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Paneles solares para mejorar la educación en La Guajira

Alrededor de 50 niños Wayuú de la comunidad Kasushi, en la Alta Guajira, mejoraron sus condiciones educativas con la donación de paneles solares y kits educativos. La entrega fue realizada el pasado 31 de enero por Chevrolet, empresa automotriz que apoya el proyecto Titanes Caracol.

Luisa Fernanda Orozco
18 de febrero de 2023 - 05:40 p. m.
Alrededor de 35 niños caminan durante casi dos horas para llegar hasta la escuela.
Alrededor de 35 niños caminan durante casi dos horas para llegar hasta la escuela.
Foto: Óscar Martínez

La energía eléctrica llegó por primera vez a Kasuushi, comunidad indígena Wayuú de la Alta Guajira. Allí se entregaron paneles solares y kits educativos para que 50 niños cuenten con nuevas herramientas para estudiar en la escuela Nuestra Señora del Carmen de Kuiza. La iniciativa fue dirigida por la compañía automotriz Chevrolet, que también busca beneficiar al resto de los habitantes del territorio. (Lea En Colombia hay más de 100 especies de aves amenazadas, pero podemos salvarlas)

“Nosotros apoyamos a Titanes Caracol desde hace muchos años, y varios contactos nos invitaron a hacer parte de esta iniciativa durante 2023. Con la entrega de estos paneles solares estamos buscando que los jóvenes wayúu tengan oportunidades en el futuro”, dijo Juliana López Iza, directora comercial para General Motors en Colombia, quien resaltó que la misión de la empresa es la educación en zonas vulnerables y la conexión entre las personas a través de la tecnología. (Lea De la Amazonia a Asia: inquietante historia de la caza y el tráfico de jaguares)

Para llegar hasta Kasuushi, debe tomarse la vía que lleva hasta Uribia, municipio de la Alta Guajira, conocido por ser la capital indígena de Colombia. Allí, en cierto punto, la carretera pavimentada se pierde y comienzan caminos que no fueron trazados por obra de la ingeniería sino por el uso constante de sus pobladores. Es cierto eso de que no se puede manejar sin una persona que tenga experiencia, pues son abundantes las bifurcaciones sin señalización.

“Incluso algunos carros se quedan atrapados en las dunas de arena. A veces los mismos soldados del ejército nos piden ayuda porque no saben cómo andar por acá”, dice Jose Luis*, el hombre con ascendencia indígena que nos lleva en una camioneta 4x4.

Son alrededor de cinco horas de trayecto en los que el paisaje está surcado por trupillos, una especie de cactus alargado que las comunidades indígenas utilizan para varias labores: desde artesanías y chinchorros, hasta la construcción de sus rancherías, conocidas por ser el conjunto de viviendas en las que comunidades cocinan, duermen y se reúnen socialmente.

Aunque Kasuushi también está hecha, en parte, a base de trupillos, la escuela Nuestra Señora del Carmen está construida con ladrillos y cemento. Alrededor de 35 niños caminan durante casi dos horas para llegar hasta allí y recibir clase; trece de ellos incluso viven en la institución como internos para no tener que desplazarse. Luego, cuando salen a vacaciones, regresan a sus hogares para convivir con sus familias.

Anteriormente, algunas actividades debían llevarse a cabo con la luz de la luna, con velas o linternas de pilas que los habitantes compraban en Uribia. Pero, para comprender la importancia de los paneles solares en La Guajira, es necesario recordar que varios territorios de este departamento no cuentan con energía eléctrica, ya que hacen parte de las Zonas No Interconectadas (ZNI). Esto lo que quiere decir es que no están vinculadas a la red nacional de electricidad y por eso deben recurrir a la leña, el carbón y las velas para obtener iluminación.

Según el Informe Sectorial de la Prestación del Servicio de Energía Eléctrica, publicado por la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios, para 2021 las ZNI representan un área cercana al 52% del total del territorio nacional. Es por eso que los paneles solares se han convertido en una alternativa para las comunidades que se encuentran dentro de los departamentos más vulnerables, como La Guajira, Guanía, Vichada, Vaupés y Chocó.

En el techo del colegio de Kasuushi, por ejemplo, fueron instalados los paneles solares donados por Chevrolet, que tienen una capacidad de 1.800 vatios, junto a un sistema de baterías que permite su uso durante el día y la noche. También se entregaron 50 kits educativos con paneles solares pequeños que los niños se podrán llevar a sus hogares. (Lea Sí, disminuyeron los incendios en la Amazonia, pero es un dato a revisar con cuidado)

Luego de ser cargados, los paneles duran 24 horas y tienen una vida útil de 7 años. Pueden brindarle energía a computadores, celulares y demás dispositivos que no sean electrodomésticos desde las 10 a.m. hasta las 2 p.m. La entrega estuvo apoyada por el Movimiento Ambientalista Colombiano, en cabeza de su fundador Camilo Prieto, quien fue el Titán ganador en la categoría Educación en 2016. Prieto, además, acompañó la inauguración de los paneles en Kasuushi por su experiencia con comunidades indígenas en La Guajira.

“Esta es una demostración de cómo el trabajo colectivo entre las empresas, las organizaciones sociales y la comunidad puede llevar a que los niños mejoren sus herramientas educativas, y puedan gozar de energía eléctrica en las noches”, dice.

Durante la primera jornada con los paneles, por ejemplo, los niños vieron películas y comieron palomitas de maíz hasta las 11:30 p.m.

Una comunidad con necesidades en medio de un potencial de riqueza

La dieta de la mayoría de habitantes en Kasuushi consta de chivo, arroz y granos. Ada Luz Gómez, maestra de Nuestra Señora del Carmen, cuenta que, cuando los niños no están estudiando se dedican al pastoreo o al cuidado del ganado. Sin embargo, hay otras circunstancias que son una constante en su cotidianidad, como el hecho de que, por falta de baños, los habitantes tengan que hacer sus deposiciones al aire libre.

Otra problemática es la falta de agua potable, por lo que, según Prieto, adultos, jóvenes y niños deben sobrevivir con un estimado de 560 mililitros de líquido a diario. Esto equivale a una botella pequeña, cuando expertos recomiendan que el consumo promedio en una persona adulta debería ser mayor a los dos litros por día.

Un informe Unicef publicado en 2012 concluyó que 12 comunidades indígenas en La Guajira usan el agua para beber y alimentarse y no para sus necesidades sanitarias, dada la escasez del recurso. Esto, según la ONU, causa una mayor exposición a enfermedades como el cólera, la hepatitis, polio y diarrea, y genera problemas de crecimiento, daños en la función cognitiva y desnutrición. Sin mencionar que ambas organizaciones coinciden en que la falta de establecimientos privados para realizar las necesidades fisiológicas aumenta el riesgo de episodios de violencia sexual.

La Guajira también podría ser una de las grandes generadoras de energía solar en Colombia gracias a sus recursos naturales. En ese departamento, los índices de radiación son de 6 kilovatios/hora por metro cuadrado al día, una cifra que supera el promedio global de 4 kWh/m2 día. Incluso, según un estudio por docentes de la Universidad del Atlántico, la Universidad de la Costa y la Universidad de Ingeniería y Tecnología (Perú), “es importante resaltar que hay zonas ubicadas en el desierto de La Guajira donde se alcanzan niveles de radiación promedio multianual de alrededor de 7,5 kWh/m2 día. Estos valores son un excelente recurso solar aun considerando una atmósfera turbia”.

También hay un gran potencial de energía eólica, pues sus vientos alcanzan rangos entre los 5 y 11 metros por segundo (m/s) anualmente, cuando el valor mínimo para estos fines es de 5 m/s. Es por eso que el Gobierno actual, con el Ministerio de Minas y Energía, declaró que están en construcción 16 proyectos eólicos entre Uribia, Maicao y Riohacha con una inversión que supera los 2 mil millones de dólares.

“Por eso, consideramos que los niños de la Guajira deben informarse y aprender sobre estos recursos, para que estén involucrados en el desarrollo de nuevas soluciones para sus comunidades”, puntualiza Prieto.

“Kasuushi tiene unos valores ancestrales que deben preservarse”, dice López, quien además afirma que es por eso que las nuevas tecnologías deben emplearse para un futuro diferente en el que, según ella, varios niños de la comunidad le contaron que esperan convertirse en ingenieros eléctricos, mecánicos y de sistemas.

Esto también coincide con la visión de Gómez, quien dice que, aunque todavía hacen falta internet, celulares y computadores, “la esperanza es que nuestros niños puedan ser visionarios para que no solo sean el futuro de Kasuushi, sino también de Colombia”.

*Nombre reservado a petición de la fuente.

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Luisa Fernanda Orozco

Por Luisa Fernanda Orozco

Periodista de la Universidad de Antioquia.@luisaorvallorozco@elespectador.com

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