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Mucho se habla de la necesidad de que industrias como el transporte y los hidrocarburos migren hacia la generación de energía más limpia. El mundo se encuentra en una encrucijada, donde la transición hacia fuentes de energía sostenibles no es solo una opción, sino una urgencia. Pero, ¿ha escuchado alguna vez de los “datos oscuros” y de su impacto en las emisiones de gases de efecto invernadero?
Los datos oscuros se refieren a los activos de información recopilados por las empresas que, en gran medida, no se analizan y se infrautilizan. Ian R. Hodgkinson, profesor de la Universidad de Loughborough, en el Reino Unido, lleva varios años estudiando esto. “El crecimiento explosivo de la creación de datos refleja una actitud según la cual la recopilación de datos por sí misma es valiosa para todas las empresas. Sin embargo, sin una gestión y una planificación de datos eficaces, esta práctica supone unos costes considerables para las empresas. Las últimas estimaciones indican que los centros de datos pueden contener hasta un 65 % de datos oscuros, lo que supone una enorme carga de residuos digitales”, explica, citado por su universidad. Hodgkinson y sus colegas tienen una estimación bastante preocupante: la industria de datos puede generar más emisiones de carbono que los sectores automotriz, de aviación y energético juntos.
Los datos oscuros pueden ser imágenes repetidas guardadas en Google Photos o iCloud, hojas de cálculo obsoletas, datos que se almacenan, ocupando espacios en servidores, pero que nunca se vuelven a utilizar.
¿Cuál es el problema? Que esos ordenadores y esos almacenes de datos oscuros, consumen mucha electricidad. Jeff Tettle, profesor de Ingeniería Electrónica de la Universidad de Glasgow, en Escia, recordaba en 2021 en una columna en The Conversation que, según las estimaciones más juiciosas, para 2025, la industria de TI podría utilizar el 20% de toda la electricidad producida y emitir hasta el 5,5% de las emisiones de carbono del mundo. Esa cifra, decía Tettle, es superior a las emisiones totales de la mayoría de los países, con excepción de China, India y Estados Unidos, que concentran miles de millones de personas.
Tettle explicaba que una proporción cada vez mayor del consumo energético de TI proviene de los centros de datos. Se trata de instalaciones que albergan servidores y sistemas de almacenamiento, esenciales para el funcionamiento de internet y el procesamiento de grandes volúmenes de información. Esos edificios casi siempre se conectan directamente a la red eléctrica local. Hoy, explicaba el investigador, aproximadamente el 50 % de los centros de datos son de “hiperescala”, es decir, que contienen más de 5000 servidores y, por lo general, tienen una superficie superior a los 1000 m². ¿Se imagina el costo energético de mantener eso?
Pese a eso, lejos de moderarse, la producción de datos digitales está aumentando rápidamente. Hodgkinson señala que para 2025 casi podría crecer hasta alcanzar los 181 zettabytes. Para que se haga una idea, eso significa aproximadamente 181 billones de gigabytes. Si un archivo de video en alta definición (HD) ocupa 5 gigabytes por hora, entonces con 181 billones de gigabytes, usted podría almacenar más de 36 billones de horas de video en HD. Eso es suficiente para que una persona vea videos durante más de 4 millones de años.
Los investigadores creen que una empresa típica basada en datos, como una aseguradora, una minorista o una banca, con 100 empleados, podría generar 2.983 gigabytes de datos oscuros al día. Si guardaran esos datos durante un año, su huella de carbono sería similar a la de volar seis veces de Londres a Nueva York.
“Descarbonización digital”
Dado este impacto, los investigadores están comenzando a hablar de un concepto: “descarbonización digital”. Con él, explicaba Hodgkinson, no buscan el uso de teléfonos, computadoras, sensores y otras tecnologías digitales para reducir la huella de carbono de una organización, sino a la reducción de la huella de carbono de los datos digitales en sí. En un estudio publicado en el Journal of Business Strategy, los investigadores unos caminos para reducir la producción de datos oscuros.
En ese documento, por ejemplo, señalan que las organizaciones deben cambiar lo que llaman “conocimiento de uso único”. Con eso se refieren a la práctica de obtener datos y conocimientos de grandes conjuntos de datos, utilizarlos una sola vez para un propósito específico y luego descartarlos. Este enfoque promueve una mentalidad de “desechar” información, lo que puede aumentar la huella de carbono digital.
A diferencia del enfoque de uso único, reutilizar el conocimiento y los datos de manera efectiva reduce la acumulación de datos oscuros. Esto implica almacenar, organizar y utilizar datos de manera que maximicen su valor y minimicen el desperdicio. Al hacerlo, las organizaciones podrían gestionar mejor sus procesos de conocimiento y reducir su huella de carbono digital. Finalmente, las personas también podrían ayudar. “Puedes empezar tú mismo decidiendo qué fotos y vídeos ya no necesitas. Cada archivo almacenado en iCloud de Apple o Google Photos aumenta tu huella de carbono digital”, sugería Hodgkinson.
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