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Los vientos de la costa Caribe de Colombia son de los más fuertes y consistentes en el mundo, con una velocidad promedio de 10 metros por segundo. Para tener una idea, en Bogotá ese promedio no supera los 1,5 metros por segundo. Debido a eso, La Guajira, Magdalena y Atlántico son los departamentos con mejor potencial para desarrollar proyectos eólicos en el país. Pero hay un lugar del Caribe en donde el viento sopla con mayor velocidad: el mar.
Según los planes más optimistas establecidos en la hoja de ruta desarrollada por el Banco Mundial sobre la energía eólica costa afuera, en Colombia se podrían generar 9 gigavatios (GW) usando los vientos del mar Caribe en 2050. Eso equivale a cerca de la mitad de la electricidad que se produce hoy en el país.
En la última Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP28), el Ministerio de Minas y Energía presentó el proceso a través del cual espera empezar a implementar proyectos que aprovechen ese recurso. De acuerdo con Andrés Camacho, jefe de esa cartera, con corte a junio de 2024, ocho empresas habían manifestado su intención de explorar la posibilidad de producir energía eólica costa afuera en el país, y el plazo para presentar propuestas está abierto hasta septiembre, por lo que esperan que lleguen algunas más.
Sin embargo, instalar turbinas para producir energía en medio del mar no es una tarea fácil, pues allí no solo se mueven fuertes vientos, sino también circula gran parte del tráfico marítimo comercial del Caribe colombiano, además de pescadores artesanales, aves migratorias, peces y tiburones, entre otros. A esto se suma que hay pocos países con experiencia en diseñar e implementar este tipo de proyectos, como Dinamarca y Alemania.
El Gobierno espera que hacia 2026, al final de su período, ya se estén diseñando los primeros proyectos. Pero expertos del sector dicen que aún falta claridad sobre algunos puntos claves: cómo se llevará la energía desde el mar a la costa, y de ahí al resto del país, si esa energía se podrá vender a un precio competitivo y si las entidades del Estado tendrán la capacidad para hacerles seguimiento a los que serían los primeros parques eólicos costa afuera de Latinoamérica.
Producir energía en el mar
El principio para producir energía eólica en el mar es el mismo que se utiliza en tierra. En lo más alto de una torre, que está anclada a una superficie, da vueltas una turbina según la velocidad de las corrientes de viento. En su interior hay un generador de electricidad que la transmite hasta la base a través de cables de cobre y de allí la lleva a líneas de transmisión que la distribuyen al resto del país.
No obstante, en este caso la torre estaría anclada en el mar y eso tiene unos retos particulares. Según explica Álvaro Pinilla Sepúlveda, Ph. D. en Energía Eólica de la Universidad de Reading, Inglaterra, si se trata de una zona de aguas poco profundas, la torre se puede enterrar directamente en la superficie del fondo marino, pero si es en aguas más profundas tendrían que construir una estructura flotante que la sostenga.
En las primeras, “hablamos de torres de unos 150 metros (m) de altura, que además deben extenderse otros 40 o 50 m bajo el suelo, para poder sostener hélices que pueden tener hasta 100 m de diámetro”, dice Pinilla. En contraste, en las plataformas flotantes se tendría que utilizar el mismo mecanismo que usan los buques para mantenerse sobre el agua: estructuras huecas en su interior con la capacidad suficiente para sostener las torres.
En la hoja de ruta para la energía eólica costa afuera en Colombia se identifican cinco áreas con potencial para producir 27 GW de energía en aguas poco profundas, en las que el fondo marino está a menos de 70 metros. Y hay ocho más en las que habría que instalar plataformas flotantes para producir 21 GW. En total, el potencial es 2,8 veces la energía que se consume ahora en Colombia.
“Dentro de ese potencial se descartaron las zonas en las que con seguridad se presentarían conflictos ambientales o sociales, como rutas de tránsito de aves migratorias, zonas de pesca o zonas de importancia para comunidades étnicas”, añade Pinilla.
El dilema, como señala Daniela Mercado, magíster en Regulación Minera, Energética y Petrolera de la Universidad Externado y consultora del sector energético, es que “este tipo de infraestructura no es convencional y no hemos pasado por el proceso de aprender a construirla de forma que sea rentable para las empresas”.
Ocupación temporal del mar
En diciembre de 2023, el Minminas abrió el proceso para que empresas de todo el mundo presentaran sus propuestas para ocupar temporalmente algunas de las zonas con potencial eólico en el mar Caribe. Hasta el momento se han presentado ocho compañías. Se trata de 12.000 kilómetros cuadrados en los que, se estima, se podrían generar entre 1 y 3 GW de energía.Las empresas que ganen la subasta podrán hacer estudios para calcular el potencial real según la velocidad del viento, los retos para construir las turbinas y la posibilidad de conectarse con una red de transmisión.
De acuerdo con el Reporte Global de Energía Eólica Costa Afuera 2024 del Consejo Mundial de Energía Eólica, el proceso que se está adelantando en Colombia es robusto, pero tiene varios retos por delante, como la construcción de mejores puertos, garantizar el acceso de los proyectos a la red eléctrica nacional y entender el impacto que podrían tener.
Para Alexandra Hernández, presidenta ejecutiva de la Asociación de Energías Renovables de Colombia (SER), la conexión al sistema eléctrico “es un reto de mercado, porque tenemos que definir cómo van a vender la energía a largo plazo”, ya que de eso depende que los proyectos sean rentables. Según Mercado, a esto se suman las dificultades de construir una línea de transmisión cerca de la costa.
Por poner un ejemplo, el proyecto Colectora, que llevará la energía de los proyectos eólicos de La Guajira al resto del país, tardó cinco años en completar su proceso de licenciamiento ambiental. Hernández dice que las reglas para implementar proyectos como estos en Colombia “necesitan simplificarse, porque, como están escritas, no van a funcionar en tierra firme ni costa afuera”.
La normativa que se utiliza para que una empresa se conecte al sistema eléctrico “dicta las reglas para proyectos hidroeléctricos, centrales de generación térmica, y hemos venido aprendiendo cómo hacerlo con energías renovables como la eólica y la solar, pero no tenemos claro cómo se hará con la eólica costa afuera”, apunta Mercado.
Andrés Camacho, minminas, asegura que la subasta se diseñó con la asesoría del Banco Mundial y de países que tienen experiencia en este tipo de proyectos, como Dinamarca e Inglaterra. “Hemos visitado estos países para aprender cómo lo hicieron y conocer las capacidades que necesitamos para implementarlo en Colombia”.
Justamente por esa experiencia, las empresas que hasta ahora han cumplido los requisitos mínimos para presentarse a la convocatoria son todas extranjeras, pero para participar deben plantear la posibilidad de asociarse con empresas públicas o público-privadas del país. Aunque Hernández considera que esto le resta atractivo al proceso para que más empresas se interesen, Camacho dice que “es necesario para garantizar que haya transferencia de conocimientos entre las empresas que saben cómo hacerlo y las locales”.
Mientras se cierra la subasta, el 27 de septiembre, el Gobierno sigue impulsando la idea de ser el primer país latinoamericano en tener este tipo de tecnología. Para Mercado y Hernández, por lo pronto, el foco debe estar en corregir los problemas que se han presentado con los proyectos renovables que ya están en marcha, con el fin de evitar repetirlos con una nueva forma de generar energía.
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