Registran masiva pérdida de mamíferos en bosques de Brasil

Un estudio publicado en la revista Plos One estimó que el 70% de los ejemplares está desplazado o desaparecido en los últimos 500 años. Las causas van desde la agricultura extensiva en las selvas de Brasil hasta el incremento del PIB.

- Redacción Vivir
29 de septiembre de 2018 - 04:28 p. m.
Un ocelote (Leopardus pardalis) / Juliano Bogoni
Un ocelote (Leopardus pardalis) / Juliano Bogoni

Un nuevo estudio, publicado la semana pasada en la revista Plos One, examinó la pérdida de especies de mamíferos en el Bosque Atlántico. 

La "Mata Atlántica" se extiende desde la costa de Argentina hasta las montañas que superan los 3.000 metros en el sureste de Brasil. En los últimos 500 años, la extensión de este bosque tropical pasó de 1.1 millones d kilómetros cuadrados a 143.000 kilómetros cuadrados. Según Mongabay, se despejaron los árboles para la madera y la agricultura y para hacer espacio para los asentamientos humanos. Esa pérdida del hábitat, combinada con la caza implacable, ha reducido el número de muchas especies de mamíferos, especialmente las grandes y medianas, y los biólogos han tomado nota en decenas de estudios en partes del Bosque Atlántico.

Para el estudio, los investigadores eliminaron las especies que tenían poca información para que los resultados finales no se vieran comprometidos por un alto nivel de incertidumbre, y tomaron datos de la extensión del hábitat de cada especie de mamíferos de la UICN y revisaron 105 inventarios biológicos que datan desde 1980 hasta 2017 que evaluaron a las especies de la región.

Los investigadores examinaron 500 puntos específicos en donde se había registrado la presencia de pequeños y grandes mamíferos, y compararon la información de los inventarios biológicos con registros de la llegada de los europeos al continente, hace 500 años.

Ningún mamífero se ha extinguido por completo, pero el 70% de las especies ha desaparecido por completo de esos puntos.

Se han desplazado, según escriben los autores, gracias a cinco siglos de florecientes asentamientos europeos. “La historia de la deforestación y la degradación a lo largo de la Selva Atlántica, en muchos aspectos, refleja el destino de todos los biomas de los bosques tropicales a nivel mundial”, escriben. Las causas de la pérdida de maíferos van desde la conversión de bosques en tierras de cultivo y ganado, extracción de madera, consolidación de los ciclos agrícolas de caña de azúcar, café y cacao del Brasil colonial y moderna, y el incremento del PIB de la región.

“Esta era una manera de intentar comprender cómo el movimiento humano sería un predador, un catalizador de la defaunación”, explica Juliano Bogoni, estudiante de posdoctorado de la Universidad de Sao Paulo y autor principal del estudio.

Las órdenes de mamíferos más amenazadas incluyen Primates, Pholidota, Lagomorpha, Perissodactyla, Cetartiodactyla y Carnivora. Sin embargo, existe un consenso general de que la mayoría de los mamíferos que experimentan extinciones locales en hábitats que de otro modo serían adecuados son especies de caza perseguidas por los cazadores.

“La pérdida de grandes predadores desequilibra los ecosistemas, desde el control poblacional de otras especies, incluídos nosotros. Puede que no inmediatamente, pero sentiremos esta pérdida”, dice Bogoni.

La investigación posdoctoral de Bogoni le había permitido instalar cámaras trampa en el estado de Usú, financiadas por el gobierno de Sao Paulo y el programa de Brasil para la Investigación en Biodiversidad, así que las imágenes que capturó también hacen parte del estudio.

Los herbívoros más grandes desempeñan papeles cruciales como dispersores de semillas. Y la pérdida de grandes depredadores, como los jaguares, podría significar que los herbívoros, como los capibaras, no se mantienen bajo control.

“Los datos son muy dramáticos. Las políticas públicas pueden ser atenuantes o catalizadores de la pérdida de hábitat y la muerte de todos estos animales. Si continúa así, calculamos que la defaunación alcanzaría unas tasas entre 35% y 90% en unos cuantos años”, concluye Bogoni.

Por - Redacción Vivir

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