¿Por qué no deberíamos talar los bosques de Bogotá?

Ante el lo caótica que puede resultar la vida en las ciudades, los bosques urbanos se han convertido una alternativa para mejorar las condiciones de salud y bienestar de los habitantes. Esta semana, expertos e investigadores de Latinoamérica se reunieron en Bogotá para discutir sobre los beneficios y retos de estos espacios.

- Redacción Medio Ambiente
08 de noviembre de 2019 - 08:00 p. m.
El Humedal de La Conejera se encuentra en la localidad de Suba y es reconocido como el humedal con mayor biodiversidad de Bogotá. / Archivo El Espectador
El Humedal de La Conejera se encuentra en la localidad de Suba y es reconocido como el humedal con mayor biodiversidad de Bogotá. / Archivo El Espectador

La migración masiva del campo a la ciudad ha terminado convirtiendo a estas últimas en espacios caóticos. Trancones, hacinamiento, congestión y contaminación son solo algunas de las consecuencias de un desarrollo acelerado y sin mucha planeación.

Colombia no ha estado exenta de estas transformaciones, sino que, por el contrario, las vive de manera más intensa. A nivel mundial la ONU estima que más de la mitad de la población reside en áreas urbanas -una cifra que podría alcanzar el 70 % en 2050; sin embargo, en el país esta tendencia ya fue superada. Según el censo de 2018, el 77 % de la población colombiana vive en cabeceras municipales y tan solo el 16 % permanece en zonas rurales dispersas. ¿Las consecuencias? Pese a que las ciudades solo ocupan el 3 % de la superficie terrestre, se han tornado en ecosistemas hostiles que, además, consumen el 78 % de la energía del planeta y emiten el 60 % de dióxido de carbono.

Este panorama, sumado a la agudización de la crisis climática, ha llevado a países y organizaciones a buscar nuevas soluciones y alternativas que, desde las mismas ciudades, puedan hacerles contrapeso a los frenéticos cambios. Una de las propuestas son los bosques urbanos.

Bogotá fue sede esta semana del segundo Foro Latinoamericano y del Caribe sobre Bosques Urbanos, organizado por la Universidad Javeriana y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Durante cuatro días, expertos regionales participaron de seminarios abiertos, mesas redondas, ponencias, grupos de trabajo y visitas de campo que, en definitiva, buscan “identificar acciones concretas para lograr ciudades más verdes, sanas y felices en la región”. Los resultados esperan consolidarlos en un Plan de Acción Regional (2019-2021) que sea adoptado por instituciones nacionales y locales.

“En la ciudad, la vegetación cumple un papel muy importante en el mejoramiento de la calidad de vida. Por eso, desde hace un par de años, nos hemos venido preocupando porque a nivel latinoamericano se consolide una institución que se preocupe y esté interesada en la gestión del arbolado y la vegetación urbana”, asegura Carlos Devia, profesor de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la Javeriana y organizador del evento.

¿Qué son los bosques urbanos y cuáles son sus beneficios?

“Bajo un concepto amplio, el término bosque puede incorporar además de árboles otros tipos de vegetación como arbustos, enredaderas, hierbas, pastos y plantas acuáticas, que están armónicamente ensamblados para que nos ofrezcan beneficios. Si solo se ponen pastos o paredes verdes no es un bosque urbano, es vegetación, sobre todo porque estructuralmente lo que más debe haber son árboles en la ciudad. Al pasto no le puedo pedir sombra, a un árbol sí”, asegura el también ingeniero forestal.

Frente a la emergencia climática, estos espacios ayudan a la reducción de la temperatura en las ciudades, a la disminución de gases contaminantes, prevención de sequías, absorción del carbono, conservación del agua y a la reducción de la erosión del suelo. Producen sombra y alimentos, además son atracción y hábitat de varias especies de fauna.

En algunos países, como en México, los bosques urbanos se han convertido en espacios de conservación del patrimonio biocultural o en reservorios genéticos, en los que se utiliza y recupera la vegetación nativa que ha sido reemplazada por plantas ornamentales que no cumplen otras funciones prácticas más allá de la estética. Uno de estos es el proyecto de “Museos verdes”, llevado a cabo en el Centro de Ciencias Explora, en la ciudad de Guanajuato.

Lima (la ciudad desértica más poblada del mundo después de El Cairo) lanzó en 2015 un proyecto de forestación para reducir el peligro de desastres naturales como deslizamientos a través de bosques que estabilicen las laderas y retengan el barro. Río de Janeiro (Brasil) cuenta con el bosque urbano más grande del mundo, el Parque Nacional de Tijuca, que tiene 3.300 hectáreas. En Bogotá, en 2014, se inició un proyecto para unir el bosque de Las Mercedes con el humedal La Conejera por medio de un corredor biológico y árboles, consolidando el bosque urbano en la reserva Thomas van der Hammen. Este año, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca aseguró que planeaba plantar 6.000 árboles en 24 ha en el antiguo basurero El Cortijo.

Además, los bosques urbanos pueden ayudar a que la vida en las ciudades no siempre sea una pesadilla. “El tema más importante de los árboles en la ciudad está asociado con el bienestar humano, pues se ha visto que hay una relación directa entre la presencia de estos espacios y la liberación de estrés y reducción de comportamientos agresivos”, explica Devia.

“Sin embargo, hay cosas que se les pueden pedir a los árboles de la ciudad y otras que no”, añade. “Los problemas de contaminación de la ciudad se resuelven evitando la generación de contaminantes, como el uso de combustibles fósiles o la implementación de coberturas derivadas de petróleo en la ciudad, como esos céspedes de mentiras que ahora ponen en los parques. También la pavimentación, porque el asfalto al ser impactado por el sol emite contaminantes. Los árboles pueden ser aliados, pero las soluciones de fondo son otras”.

Planificación verde

La región está dando los primeros pasos para promover, desde la planeación, estos espacios verdes. “Para nosotros es muy importante que se le dé un manejo multidisciplinario, en el que se junten administradores locales, investigadores y técnicos que trabajen en conjunto para buscar soluciones, lo que es un desafío bastante difícil. Pero, cuando se planifica, se pueden dejar espacios verdes que permitan tener mejores condiciones de vida”, afirma Simone Borelli, de la FAO, quien se encarga de coordinar a nivel mundial todos los proyectos de bosques urbanos.

“Aunque en la región nos rajamos en planeación, la importancia de eventos como este foro es que nos permiten conocer cómo estamos investigando, cuáles son los vacíos que tenemos y cómo podemos avanzar en un conocimiento propio de nuestra vegetación para poder generar apuestas claras que después puedan ser transmitidas y compartidas con la comunidad en general”, concluye Devia.

Por - Redacción Medio Ambiente

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