediato y significativo a los países vulnerables al clima y, finalmente, incentivar la inversión en una transición rápida y justa hacia las energías renovables”, le señaló, por su parte, a ese medio Chiara Liguori, asesora principal de políticas de Oxfam.
Sin embargo, para que se concrete una propuesta de este tipo aún hace falta un largo camino por recorrer. En noviembre, en la ciudad brasilera de Belém, se reunirán los representantes de los países para negociar sobre múltiples temas, entre ellos, el siempre espinoso de la financiación para hacerle frente a la crisis climática.
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